Expansión ilustrada
En 1562, el rey Felipe II trasladó la corte a la modesta villa de Madrid, y cambió su historia. Fundada en el siglo IX bajo mando musulmán, Mayrit fue puesto defensivo de Toledo, a la que bajo mando cristiano arrebató el favor real. En el siglo XVII, el denominado siglo de oro, Madrid se llenó de nobles y artistas, mientras que en el XVIII tocó un profundo lavado de cara previo a las expansiones urbanas del XIX. Figura clave fue Carlos III, que inició la apertura al público de los jardines del palacio del Buen Retiro, remodeló el paseo del Prado que flanqueaba Madrid por el este y fundó instituciones científicas. Todo ello bajo la óptica de Ilustración, que renovó este eje madrileño tanto como, indirectamente, la guerra de la independencia con Francia. Esta afectó al eje iniciando la última gran transformación que convirtió al eje en referencia cultural, artística y científica de la capital española.
El eje oriental de Madrid nace con Felipe II. Utilizó un antiguo cauce entre la ciudad y el monasterio de los Jerónimos para tender el paseo del Prado. Lugar de esparcimiento por excelencia, la alameda que lo vertebra influyó en el diseño de paseos en las ciudades coloniales americanas. Otro Felipe, Felipe IV, acostumbraba a residir en un anexo del monasterio, antesala del proyecto del palacio del Buen Retiro. Convertido en residencia oficial real y ampliado durante el siglo XVIII, Carlos III no le tuvo mucho aprecio y entró en declive. Tras la guerra, palacio y monasterio fueron paulatinamente desmantelados o restaurados. Del palacio solo se conservan el Salón de Reinos y el Casón del Buen Retiro, parte hoy del Museo del Prado. Este relevante espacio cultural, fundado en 1819, también integró una parte del monasterio, su claustro. La otra, la iglesia principal, fue restaurada durante el siglo XIX y es uno de los pocos ejemplos góticos de la ciudad.
En el siglo XVIII, el Prado había perdido parte de su atractivo. Carlos III, del que se dice fue el mejor alcalde de Madrid sin serlo, planificó una remodelación que dio lugar al actual paseo. De esta época son las plazas monumentales madrileñas más icónicas, Cibeles y Neptuno, entre las que queda la estatua de Apolo. Más al sur se dispusieron cuatro fuentes más frente al jardín botánico, fundado al calor de la Ilustración. Junto a este se diseñaron el gabinete de historia natural, germen del museo del Prado, y el Observatorio Astronómico. Todos fueron obra de Juan de Villanueva, mientras que a Ventura Rodríguez le debemos las esculturas y a José de Hermosilla el ordenamiento urbanístico del llamado Salón del Prado. El eje del Prado fue un imán para la nobleza y a sus lados fueron haciéndose hueco diversos palacios como el de Villahermosa, que se convertiría en hogar de otro museo de Madrid, el Thyssen-Bornemisza. Además, el Prado acogió instituciones como Congreso, Bolsa, Banco de España y Palacio de las Comunicaciones.
Situado un poco más al este, otro monumento de Carlos III es la puerta de Alcalá, símbolo madrileño. A su lado se extiende lo que resta de los antiguos jardines del Buen Retiro, mayor espacio verde de la almendra madrileña. Cedido al ayuntamiento de Madrid en 1868, el Retiro ha ido transformándose al pasar de jardín real a parque público. Aunque retocados, conserva elementos de su antiguo rol como el Parterre frente a la puerta de Felipe IV y el Estanque Grande, dominado en un lateral por el posterior Monumento a Alfonso XII. De la etapa pública son sus palacios más famosos, Velázquez y Cristal. Ambos obra de Ricardo Velázquez Bosco, el segundo se convirtió junto a su paisajismo en uno de los focos del Retiro, además de obra cumbre de la arquitectura española de hierro y cristal. Entre Prado y el Retiro fue surgiendo desde el siglo XIX el exclusivo barrio de Jerónimos, donde entre otros se instalaron hoteles como el Ritz.
Gracias a su oferta cultural y de ocio, Madrid se ha ido convirtiendo en uno de los centros turísticos de España. A ello ayudan su posición central en el país y conexiones aéreas. A la ciudad podemos dedicar desde un par de días intensos a toda una semana, siendo el eje Prado-Retiro una de las zonas imprescindibles junto al centro medieval, que cuenta con Sol, Plaza Mayor y Palacio Real. Además de un largo paseo por el Retiro, donde es típico coger una barca en el Estanque Grande, y el paseo del Prado, aquí se concentra el denominado paseo del Arte gracias al trío de museos que forman el Prado, Thyssen y Reina Sofía. Especialmente para el primero es aconsejable reservar las entradas con tiempo, pues las visitas anuales se cuentan por millones. Las fiestas madrileñas están ubicadas en otros lugares, pero una cita anual en el Retiro es la feria del libro en primavera.
Fotos: Diario de Madrid / vpogarcia
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