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Valle del Loira entre Sully-sur-Loire y Chalonnes

Valle del Loira entre Sully-sur-Loire y Chalonnes

Centro-Valle de Loira y Países del Loira (Francia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 18 12, 2019
  • Category:

De castillo a châteaux


Como en otros ámbitos, el Renacimiento recuperó una secuencia clásica del mundo rural ideal, el equilibrio entre domus, hortus, ager y saltus, es decir: construcción, jardín, cultivo y bosque. Se puede afirmar que el paisajismo plenamente consciente nace en esta época y el valle francés del Loira fue su principal exponente. A los cuatro elementos se le sumó el quinto, el río más largo de Francia. Con poco más de mil kilómetros, el Loira dividió históricamente Francia en dos. Las tensiones a uno y otro lado se materializaron en los famosos châteaux, un concepto que partió del castillo medieval de los nobles y evolucionó hasta el palacio barroco. Cientos de châteaux, la parte domus del Loira, se distribuyen a orillas del río, especialmente entre Sully-sur-Loire y Chalonnes. El legado del Loira es inacabable. Hoy destino turístico excepcional, grandes artistas se inspiraron como había sucedido con el valle italiano de Orcia: literatos como Jean de la Fontaine, Honoré de Balzac o Baudelaire y pintores como Turner o Gustave Courbet se rindieron a su belleza y equilibrio.

Château de Chambord en el valle del Loira

El Loira nace en el macizo de Cévennes para fluir hacia el norte y girar al oeste antes de desembocar cerca de Nantes. Utilizado muy activamente por los galos antes de la conquista romana, estos marcaron el urbanismo de muchas ciudades actuales. El río fue utilizado por pueblos invasores y en el siglo XIV marcó la frontera entre ingleses y franceses. Durante esta época se levantaron multitud de castillos defensivos en ambas orillas. El final del asedio de Orléans en 1429 con la intervención de Juana de Arco puso fin a la presencia inglesa y abrió una etapa de paz. Entonces, los castillos empiezan a convertirse en châteaux, aunque la fiebre constructiva llegó en el siglo XVI. Los jardines fueron tan importantes como las construcciones. La afición renacentista por los juegos de agua, denominada l’aquosité, no fue solo un tema estético: en la Ilustración los aprendizajes hidráulicos sirvieron para tender una enorme red de canales adyacentes y controlar definitivamente las desastrosas crecidas del Loira.

Se le llama río salvaje por tener solo dos presas en su curso alto. A los 300 kilómetros más escénicos, más o menos entre Orléans y Angers, se le llama también jardín de Francia. Entre la segunda y Tours se encuentra además el Parque Natural Loire-Anjou-Touraine. Gracias al microclima del valle, el paisaje está dominado por multitud de cultivos, especialmente viñedos con siglos de antigüedad. Tours está considerada uno de los lugares de nacimiento del idioma francés y uno de los centros de peregrinaje más relevantes de Europa gracias a San Martín de Tours. Lo más destacable de la ciudad es su catedral gótica. A pesar de ser la ciudad más grande de su departamento no es la capital, pues lo es la famosa Orléans. Situada en el punto más al norte y por tanto próximo a París, Orléans ha sido históricamente el punto final de la navegación del Loira. Aquí se tendieron algunos de sus primeros puentes, diques y canales.

Château de Chenonceau en el valle del Loira

Si por algo es conocido el Loira es por sus châteaux. Hay decenas de ellos a orillas del río y sus afluentes y es difícil elegir los mejores. En el fondo es cuestión de gustos. Chambord es obligatoriamente el primero por su desmesurado tamaño, responsabilidad de su primer dueño, el rey Francisco I. Su estilo es una mezcla perfecta de aire medieval francés y Renacimiento italiano. Uno de los más visuales es Chenonceau, pues se extiende por encima del río Cher y tiene una arquitectura prototípica. El de Villandry destaca no tanto por su arquitectura sino por el hortus, sus fantásticos jardines en parterres. Es inevitable nombrar otros como Chaumont con su majestuosa vista desde el Loira y larga historia; d’Usse con su capilla en gótico flamígero tardío sobre base renacentista, además de inspirar Blancanieves; y Blois por su ambiente más urbano y eclecticismo.

Unos 300 kilómetros separan los dos extremos del valle con decenas de châteaux entre medias. Podemos destinar los días que queramos, que la tarea de verlos todos es inacabable y seleccionar se hace obligatorio. En todo caso, menos de tres días será insuficiente para ver los principales, en los que tendremos que tener paciencia con las colas: Loira es desde el siglo XIX una de las zonas más turísticas de Francia. Es bueno alternar las visitas con las ciudades o recorridos más salvajes. Orléans está a unas dos horas en tren desde París. Desde aquí o Angiers podemos recorrer el Loira en tren, coche o bicicleta, aunque la opción más tradicional es hacer un crucero fluvial. Hay muchas compañías con distintos recorridos. El vino del Loira es uno de los más famosos del país. Merece la pena visitar alguna bodega o acudir a uno de los muchos festivales veraniegos.

Fotos: Bert Kaufmann / Thomas de Castilla

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