Pasillo centroamericano
La porción de terreno que une Norteamérica y Sudamérica es esencialmente estrecha, pero en los países de Costa Rica y Panamá la distancia se reduce al máximo. Los 77 kilómetros del Canal de Panamá dan fe de ello. La región fronteriza entre estos dos países es muy accidentada y recibe el nombre de cordillera de Talamanca. En su punto más alto, el cerro Chirripó, se alcanzan los 3.820 metros. Desde su cima, en días claros, es posible ver simultáneamente el mar Caribe y el océano Pacífico. Esta cordillera es el núcleo del Parque Internacional de la Amistad, un esfuerzo conjunto de ambos países para proteger una zona excepcionalmente virgen. La Amistad es uno de los lugares más desconocidos del mundo y aún falta por explorar buena parte del terreno. Con lo que se sabe ya se puede valorar su alto endemismo. Además, por su localización es parte fundamental del conocido como pasillo biológico americano, clave para el movimiento e intercambio de especies de flora y fauna entre Sudamérica y Norteamérica.
Talamanca no es una cordillera de origen volcánico, como las que hay más al norte de Centroamérica. Su irregular perfil lleno de gargantas es producto de la acción prolongada de antiguos glaciares. Se expande de costa a costa, salvo en el paso fronterizo de Sixaola, en el norte. El clima y el terreno hacen que Talamanca tenga multitud de ríos que bajan con fuerza, formando muchas cascadas. En total hablamos de más de medio millón de hectáreas entre ambos países protegidas por varios Parques Nacionales: Chirripó, Tapantí o Quetzales en Costa Rica y el Bosque Protector de Palo Seco y La Amistad en el lado panameño. El último, situado en la frontera, fue el germen del proyecto conjunto. El resultado es un Parque transfronterizo que supone el área natural protegida más amplia de todo Centroamérica. La combinación del terreno y el clima tropical ha hecho de la zona un lugar inaccesible, sin apenas caminos.
Esto ha dejado vía libre a flora y fauna, que aquí lucen como en ningún otro sitio del continente. La flora cuenta con 10.000 especies diferentes registradas, gracias sobre todo a las distintas altitudes del Parque. A baja altitud hay bosque tropical pluvisilva que, sobre los 750 metros, evoluciona a bosque montano de Talamanca. Esta ecorregión cubre hasta los 3.000 metros, aunque desde los 1.800 domina el endémico roble costarricense. Por encima de los 3.000 solo hay matorrales o la pradera conocida como páramo del istmo. La biodiversidad de especies en fauna es muy numerosa: 200 mamíferos, 250 reptiles y anfibios y 600 aves, sin contar la multitud de insectos diferentes. Hay mamíferos amenazados como el mono araña de manos negras y el tapir centroamericano, pero aquí las estrellas son los cinco depredadores felinos: pumas, ocelotes, gatos tigre, jaguares y yaguarundíes. En aves destaca el mítico quetzal, varios colibríes y la arpía mayor, el ave de presa más grande que existe. Como en otras partes de Costa Rica, las ranas son muy reconocibles. Destaca la rana Oophaga speciosa, venenosa y amenazada.
Pese a todo, los restos arqueológicos indican que la zona ha sido habitada desde hace mucho. Actualmente hay tres etnias diferentes que resisten en la cara norte con su propio idioma, religión y costumbres. Son los naso, bribri y Ngöbe–Buglé. Estos últimos son el grupo indígena más extendido en Panamá, pero solo algunos viven en la selva. Los naso, por su parte, apenas cuentan con 3.500 individuos. Del lado costarricense quedan los bribri. Los tres grupos son principalmente agricultores y por su uso de la tierra es fundamental negociar con ellos las labores de conservación. Con el fin de explorar la zona, hace no mucho que se desarrolló un proyecto llevado a cabo por el Natural History Museum London, el Instituto Nacional de Biodiversidad de Costa Rica y la Universidad de Panamá. El objetivo principal fue desplegar expediciones para catalogar nuevas especies.
Este Parque es muy poco visitado por su falta de infraestructuras en comparación con otros Parques, sobre todo costarricenses. La carretera Interamericana lo atraviesa en su parte oeste en Costa Rica, atravesando el puerto del Cerro de la Muerte, el segundo pico más alto de Talamanca. Desde la carretera hay un corto camino hasta la cima. Al bajar el puerto en dirección sur llegaremos a las principales zonas de Costa Rica que sirven de entrada al Parque: las estaciones biológicas de Altamira y de Pittier. Es mejor llevar excursiones de senderismo previamente contratadas. Un poco más al sur cruzaremos la frontera hasta llegar a Cerro Punta, otra entrada en el lado panameño. La mejor opción en el lado norte está en la localidad panameña de El Silencio. Desde ella se remonta el río hasta llegar a la zona de Panajungla. No hay temporada seca en esta zona, pero de diciembre a abril llueve menos.
Fotos: Marc Patry / Cephas
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