Antesala del Taj Mahal
Como le pasó a su padre Babur, el primer mogol, la vida de Humayun no fue nada sencilla. Ascendió al trono en 1530 con tan solo 23 años, mucha inexperiencia y sus territorios disminuidos por la dividida herencia. Su medio hermano Kamran Mirza y un rebelde pastún, Sher Shah Suri, le amargaron especialmente sus primeros años, plagados de errores estratégicos. Salvó la vida por los pelos y tras varias derrotas estuvo exiliado durante quince años. Buscó reponerse entre sus más afines, pero al final la ayuda le llegó de los persas safávidas. Con ellos fue recuperando terreno perdido hasta Delhi. Este contacto con los persas marcaría decisivamente la historia del imperio mogol. Se puede apreciar con tan solo observar la tumba de Humayun. Con solo 47 años y sin poder disfrutar de la paz ganada, Humayun se cayó por unas escaleras. Su hijo Akbar quiso encumbrar a su padre, salvador de la dinastía mogol, con una tumba a su altura. Resultó ser mucho más, una pieza arquitectónica clave en India, indudable precursora de otra más famosa: el Taj Mahal le debe mucho en fondo y forma.
Para empezar, fue el diseño de un persa, Mirak Mirza Ghiyas, el que Akbar eligió para su padre. La construcción se inició en 1565, nueve años después de su muerte. El hijo se lleva el crédito, pero la viuda, Bega Begum, aportó buena parte de su riqueza y esfuerzo en levantar la tumba. Acabada en 1573, Bega desgraciadamente no llegó a verla. El sitio elegido fue la orilla del río Yamuna, cerca de la tumba del santo sufí Nizamuddin Auliya. Con el tiempo, alrededor de la tumba se levantaron otras convirtiéndose la zona en una especie de mausoleo. Sin embargo, el declive le llegó y el jardín persa que rodea la tumba de Humayun quedó abandonado a su suerte. Fue un campo de cultivo transformado en jardín inglés con el ascenso de los británicos. Finalmente, se restauró a comienzos del siglo XX. Sin embargo, la tumba fue un campo de refugiados durante la partición de la India en 1947. Fue su peor momento y forzó a una restauración completa de tumba y jardín en 1997.
La tumba de Humayun es la primera construcción en aunar armoniosamente los estilos de Centroasia, India y Persia, sello de identidad de los mogoles. En el edificio destaca una potente arenisca roja que nunca antes había dominado un edificio a esta escala. Se mezcla con el mármol blanco, que luego dominaría el Taj Mahal. La tumba no tiene mezquita asociada, aunque sí un mihrab en su interior. El edificio está asentado en una terraza de 12.000 metros cuadrados elevada ocho metros sobre el jardín. En el centro se eleva el edificio principal, de 91 metros de lado y 47 de alto, coronado por una fantástica doble cúpula blanca. Simetría y sencillez dominan el exterior, mientras que al traspasar el iwan principal entramos en un mundo de laboriosidad donde el número ocho, clave en el sufismo, es constante. Ocho lados tiene la cámara central, donde se encuentra un sencillo cenotafio orientado al norte bajo el cual está la tumba, accesible por un pasillo subterráneo. Esta cámara está rodeada de cuatro cámaras en las esquinas, también octogonales. Entre estas hay otras cuatro cámaras menores. En total hay 124 cámaras con otras tumbas.
El edificio principal está rodeado del jardín persa o char bagh. Típicamente divididos en cuatro partes unidas por canales de agua, aquí no se unen en un único estanque: los canales desaparecen debajo del mausoleo, que representa el paraíso. Cada parte está diseccionada por caminos pavimentados que delimitan ocho parterres. Entre los jardines surge una estructura inesperada y misteriosa: la tumba del barbero. El jardín está protegido por tres lados y en el cuarto cerraba el río Yamuna, hoy con el curso cambiado. Hay dos puertas monumentales: sur y oeste. Por la segunda podremos llegar a la tumba y mezquita de Isa Khan, anterior a la de Humayun. Tiene ciertos elementos que anuncian el estilo por venir, como el jardín y el número ocho.
La tumba de Humayun está en el barrio este de Nizamuddin. Tras la completa restauración se ha convertido en uno de los monumentos imprescindibles de Delhi. Está cerca de una estación de tren que no está conectada con el centro, por lo que hay que venir en taxi. La entrada da acceso a la tumba de Isa Khan y el recinto de Humayun. Aunque es un sitio tranquilo, conviene perderse entre los jardines e ir por la tarde para evitar el máximo calor. En todo caso, la visita no se alargará más allá de dos horas. Podemos completar la visita con el fuerte Purana Qila, obra de Humayun muy reformada por su enemigo Sher Shah.
Fotos: Dennis Jarvis / Jaakko Hakulinen
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