Inventiva en la Grecia Clásica
Las múltiples islas del mar Egeo, entre Grecia y Turquía, fueron parte fundamental del desarrollo de la cultura griega durante el primer milenio a.C. Funcionaron como ciudades-estado independientes, aunque también cayeron a manos persas y atenienses en varios momentos. Samos fue una de las principales en la ruta comercial entre Atenas y Asia menor. Esta pequeña isla de 43 kilómetros de ancho está a menos de dos kilómetros de la actual Turquía, unos kilómetros al norte de donde estaba su gran rival Mileto. De aquí son figuras históricas tan importantes como el matemático Pitágoras, el filósofo Epicuro, el astrónomo Aristarco y quizá el fabulista Esopo. Aunque menos conocido que ellos, otra figura de la isla es el escultor y arquitecto Reco. Fue uno de los responsables del templo de Hera en el siglo VI a.C. Poco queda del conocido como Hereo, pero su influencia en la arquitectura griega por todo el Egeo fue fundamental.
Samos es una isla montañosa, pero con tierras muy fértiles, lo que la convierte en ideal para habitar. Eso pensaron los cretenses cuando desembarcaron en el siglo XVI a.C. Samos fue creciendo gracias a sus viñedos, la cerámica y el comercio. Empezó a despuntar en el siglo VII a.C. cuando entró en la liga jónica y resistió el primer envite persa. Batalló varias veces con su enemiga Mileto. Tras perder en primera instancia, con el tirano Polícrates recuperó el liderazgo en el Egeo. Tras él, la isla cayó en manos persas durante un tiempo. Su expulsión implicó un acercamiento a Atenas, a quien apoyó en las guerras del Peloponeso. Pese a algunas rencillas por el apoyo de Atenas a Mileto, Samos se convirtió un fiel socio de la capital e instauró su democracia. Ya bajo dominio romano conservó cierto estatus, pero el paso de los siglos trajo consigo piratería, plagas y despoblamiento. Los otomanos la ocuparon parcialmente hasta que en el siglo XIX los habitantes de Samos fundaron su propio principado, poco antes de entrar en la moderna Grecia.
En el noreste de la isla está la península protegida por montañas que acoge la antigua capital: Pitagoreion. Aquí se encontraba el puerto de Samos, donde ahora hay tres modernos muelles muy orientados al turismo. Se han descubierto varios cimientos de edificios públicos antiguos, pero sin duda lo más interesante es el túnel de Eupalino. Se trata de un acueducto totalmente subterráneo de un kilómetro de longitud. Traía el agua de la cercana montaña de Kastro y resultó clave en asedios por proporcionar una fuente de agua oculta. Se trata de una obra de ingeniería pionera, pues fue uno de los primeros túneles de esta longitud en ser excavado de extremo a extremo. El mayor problema que tuvo Eupalino nos puede parecer trivial hoy: que los túneles abiertos en cada extremo se encontraran en el centro. Fue utilizado durante mil años y redescubierto en el siglo XIX.
Seis kilómetros al suroeste estaba el centro religioso más importante de la isla. Estaba dedicado a la diosa Hera, que según los samianos nació aquí a la sombra de un árbol casto. El lugar acogió a distintos templos desde el siglo VIII a.C., pero fue el del Reco y Teodoro de Samos el más influyente: se convirtió en el primer templo gigante de Grecia y modelo para muchos otros. Tiene mérito, porque paradójicamente solo estuvo en pie unos pocos años antes de caer a manos de las guerras. El templo medía 45×80 metros y fue el primer en tener una doble fila de columnas rodeando su perímetro. Dos filas más atravesaban el templo por el centro, incluida la cámara interior o naos. En total tenía cien columnas, de las que solo una, solitaria, podemos hoy ver. Frente al templo había un altar protegido y alrededor otros edificios. Polícrates mandó construir un nuevo templo que ni con él ni bajo los romanos se concluyó. La zona fue utilizada como cantera durante siglos, como se la encontraron los arqueólogos a finales del XIX.
La isla de Samos cuenta hoy con unos 35.000 habitantes y a su agricultura ha sumado el turismo, muy abundante en verano. Es parada habitual de viajeros que van de Esmirna a Atenas en barco, el medio de transporte más utilizado. También hay un aeropuerto que en verano se conecta con ciudades del continente. La visita a los sitios arqueológicos se complementa con el museo de Samos, donde se guardan estatuas gigantes del Hereo. La isla ofrece playas como la de Gagkou y muchas rutas de trekking en el interior. El vino de moscatel sigue siendo su producto más relevante, como más de veinte siglos.
Fotos: Tomisti / Anita Gould
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