Unión en conversión
La conversión de los países escandinavos fue un largo proceso para la religión católica, que durante siglos batalló contra las creencias paganas tanto entre la realeza como el pueblo llano. Los saqueos daneses por el norte de Europa, aunque violentos, fueron la primera forma de contacto. Cuando sus principales gobernantes se relacionaron con otras casas, el catolicismo impregnó la corte. Aun así, penetrar en la descentralizada Dinamarca fue una ardua labor con una fase de marcado sincretismo religioso. El proceso se aceleró en el siglo X cuando Gorm unificó a los daneses. Su hijo Harald Bluetooth marcó el punto de inflexión definitivo con su conversión y bautismo frente al emperador Otón. Por entonces y poco tiempo más, la capital danesa fue Jelling. Aquí se encuentran dos simbólicas piedras rúnicas, las de Gorm y Harald. La del padre es pagana, mientras que Harald menciona su papel misionero que terminaría plasmándose en Dinamarca en el siglo XI. Jelling supone un símbolo tanto de la unidad nacional como la religión, reflejado también en su temprana iglesia.
Otro nombre clave en la cristianización danesa es Thyra Danebod, esposa de Gorm. Parece que era de origen extranjero y, en todo caso, su catolicismo influyó tanto en la tolerancia de su marido como en la conversión de su hijo. La piedra rúnica de Gorm está erigida en su honor, como regalo póstumo de su marido. Los destinatarios de los túmulos son otro objeto de debate. Aparentemente eran para Gorm y Thyra, trasladados luego a la iglesia, pero no hay pruebas claras. Sí que hay registro de la primera iglesia en Jelling, fundada sobre el 960 por Harald. En la tradición escandinava se construyó en madera, pero no resistió el paso del tiempo. Harald también levantó la segunda piedra rúnica entre los túmulos, mucho más grande. Tanto, que se dice que su traslado despistó a Harald, lo que aprovechó su hijo Sven para arrebatarle el trono. Con Sven, las crónicas son contradictorias, pero parece que mantuvo la línea católica pese a las reticencias en la población.
Harald murió sobre el 986 y su hijo llevó aún más lejos sus conquistas. Sin embargo, para Jelling la historia había finalizado. La corte se trasladó con Harald a Roskilde, cerca de la actual capital en Copenhague, y Jelling se limitó a ser símbolo de la unificación nacional. El tiempo no pasó en balde y todos los monumentos han sufrido cambios. La iglesia fue reconstruida en madera tres veces, pero tras sendos incendios se levantó en piedra volcánica, sencilla de trabajar, sobre el año 1100. Varios elementos son posteriores. En el siglo XIX se descubrieron sus frescos originales, unas décadas después de los primeros trabajos arqueológicos en los túmulos. Estos parece que fueron levantados sobre estructuras previas de la Edad de Bronce. El del sur nunca estuvo ocupado por tumba alguna, mientras que el norte fue saqueado antes de la llegada de los arqueólogos en 1820. No obstante, se pudieron analizar varios restos que lo situaron en el siglo X. En cuanto a las piedras rúnicas, tras un milenio a la intemperie fueron protegidas in situ hace poco.
Los dos túmulos son prácticamente idénticos en tamaño, con unos setenta metros de diámetro y once de altura. Su construcción es también idéntica, estando formados por capas similares de un material típico en el aislamiento de los tejados escandinavos, el tepe, trozos de césped unidos por sus raíces. La piedra rúnica menor es de Gorm, trasladada aquí en el siglo XVII desde un sitio desconocido. La de Harald sobrepasa los dos metros de altura y pesa unas diez toneladas. En tanto espacio hay una sencilla inscripción y una interesante decoración en la que se distingue la primera imagen de Jesucristo en tierras danesas, aunque junto a referencias sincréticas paganas como un dragón. En cuanto a la iglesia, su arquitectura románica es sencilla y el exterior está simplemente enlucido en blanco. Lo más relevante son los frescos de estilo bizantino del siglo XII, restaurados tras su descubrimiento.
Jelling se encuentra a poca distancia de Vejle, a la que está conectada por tren mediante la línea que va de Copenhague a Aalborg. Son unas tres horas desde la capital. Los monumentos están en una zona compacta donde también se encuentra el Kongernes Jelling, un moderno e interactivo museo gratuito de la historia del lugar y los vikingos muy recomendable. También merece la pena subir a los túmulos para ver el horizonte. En total, no obstante, Jelling nos llevará no más de media mañana. Eso si no venimos a su festival de música en mayo, uno de los más relevantes en Dinamarca. El Museo Nacional de Copenhague tiene una de las varias copias de la piedra rúnica de Harald que hay repartidas por Europa.
Fotos: Bjørn Giesenbauer / Szilas
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