Volcanes helados
La península de Kamchatka se localiza en el extremo este de Rusia, enlazando con Japón desde su cabo Lopatka por medio de las disputadas islas Kuriles. La densidad aquí es mínima por la dureza del clima y la distancia a Moscú. Kamchatka tiene forma alarga y sus 1.250 kilómetros están vertebrados por dos cordilleras: la central Sredinny y Vostochny por la costa este. Entre ellas hay numerosos volcanes aislados. Además, lo que destaca no es que haya unos 300, sino que varias decenas están siempre activos. Kamchatka comparte con Japón su complicada sismología. A nivel vulcanológico estamos en el punto más caliente de Eurasia. Por encima del resto se alza el Klyuchevskaya Sopka. Con unos 4.800 metros, es el volcán más alto en el hemisferio norte. La combinación de clima y volcanes le ha dado a Kamchatka el sobrenombre de tierra de hielo y fuego. A pesar de todo, la modestísima ocupación y explotación de la península han permitido que se conserve en estado casi virginal y que flora y fauna de gran tamaño abunden.
Los volcanes se expanden por toda la península, pero se concentran en seis zonas protegidas por distintas Reservas. Desde la punta sur, se extienden por la costa y cubren también el centro. Si bien Klyuchevskaya es el volcán más alto, Kronotsky es el más admirado. Su perfecto y espigado cono, totalmente simétrico, recuerda a picos tan míticos como el Fuji. Estamos ante uno de los volcanes más bellos del mundo. Hay otros muchos. Algunos son tan activos como el Karymsky, que erupciona violentamente casi anualmente, o el Bezymyanny, que no ha parado desde los años 50. Otros como el Gorely o el Ksudach son hermosos por sus cráteres rellenos por lagos ácidos y sus fumarolas. Además de montañas, Kamchatka tiene un punto especial llamado el valle de los géiseres en torno al río Geysernaya, cerca del volcán Kikhpinych. Es el segundo punto del mundo en densidad de estos fenómenos: en seis kilómetros se acumulan unos noventa chorros. Parte de ellos fueron cubiertos por un corrimiento de tierras natural en 2007. El paisaje de Kamchatka cambia constantemente.
No tanto como para que la desbordante vida no se adapte. En Kamchatka partimos de dos ecosistemas básicos que dependen de latitud y altitud: la desnuda tundra, muy al sur para lo que acostumbra, y la boscosa taiga. Kamchatka es famosa por el gigantismo de sus animales. La estrella es el oso pardo por el tamaño y número de estos. Hay muchos más depredadores como zorros, lobos, linces, mustélidos o nutrias marinas. Estas últimas, amenazadas, tienen su santuario en toda la costa este. Hay también multitud de herbívoros, incluyendo una enorme subespecie de alce. En aves destaca el pigargo gigante de Steller, una de las mayores aves de presa del mundo. Estos exagerados tamaños provienen de varios factores: abundantes pastos, multitud de precipitaciones y glaciares que proporcionan agua y corrientes marítimas que traen abundante pescado. En este sentido, Kamchatka posee la mayor variedad y cantidad de salmónidos del mundo.
Rusia no llegó a Kamchatka hasta el siglo XVII. Tras alcanzar el mar de Ojotsk, al oeste, rodearon por tierra para entrar por el istmo. Es probable que el explorador Mikhail Stadukhin fuera el primero en acceder en 1651. Fue sin embargo Vladimir Atlasov quien a finales de siglo organizó exploraciones sistemáticas. Además, Atlasov se cruzó con un náufrago japonés que para el imperio ruso fue una fuente de conocimiento del nuevo vecino del sur. Había más gente en Kamchatka: distintas etnias que fueron paulatinamente asimiladas o víctimas de enfermedades occidentales. El siglo XVIII vio un lento proceso de colonización centrado desde 1740 en la ciudad de Petropávlovsk-Kamchatski, fundada por Vitus Bering. La exploración, no obstante, no acabó hasta el mismo siglo XX. El valle de los géiseres fue descubierto en los años 40.
Viajar a Kamchatka no está al alcance de todos por lejanía e inversión, pero el turismo es regular y está organizado. La mejor opción es contratar una expedición desde origen: las hay centradas en volcanes, en fauna o mixtas. Petropávlovsk-Kamchatski es la ciudad de entrada a la península y en sus inmediaciones está el Instituto Vulcanológico, perfecta introducción al universo de Kamchatka. Alrededor de la capital hay varios volcanes destacables en la Reserva de Nalychevo. La zona más turística del Valle de los Géiseres y el volcán Kronotsky es accesible solo vía helicóptero. Para el resto hay que usar coche o trineo de perros, aunque las distancias son largas. Ascender las montañas está reservado a los expertos, así que el senderismo es lo más prudente. Por supuesto hay que venir en verano. Coincidiremos con la fiesta Alhalalalai, una de las pocas muestras de la etnia itelmen. Son típicos para comer los cangrejos gigantes, muy habituales en la costa este.
Fotos: ISS Expedition 38 crew / Игорь Шпиленок
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