Universidad en el germen español
Francisco Jiménez de Cisneros fue uno de los actores más relevantes de la Corona de Castilla cuando esta, a finales del XV, se unió con Aragón formando el germen de España. Pese a sus humildes orígenes, Cisneros destacó en los estudios y se ordenó sacerdote. Tras una serie de disputas perdió la fe hasta reconvertirse en monje franciscano. En 1492, su destino cambió al cruzarse en su vida la reina Isabel. En solo tres años era arzobispo de Toledo y no solo el confesor de Isabel, sino su consejero y regente a su muerte. Su papel mediador entre ambas Coronas fue fundamental. Cisneros, profundo humanista, reformador de la Iglesia desde dentro y responsable de la Biblia Políglota, tuvo en la universidad de Alcalá de Henares su proyecto más personal. A partir de su Studium Generale, del que fue alumno, Cisneros diseñó y levantó la primera universidad europea completamente planificada. Fue el modelo de ciudad de Dios o Civitas Dei renacentista. También la comunidad urbana ideal de colegios mayores y menores, esquema que se extendería a las ciudades coloniales.
Sobre este territorio a orillas del río Henares ha habido asentamientos desde hace mucho. Era una zona carpetana cuando los romanos fundaron la ciudad como Complutum. Como única ciudad del territorio que hoy pertenece a Madrid progresó para luego declinar con los visigodos. El nombre de la ciudad procede de los musulmanes, que defendieron la zona con una ciudadela o al-qal’a que localizaron en el margen contrario de la ciudad romana. Aunque el legado permaneció en el nombre, la ciudadela musulmana fue abandonada cuando los cristianos tomaron la zona en 1118. Dependiente del arzobispo de Toledo, Alcalá inicia entonces su auge gracias a un comercio que se ve favorecido por la mezcla cultural entre cristianos, judíos y musulmanes. También la Corona empieza a utilizar la ciudad de paso. Es entonces cuando surge la figura de Cisneros consiguiendo el permiso para levantar la universidad en 1499. No fue la primera de Castilla, pero Alcalá se puso rápidamente a la altura de Salamanca.
El complejo de la universidad de Cisneros arranca en la actual plaza Cervantes, renombrada en honor del más relevante escritor de habla hispana, nacido aquí. Tras comprar unos terrenos al este de la plaza, Cisneros diseñó desde cero el precinto. Extendió también las murallas medievales unos metros para incluir la universidad en la ciudad intramuros. Esta se nutrió rápidamente de colegios, residencias, hospital e imprenta. Desde el comienzo se orientó a la cualificación de letrados y obispos al servicio de la Corona, reformando la Iglesia en valores humanistas. En 1836 se decidió el traslado de la universidad a Madrid, donde tiempo después se renombró como Complutense recordando el nombre romano de Alcalá. Los edificios sobrevivieron en su mayor parte en el Colegio de San Ildefonso, edificio bandera de la universidad. En este destacan su fachada principal, una de las principales obras platerescas, el patio mayor de Escuelas y el Paraninfo. En este salón de actos deslumbra el fantástico techo artesonado en mudéjar.
El siglo XIX fue definitivamente negativo para Alcalá, pues Madrid no solo centralizó la universidad, sino arzobispado y provincia. La población se dividió por cinco y la única alegría fue el nacimiento de la Sociedad de Condueños, una novedosa asociación en defensa del patrimonio que estuvo detrás de la salvación de los edificios de la universidad. Además de esta, en Alcalá destacan el palacio arzobispal, la catedral y el Convento de San Bernardo con su original planta elíptica. El palacio tiene fachada renacentista, como el Colegio Mayor. Se mezclaba con un interior de toques mudéjares que se perdieron en un incendio. La catedral, dedicada a Justo y Pastor, dos niños mártires emblema en la ciudad, es de estilo gótico tardío. Muy austera, llama la atención su alta torre renacentista. La calle Mayor enlaza los edificios religiosos con la universidad. Siguiendo la antigua vía romana, sus 400 metros están soportalados a ambos lados.
Alcalá, que refundó su universidad hace unos años, es hoy una próspera ciudad dormitorio de Madrid con 200.000 habitantes. La mejor manera de llegar es en tren de cercanías. Hay varios que amenizan el corto trayecto con actores vestidos de época. Se le conoce como tren de Cervantes y anuncia lo que viene, una ciudad entregada al genio. Además de visitar su casa natal, hay un mercado cervantino a comienzos de octubre, cuando todo el centro se viste de la España del Siglo de Oro. Si queremos seguir en la época merece la pena el Corral de Comedias, uno de los teatros más antiguos de Europa en su estilo. De mucho antes son los mosaicos romanos de la casa Hippolytus. En cuanto a la universidad, hay visitas guiadas cada hora y son imprescindibles para poder entrar al Paraninfo. Alcalá es una de las ciudades más famosas para las tapas.
Fotos: Universidad de Alcalá / M.Peinado
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