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Reales minas de sal de Wieliczka y Bochnia

Reales minas de sal de Wieliczka y Bochnia

Pequeña Polonia (Polonia)

Catedral de sal


El cloruro de sodio en forma cristalina es la principal manera de condimentar el alimento en todo el mundo, además de ser un método de conservación sencillo y efectivo. Hoy día, no obstante, solo un 6% de las 200 millones de toneladas de sal que se producen son para consumo humano. Los primeros usos de la sal se han datado en unos 8.000 años en lugares tan lejanos entre sí como Rumanía y China. Desde entonces, su producción no ha dejado de aumentar. Por la sal se han librado batallas, se han remunerado trabajos, se han gravado nuevos impuestos, se han construido redes de transporte y comerciales y también se ha empleado a muchísimas personas para su extracción. Dos son las maneras más obvias de obtenerla: por simple evaporación o mediante minería. Esta última se basa en la extracción de rocas de sal o halitas en formaciones de evaporitas. En el mundo hay cada vez menos minas de sal porque es un trabajo peligroso de difícil rentabilidad. No fue así en el pasado, cuando estas minas tuvieron su auge. Dos de las más exitosas fueron las minas polacas de Wieliczka y Bochnia.

Principal cámara de Wieliczka

Wieliczka es la mina más famosa, pero Bochnia tiene el honor de ser la más antigua. Esta mina fue abierta entre los siglos XII y XII, un poco antes que la de Wieliczka, situada unos kilómetros al oeste. Desde que se descubrió la presencia de sal en la zona, la Corona polaca estuvo interesada. En 1290 creó la empresa Żupy krakowskie, orientada a la gestión de las minas y comercialización de la sal. Supuso una fuente esencial de la riqueza real gracias a las cerca de 30.000 toneladas anuales de producción, algo solo comparable a las minas alpinas del entorno de Hallstatt. Para proteger su riqueza, el rey Casimiro III proyectó un castillo donde desde el siglo XIV se alojó la Żupy krakowskie. La primera de las minas en cerrar fue la de Bochnia, al final de la I Guerra Mundial. Wieliczka, utilizada temporalmente por los nazis para otros menesteres, aguantó hasta finales de siglo. Se cerró por la baja rentabilidad y las habituales inundaciones de secciones.

Las minas no son solo famosas como centro de extracción, sino por todo el microcosmos que se creó en su interior. Espacio para ello tenían de sobra: Wieliczka tiene más de 245 kilómetros de galerías que penetran 327 metros bajo tierra. La roca de sal aquí tiene un aspecto grisáceo que parece casi granito sin pulir. Los polacos se dedicaron durante siglos a esculpir esta roca salina para diseñar todo tipo de objetos, relieves y estatuas. La catedral bajo tierra, como se la conoce, cuenta con 2.400 cámaras, incluyendo varias capillas. Algunas de estas se han esculpido para imitar las iglesias de madera tan típicas de esta región del sur de Polonia. Las minas tienen multitud de referencias culturales: una leyenda asociada al rey Kinga le convirtió en el patrón de la mina y el afamado literato polaco Bolesław Prus se inspiró en las minas para una novela, por ejemplo. También fueron visitadas por multitud de personajes históricos como Copérnico, Goethe, von Humboldt, Chopin, etc.

Capilla en el interior de Bochnia

Comparativamente, la de Bochnia es pequeña. Cuenta solo con 4,5 kilómetros de galerías, aunque en sus 16 niveles llega a penetrar la tierra tanto como la de Wieliczka. Buena parte de la longitud la forma el pasadizo de August, que conecta dos pozos verticales a unos 200 metros de profundidad. Este pasadizo se diseñó para ser el eje principal del que salían cámaras, pasadizos y pozos. La cámara principal es la de Ważyn: mide más de 250 metros de longitud, 14 de ancho y 7 de altura. En esta cámara comprobamos otra de las funciones de las minas. Gracias a su microclima de temperatura constante y su atmósfera saturada de cloruro de sodio y otros microelementos, las minas han sido utilizadas como sanatorio. Hasta 300 pacientes se pueden tratar aquí con todos los servicios para no tener que subir a la superficie.

La mina de Wieliczka es una de las atracciones principales de Polonia, en buena parte por estar cerca de Cracovia: más de un millón de personas vienen aquí anualmente. Desde Cracovia podemos llegar en media hora en tren o autobús. En el recorrido más típico solo se cubren 3,5 kilómetros de galerías en unas dos horas, siempre en visita guiada en distintos idiomas. No obstante, hay otras propuestas disponibles para los más aventureros. Hay tours desde Cracovia que incluyen el transporte y pueden ser más convenientes. Para llegar a Bochnia, el proceder es parecido, pero encontraremos mucho menos turismo. Además, podremos dormir una noche en el sanatorio. Para complementar la visita podemos acercarnos al castillo de Żupny, con una exposición de productos relacionados con la sal.

Fotos: Fabrizio Corda / Sebastian Mierzwa

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