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Samarcanda – Encrucijada de culturas

Samarcanda – Encrucijada de culturas

Samarcanda (Uzbekistán)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 25 05, 2021
  • Category:

Corazón centroasiático


Conceptualmente, el término geográfico de Centroasia tiene varias definiciones. La más común incluye los cinco estado independizados de la Unión Soviética cuyo nombre acaba en “stán”. La étnicamente más amplia incluye el norte de territorios de Oriente Medio y el oeste chino. En todo caso engloba a multitud de pueblos con factores comunes. Dado el contexto de una complicada agricultura y la lejanía al mar, el nomadismo y los pequeños asentamientos fueron la norma. Inicialmente en la órbita persa, a lo largo del primer milenio distintos grupos mongoles ganaron presencia. Por entonces, Centroasia se había hecho un hueco en los mapas gracias a la Ruta de la Seda, catalizador económico y cultural de esta región. Muchas ciudades tomaron entonces forma, como es el caso de la más famosa: Samarcanda. Esta ciudad hoy uzbeka fue arrasada por los mongoles, pero uno de ellos, Tamerlán, la refundo en el siglo XIV. Simboliza la fusión cultural de su imperio timúrida, de origen mongol, pero con clara conexión con Persia, algo que se refleja en su icónica plaza de Registán.

Plaza Registán en Samarcanda

Samarcanda está localizada en un oasis del río Zerafshan, afluente del Amu Daria que vertebra el sur de Centroasia. Si añadimos una colina fácilmente defendible entenderemos la ocupación milenaria de la zona. La fundación se estima en torno al siglo VII a.C. y pronto destaca al centralizar el pueblo sogdiano, dependiente de Persia en época aqueménida y tras el paso de Alejandro Magno. La complejidad llegó con los pueblos túrquicos, que se aventuraron por Centroasia al popularizarse la relevante Ruta de la Seda. Desde aquí, por ejemplo, se dice que se difundió el uso del papel en dirección a Occidente. Samarcanda fue también un centro religioso en el que tenían cabida todas las religiones mayoritarias. La llegada del Islam limitó esta diversidad, mientras que las tribus túrquicas terminaban por dominar la ciudadela. Esta era la Samarcanda que se encontró Gengis Kan en el 1220, cuando la arrasó por completo. Es la zona hoy conocida como Afrasiyab. Los arqueólogos destaparon en el siglo XX aquí palacios y mezquitas, pero sobre todo unos espectaculares frescos de origen sogdiano. 

La ciudad se recuperó desplazándose unos metros al sur, a los pies de la colina original. No era una ciudad menor cuando Tamerlán decidió hacerla capital de su imperio timúrida en 1370, fecha clave para Samarcanda. En apenas unos años, la ciudad acometió un profundo rediseño urbanístico y se multiplicaron las obras públicas con los réditos de las conquistas. Tamerlán, tan temido como los mongoles, tuvo también una sensibilidad para el arte que reflejó aquí. También hubo espacio para la ciencia, personificado en Ulugbek, sultán astrónomo responsable del observatorio homónimo, hito en la ciencia musulmana. En el año 1500, guerreros uzbekos tomaron la ciudad y una nueva dinastía mongola, la shaybánida, gobernó. Mudaron la capital a Bujará iniciando el declive de Samarcanda, que apenas vio cambios hasta la llegada de los rusos, que levantaron su propio barrio. De los últimos tiempos destacan las casas uzbekas, unidades agrupadas en torno a un patio ajardinado con edificios de ladrillos de adobe, techos de madera y decoraciones pintadas.

Mausoleo Gur-e Amir de Samarcanda

La grandeza de Samarcanda sentó las bases arquitectónicas de los persas safávidas e indios mogoles. La plaza de Registán es el corazón urbano abierto donde se celebraban eventos. Está marcada monumentalmente por sus tres enormes madrasas. La más antigua de todas es Ulugbek, con un imponente iwan repleto de azulejos. Entre las mezquitas de Samarcanda destaca Bibi-Khanym, aunque la actual es producto de una profunda restauración acometida por los rusos, imprescindible tras siglos de abandono, saqueo y un terremoto que tiró abajo su extraordinaria cúpula. Heredera de la del mausoleo iraní Soltaniyeh, esta doble cúpula alcanza cuarenta metros de altura. Impresiona también la del mausoleo Gur-e Amir, de importancia doble. Aquí yace Tamerlán y arquitectónicamente es precursor de la arquitectura mogola, empezando por la tumba de Humayun. Otros timúridas están en el complejo y necrópolis Shah-i-Zinda, cuyo periodo constructivo abarca del XI al XIX. Como en todo Samarcanda, la decoración con azulejos y muqarnas es profusa con el turquesa como color protagonista.

Samarcanda es referencia en todo viaje a Centroasia. Tiene aeropuerto, aunque es habitual llegar a Uzbekistán a través de la capital uzbeka Taskent, a unas cuatro horas por carretera. Para ver tranquilamente la ciudad necesitaremos dos días completos y utilizar ocasionalmente transporte. Entre los museos son imprescindibles los de Afrasiyab con los frescos sogdianos y el del observatorio Ulugbek. También hay que acercarse al bazar Siyob, el más relevante. Es típico comprar especias como comino y azafrán y pistachos. En la cocina local se mezclan influencias de todas las etnias que han habitado históricamente la ciudad y es protagonista el pan non, versión centroasiática del naan de Oriente Medio y la India.

Fotos: Teseum / Xavi

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