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Stevns Klint

Stevns Klint

Selandia (Dinamarca)

Indicios de un desastre


En la historia de la vida en el planeta Tierra ha habido cinco macroextinciones capaces de llevarse por delante al menos la mitad de las especies. La más famosa de todas es la última, porque fue capaz de ventilarse de un plumazo todos los dinosaurios terrestres, que solo conocemos por sus fósiles. Las macroextinciones marcan cambios de era y esta, sucedida hace unos 66 millones de años, cerró el Cretácico para dar paso al Paleogeno. Se conoce como frontera K-Pg y lleva décadas dando trabajo a los científicos. La pregunta más repetida es qué pasó, qué fue tan terrible para acabar con especies tan aparentemente poderosas. Nacida en los años 80, la teoría liderada por el estadounidense Luis Álvarez que apunta a un gran asteroide como principal causa ha ido tomando forma. Su punto débil era que no había rastro de tal asteroide. En los años 90, otro equipo identificó el cráter del meteorito Chicxulub, parcialmente en la península de Yucatán, como el lugar de impacto. Se consiguió así que la hipótesis Álvarez ganara consenso. Una de las pruebas utilizada por Álvarez fueron restos de iridio muy superiores a los habituales en capas estratigráficas depositadas en esta época. Así suceden en los acantilados Stevns de Dinamarca.

Restos de la línea K-Pg en Stevnsfort, fuerte de Stevns Klint

Toda la península que rodea Stevns, al sureste de Selandia, tiene valores naturales: en la municipalidad apenas viven 20.000 personas en un espacio de 250 kilómetros cuadrados. Aunque contiene algunas especies de fauna relevantes, la zona tampoco destaca por ello. Los acantilados sí atraen las miradas, aunque tampoco son los más altos o espectaculares de Europa. A lo largo de quince kilómetros de costa alcanzan como mucho 41 metros de altura. Están sujetos a una fuerte erosión por su material más expuesto, una roca caliza denominada creta, materia prima de las tizas. Su suavidad provoca que las olas vayan dando forma al litoral formando cuevas. Tan erosionable es el litoral que algunos pueblos como Højerup han colapsado parcialmente. Además de las cuevas naturales las hay artificiales: un par de canteras de tiza, sílex y caliza y el caso de Stevnsfort. Este fuerte fue excavado en plena Guerra Fría por la OTAN como defensa. Tiene kilómetros de galerías con baterías antiaéreas, cañones, etc.

En muchas zonas de Stevns, a veces sobre el nivel del mar y otras por debajo, hay una franja que no pasa inadvertida: son unos diez centímetros de un color rojizo oscuro. Fue una de las claves de la hipótesis Álvarez para explicar K-Pg, el fin de los dinosaurios. Luis Álvarez, que ya tenía un Nobel de física por entonces, trabajo con su hijo geólogo Walter y los químicos Frank Asaro y Helen Vaughn Michel para desarrollar una idea que fue acogida con tibieza. Con el tiempo, sin embargo, el asteroide ganó enteros. La franja de Stevns no fue la única encontrada, pero sí la que llevó más lejos su particularidad: la presencia de iridio, en este caso hasta 160 veces superior al habitual de la corteza. El iridio serían restos del meteorito de tipo condrito que impactó, restos que luego fueron tapados por otros restos de la explosión y nuevos estratos geológicos. Álvarez y su equipo también acertaron con muy poca desviación tanto el momento como el tamaño del impacto, de unos diez kilómetros de diámetro.

Vista aérea de los acantilados de Stevns Klint

Una macroextinción no es cosa de un día, por muy fatal que suene. Los cambios fueron numerosos: el eje de la Tierra cambió, hubo tsunamis de proporciones inimaginables, tormentas de fuego y una prolongada nube oscura que lo cubrió todo impidiendo la fotosíntesis durante mucho tiempo. Se calcula que el impacto fue mil millones de veces superior al de Hiroshima y Nagasaki. Pero la vida es obstinada: con todo, “solo” cayeron la mitad de las especies y la vida no acabó, sino que cambió. A ambos lados del K-Pg hubo especies y están representadas en Stevns. Antes de la explosión abundan macrofósiles de hasta 450 especies y cientos de fósiles de menor tamaño. El panorama posterior es más parco: la caliza que superpone la franja es producto de briozoos, un filo de pequeños animales coloniales.

Store Heddinge es la localidad de referencia para llegar a esta zona una hora al sur de Copenhague. Es posible llegar en autobús, pero en coche nos podremos acercar mejor a los acantilados y museos. Desde el faro tendremos una buena perspectiva de la costa, a la que nos acercaremos en un itinerario de hasta veinte kilómetros de longitud. Hay que tener cuidado con el desprendimiento de rocas. Una vista inigualable la compone también la iglesia de Højerup, al borde de un acantilado en el que de paso se distingue perfectamente la franja. Otro punto para verla es Stevnsfort, hoy reconvertido en museo de la Guerra Fría. Si queremos entender bien la historia de K-Pg tendremos que ir al museo Stevns, en Højerup.

Fotos: Niels Elgaard Larsen / CucombreLibre

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