Grecia en África
Un discípulo de Sócrates, llamado Arístipo, vivió en la ciudad de Cirene hace mucho tiempo. Allí fundó la escuela filosófica de los cirenaicos. Su pilar fundamental era el hedonismo como meta principal en la vida, meta que se consigue adaptándose a las circunstancias y manteniendo el control ante la adversidad, pero también la prosperidad. Este hedonismo no choca en absoluto con el marco en el que filosofó: Cirene se asienta en un exuberante valle de agradables temperaturas recorrido por un manantial. Ahí se asentó la más antigua e importante ciudad de las cinco que tuvo la antigua Grecia en la costa de Libia. Capital de su región, Cirene pasó por etapas de independencia y otras en las que estuvo adscrita a los imperios griego y romano. Además de ello, fue cuna de multitud de personalidades relacionadas con el cristianismo y su presencia en la Biblia es nutrida. Casi un milenio de historia dan para multitud de descubrimientos que asombraron a los arqueólogos del siglo XIX.
Cirene fue fundada en el 631 a.C. por un grupo de griegos que provenían de la isla de Tera, actual Santorini. Comandados por Bato I, no se sabe si fueron expulsados de la isla o fue el oráculo de Delfos el que les indicó su nueva misión. En todo caso, bajo Bato y sus descendientes, la ciudad creció junto a su puerto marítimo, Apolonia, gracias al comercio. Se convirtió en una república democrática en el 430 a.C. Tras el imperio de Alejandro Magno, quedó bajo la dinastía ptolemaica y el gobierno local del gran Ofelas. Con Magas al frente se rebeló infructuosamente a los ptolemaicos, cuyas posesiones pasaron finalmente como herencia a Roma en el 96 a.C. La historia bajo estos fue la de un declive muy paulatino. Las cosas se complicaron con las revueltas judías en los siglos I y II, pues fueron aplacadas con gran número de bajas. Tampoco vino bien la extinción, por exceso de rapiña, de la planta del silfio, cuyas propiedades curativas y especiantes la hicieron el principal bien exportado desde Cirene.
Lo peor estaba por llegar. En el 262, la tierra tembló y tiró abajo la ciudad, que fue reconstruida sin mucho tacto. Así, el del año 365 fue el definitivo. Tras ese año, Cirene fue un amasijo de ruinas poblado solo ocasionalmente por tribus nómadas. En el siglo XIX llegó su puesta en valor cuando llamó la atención del británico Robert Murdoch Smith. Este puso fondos para su investigación, con tan buen tino que se descubrieron joyas de la escultura romana y griega. Ejemplos son el Apolo de Cirene, un puzle de 121 piezas que tuvieron que reconstruir, o una cabeza de bronce del año 300 a.C. Nuevas prospecciones a comienzos del siglo XX, esta vez de soldados italianos, descubrieron la venus de Cirene. Se la llevaron a Italia, pero la devolvieron a Libia en el año 2008. Los trabajos arqueológicos nunca han cesado y aún quedan buenas porciones de la ciudad por trabajar. Por ejemplo, en el 2005 se descubrieron 76 estatuas romanas intactas. Los problemas políticos de Libia han puesto en entredicho estos avances.
Lo ya descubierto se puede dividir en tres partes. La zona norte es la más sagrada. Allí destacan el templo de Apolo y el de Artemisa junto a varias capillas menores y otros nichos. Esta zona fue completada por los romanos con los imponentes baños de Trajano. En el oeste es donde podemos encontrar el anfiteatro romano, construido a su vez sobre un teatro griego. Si nos trasladamos 500 metros al sureste llegaremos a la tercera zona más reconocible. Aquí es donde estuvo el centro cívico de Cirene. En línea con la mezcla de restos romanos y griegos, tendremos aquí el foro y el ágora. Es donde más se puede apreciar la mezcla de estilos romano y griego en el urbanismo de Cirene. Fuera de la ciudad, camino de Apolonia hay una gran necrópolis a unos diez kilómetros.
Aunque no sea la misma ciudad, al hablar hoy de Cirene se entiende que hablamos de la ciudad de Shahhat, que es la referencia si queremos visitar las ruinas. Se encuentra a unas tres horas por tierra de Bengasi, la segunda ciudad de Libia. Lo más habitual es llegar en excursiones de un día en tour o coche privado. La ciudad se puede caminar sin problemas y la temperatura es agradable fuera del pleno verano. La guerra civil de Libia no ha venido bien al lugar. Los turistas procedentes de cruceros han dejado de venir a Cirene y parte de la ciudad ha sido ocupada por lugareños, que han visto en las ruinas una buena base para levantar casas y tiendas. Si se suman los problemas de Bengasi, visitar la zona está ahora mismo desaconsejado. Para paliar un poco el problema podemos contentarnos con ver las obras llevadas a Reino Unido en el siglo XIX, que se encuentran en el British Museum de Londres.
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