Paisajismo moderno
No fue hasta el siglo XIX que el oficio de paisajista tomó nombre, aunque desde uno antes artistas como Capability Brown y André Le Nôtre se estaban labrando su reputación diseñando y definiendo paisajes asociados a grandes palacios barrocos. Generalmente relegados a un papel secundario frente a los arquitectos principales, los arquitectos del paisaje ganaron relevancia al convertirse en necesidad el dotar de espacios verdes a las grandes urbes del siglo XX. Fuera de Europa y su clima templado, nombres como Burle Marx se hicieron imprescindibles. En cierto sentido se puede decir que este paisajista brasileño inventó el concepto de jardín tropical, concepto al que dedicó sesenta años de trabajo con casi 3.000 diseños. Asociado con la figura por excelencia de la arquitectura moderna brasileña, Oscar Niemeyer, con el que trabajó varias veces, Burle Marx fue el contrapunto verde a su colega. Cada uno en su campo, las curvas, contrastes y toques folclóricos marcaron los principales iconos de la arquitectura brasileña del siglo XX. Incansable, Burle Marx compró para su experimentación un sitio al oeste de Río.
Roberto Burle Marx, de orígenes franceses y alemanes, nace a comienzos del siglo XX en Brasil, aunque viaja al país paterno para estudiar arte, donde se familiariza con las corrientes abstractas. Allí visitó un jardín botánico, momento en el que empieza a conectar mundos y descubre su vocación. Con el tiempo, Burle Marx se convertiría en artista botánico, comprometido con la ciencia hasta el punto de descubrir varias decenas de plantas y convertirse en un temprano conservacionista de los ecosistemas tropicales de su país. Un vecino suyo, Lucio Costa, fue la clave para iniciarse en el mundo laboral al volver a casa. Costa era la piedra angular del modernismo brasileño y junto a él consiguió su primer proyecto y conoció a Niemeyer, con quien trabajó en Pampulha. En 1955 fundó su propio estudio y desarrolló infinidad de proyectos tanto en Brasil como Argentina, Chile, Venezuela, EEUU, etc. Este último país le hizo una retrospectiva, poco antes de su muerte en 1994, que le encumbró definitivamente como uno de los principales y más influyentes paisajistas del siglo XX.
En 1949, Burle Marx adquirió un terreno llamado Santo Antônio da Bica en Barra de Guaratiba, cerca de Río de Janeiro, donde montó un auténtico laboratorio paisajista. Durante más de cuarenta años utilizó el lugar para cultivar y entender distintas especies que luego incluía en sus diseños. Como tal, el propio Sitio no fue diseñado en su totalidad desde el comienzo, sino que fue creciendo orgánicamente según Burle Marx necesitaba nuevas investigaciones. De hecho, la propiedad fue ampliada en un par de ocasiones para ganar más espacio cultivable. En paralelo, Burle Marx también remodeló los elementos arquitectónicos del Sitio, empezando por la vivienda principal del lugar, que en 1973 se convirtió en su residencia personal. En 1985, el paisajista donó el lugar al gobierno brasileño, que lo renombró como Sitio Roberto Burle Marx, añadió un par de edificios nuevos y lo abrió al público poco después de la muerte del paisajista en 1994. Inicialmente se recuperó el espíritu de experimentación del lugar, aunque posteriormente se convirtió en un homenaje a las propias investigaciones de Burle Marx.
El Sitio, de 400.000 metros cuadrados, comprende las principales características del arte de Burle Marx, una fusión de la arquitectura moderna brasileña y la vegetación tropical: formas sinuosas, plantas tropicales exuberantes dispuestas como elementos arquitectónicos, contrastes de colores e incorporación del folclore tanto brasileño como portugués. Botánicamente, el lugar acumula unas 3.500 especies, principalmente tropicales y subtropicales incluyendo ejemplares de manglares, restingas y bosque atlántico. Otro elemento básico para Burle Marx, el agua, está presente gracias a siete lagos artificiales. Por último, el componente arquitectónico cuenta con ocho edificios modernos y tradicionales: administración, casa de piedra, vivienda principal con un amplio porche, logia, una capilla previa del siglo XVII dedicada a San Antonio, cocina, lavandería y el denominado atelier. Este último, con sus amplios arcos con vistas al jardín, se convirtió en uno de los iconos visuales del lugar.
Aproximadamente una hora al oeste de Río de Janeiro, el Sitio Roberto Burle Marx es una sencilla excursión de medio día que podemos complementar con alguna playa de camino. Es imprescindible reservar y, si queremos resolver simultáneamente el transporte, podemos contratar alguna excursión desde Río. Las visitas son guiadas en distintos idiomas, incluidos español e inglés, y nos llevará unas dos horas. Además de los jardines en los edificios podremos ver objetos personales de Burle Marx, parte de sus diseños y su colección de arte acumulada en vida. Dado que seguramente estaremos en Río es aconsejable ver otros trabajos en vida del artista: el parque de Flamengo y el paseo marítimo de Copacabana.
Fotos: Oscar Liberal / Diego Rodriguez Crescêncio
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