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Refugio de biodiversidad de los “ahwar” y paisaje arqueológico de las ciudades mesopotámicas del Iraq Meridional

Refugio de biodiversidad de los “ahwar” y paisaje arqueológico de las ciudades mesopotámicas del Iraq Meridional

Mutana, Basora, Mesena y Di Car (Irak)

Marismas sumerias


El término Mesopotamia hace referencia a los territorios históricos regados por el sistema fluvial Tigris-Éufrates, ríos nacidos en Turquía que atraviesan Siria e Irak hasta confluir en el Shatt al-Arab y desembocar en el golfo Pérsico. Si buscamos un lugar del mundo donde señalar el punto de inflexión de nuestra historia, es difícil encontrar mejor candidato. En esta zona norte del Creciente Fértil se inventaron agricultura, irrigación avanzada, rueda, escritura, matemáticas y astronomía. Dicho de otro modo, aquí nacieron el Neolítico y la historia. Uno de los pueblos más relevantes en estos profundos cambios fueron los sumerios, que entre el cuarto y tercer milenio a.C. fueron los primeros en reflejar en miles de tablillas de arcilla todo tipo de cuestiones y pensamientos con su escritura cuneiforme. Los sumerios habitaron el delta mesopotámico, una región conocida como ahwar caracterizada por valiosos humedales rodeados de desierto. Sucedidos por una infinidad de pueblos, los sumerios dejaron vestigios de sus grandes ciudades en Uruk, Ur y Eridu.

Zigurat de Ur en el Ahwar

Por ahwar se conoce a las marismas iraquíes formadas por Tigris-Éufrates en su tramo final. Es un ecosistema excepcionalmente sensible y dinámico marcado por varios procesos. Los más estacionales son las aguas que llegan del curso alto de ambos ríos. El ahwar apenas registra lluvias, así que su dependencia es total. Los procesos geológicos de largo plazo han actuado de otro modo, moviendo todo el ahwar hacia el este, de forma que las ciudades sumerias parecen hoy quedar fuera. Estas dinámicas han conseguido que los humedales tengan tanta resiliencia como para recuperarse de los proyectos agrícolas de drenaje del siglo XX que llevaron al ahwar a su práctica extinción. En recuperación desde 2003, las principales marismas son las centrales, Huwaizah y Hammar. Entre ellas se encuentran lagos permanentes como Umm al Binni y Hammar. Pese a la juventud del ecosistema, no son pocas las especies endémicas y/o amenazadas entre aves, mamíferos y peces. Siendo el único humedal en una gran extensión, el ahwar es también imán para multitud de aves migratorias.

La presencia humana está protagonizada por los árabes de la marismas, grupo étnico dividido en tribus y confederaciones con señas culturales como los mudhif, edificios realizados con juncos. Llevan siglos viviendo de forma sostenible, aunque su historia no está clara. Sin demasiada prueba, algunos los emparentan con los propios sumerios, cuya identidad se perdió a comienzos del segundo milenio a.C. tras la caída de la tercer dinastía de Ur debido, entre otros, a la creciente salobridad de los humedales del ahwar. Son unos dos milenios después de la fundación de Eridu, considerada la primera ciudad sumeria pese a su carácter sagrado. El silabario sumerio que permitió a los arqueólogos conocer ampliamente esta civilización no llegó hasta el siglo XXIII a.C., bastante después del periodo Uruk, cuando se sentaron las bases de los gobiernos teocráticos de las ciudades sumerias y su panteón. Expandidos bajo un modelo más comercial que militar, este cénit finalizó tras un cambio climático que afectó al ahwar alrededor del 2900 a.C.

Paisaje de marismas del ahwar iraquí

El ahwar carece de madera y piedra, por lo que las ciudades sumerias son de adobe. Este frágil material exigía reconstrucciones continuas que hacían que las ciudades elevaran su nivel formando tells arqueológicos. Uruk, el asentamiento sumerio más grande y protegido por la muralla más larga, consta de tres tells que fueron descubiertos en 1849 por William Loftus. Eanna es el más relevante, pues aquí están las primeras muestras de escritura y arquitectura monumental de los sumerios. Entre sus numerosos niveles destaca el templo de los Conos de Piedra, primer gran edificio sumerio. Aunque la etapa de mayor liderazgo de Ur fue más corta que Uruk, su imponente zigurat la convierte en uno de los iconos sumerios. Levantado en el siglo XXI a.C., una reconstrucción en tiempos babilónicos y las restauraciones modernas hacen que sea el principal representante de estas pirámides escalonadas. Fue descubierto por John George Taylor, que también investigó Eridu. Aunque aquí está datado el primer zigurat, el lugar de referencia es la Casa del Acuífero o templo de Enki, dios sumerio del agua.

Nasiriya es la base ideal para visitar tanto las principales marismas del ahwar, al este de la ciudad, como las antiguas ciudad sumerias, al oeste. Hace décadas destino turístico por sus valores naturales y antropológicos, las guerras y retracción del ahwar han hecho que el turismo sea testimonial, aunque algunos touroperadores están empezando a ofrecer excursiones de día por las marismas. El turismo también está regresando a Ur, que gracias a su zigurat ha sido siempre el sitio de referencia de Sumeria. En viajes más amplios se visitan otras ciudades como Uruk. Nasiriya es razonablemente segura y ofrece servicios, incluidas las entradas y guías, aunque lo más conveniente es llevarlo todo contratado desde origen.

Fotos: Michael Lubinski / UNDP

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