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Sitios de los cristianos ocultos en la región de Nagasaki

Sitios de los cristianos ocultos en la región de Nagasaki

Nagasaki y Kumamoto (Japón)

Cristianos silenciosos


En 1547, San Francisco Xavier conoció en Malaca al japonés Anjiro. El santo había ido más allá de sus misiones indias, pero afrontaba grandes barreras culturales. Anjiro, huido de su país, quería conocerle. Resultó ser el primer japonés en convertirse al cristianismo, tarea que el santo emprendió a gran escala desde 1549 con ayuda de Anjiro como intérprete. Instalado en la isla de Kyushu, los misioneros consiguieron convertir rápidamente a unas 100.000 personas, incluidos varios señores daimyo. Levantaron fuertes suspicacias entre los emperadores nipones. Tras una serie de edictos limitando la libertad de culto, el shogunato Tokugawa fue más allá. Prohibió oficialmente el cristianismo y aplacó la consecuente rebelión de Shimabara. Era parte de su política aislacionista, por lo que al abolirse en el siglo XIX, las prohibiciones se levantaron. Sorprendentemente, en más de dos siglos muchos cristianos japoneses habían mantenido su fidelidad. La nueva apertura les sacó a la luz y levantaron varias iglesias en Nagasaki.

Catedral de Ōura en Nagasaki

La isla de Kyushu, la más meridional de las principales islas japonesas, está dividida en ocho prefecturas, de las cuales Nagasaki está al noroeste. Esta prefectura, famosa por sufrir la segunda bomba nuclear en la II Guerra Mundial, fue foco en el siglo XVI del exiguo comercio internacional japonés. Protagonizado por los portugueses, fueron los impulsores de las misiones jesuitas. Con el cierre Tokugawa, solo los holandeses fueron autorizados a comerciar. Se lo ganaron por su ayuda durante la rebelión Shimabara de 1637. Esta llegó tras una época represiva, con varios martirios a los cristianos. Finalmente se rebelaron tras una subida de impuestos. El shogunato envió 125.000 soldados que acabaron con la resistencia en castillos como Hara y Hinoe, hoy en ruinas. A partir de entonces, los cristianos afrontaron tres posibilidades: renunciar, exiliarse a Macao o Filipinas o continuar con su culto en silencio. Así nacieron los kakure kirishitan o cristianos ocultos. Practicaban su religión en estancias secretas con estatuas de santos y vírgenes asemejando Budas.

La transmisión oral de padres a hijos garantizó la supervivencia del cristianismo, aunque a falta de Biblias y sacerdotes, la religión formó un sincretismo muy particular. Aunque las prohibiciones se estaban suavizando, con la Restauración Meiji se legalizó el cristianismo. La mayoría de los kakure kirishitan salieron a la luz y adecuaron sus prácticas a la ortodoxia católica. Hoy suponen unos dos millones de fieles, siendo Nagasaki su referencia. El culto se trasladó a iglesias que empezaron a multiplicarse. Antes incluso del fin del shogunato, con la apertura parcial, se levantó la catedral de Ōura, también conocida como la de los 26 mártires en recuerdo de un represivo episodio pasado. Levantada en 1864, esta iglesia ideada por dos padres misioneros franceses está considerada la más antigua del país. El actual edificio en estilo neogótico, no obstante, es posterior. Consta de cinco naves, una torre octogonal y vidrieras importadas de Francia.

Iglesia Gorin en la isla de Hisaka

Ōura fue solo la primera de numerosas iglesias que devolvieron el culto cristiano a Nagasaki. Algunas de ellas, como en Shitsu y Ono, sustituyeron a las capillas secretas que con el tiempo se han descubierto en ambos pueblos, de los más fieles durante la época de prohibición. Otra táctica recurrente durante el veto fue la de emigrar a alguna de las numerosas y pequeñas islas que hay al oeste de la costa de Nagasaki: Kuroshima, Nozaki, Kashiragashima y Hisaka. En ellas se conservan campos de cultivo, cementerios, capillas compartidas con budistas tolerantes con su credo e iglesias levantadas tras la legalización. Todas son sencillos templos imitando estilos europeos. Además de la catedral de Ōura, la iglesia más valorada desde arquitectónicamente es la iglesia de Egami, en la isla de Naru. Construida en 1918, conjuga las tradiciones cristianas y japonesas al utilizar un material típico del país, la madera.

Nagasaki, la ciudad japonesa más cosmopolita, es la ciudad de referencia. Tiene un pequeño aeropuerto, pero mucha gente llega desde Fukuoka, unas dos horas al norte en tren. Cerca de la estación está el lugar idóneo para iniciar nuestro viaje temático gracias al sitio de los 26 mártires, donde están un monumento y un museo que cuenta la historia del cristianismo. Conserva arte de los kakure kirishitan y documentos de la época. Cogiendo un tranvía podremos llegar a la catedral de Ōura, que tiene una estación homónima. La catedral no tiene culto y también se ha reconvertido en una especie de museo. En el mismo barrio hay otros monumentos como el occidentalizado jardín Glover. Sin tomar ningún barco, al noroeste se encuentran otras dos iglesias fácilmente visitables, Shitsu y Ono, y al sureste las ruinas del castillo de Hara. Para el resto de sitio, las combinaciones con ferris son complejas. El verano y comienzo del otoño es la época menos aconsejable para venir a Nagasaki: las lluvias son muy fuertes y hay amenaza de ciclones.

Fotos: ume-y / Mikio Goto

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