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Weimar clásica

Weimar clásica

Turingia (Alemania)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 20 12, 2021
  • Category:

Sensibilidad al alza


Cuando se habla de Weimar Clásica, uno de los periodos más influyentes en la cultura alemana ilustrada, la historia suele olvidar a una de sus protagonistas más influyentes: la duquesa Ana Amalia. Viuda y regente, en 1772 tomó una decisión que muchos consideran el inicio de este periodo. Contrató como tutor al poeta Christoph Martin Wieland, el primero del círculo de intelectuales que Ana Amalia reunió en Weimar, encabezado por el teólogo y poeta Johann Gottfried Herder y los escritores Friedrich Schiller y Johann Wolfgang Goethe. Juntos desarrollaron un pensamiento que sintetizó la filosofía racionalista previa y el prerromanticismo alemán de Sturm und Drang, profesado antes por Schiller y Goethe. Esta pequeña ciudad vivió una revolución intelectual extendida hasta comienzos del siglo XIX y reflejada en su arquitectura. Con distintos estilos, en Weimar se cuentan doce edificios o complejos incluyendo palacios, viviendas, parques, iglesia, cementerio y biblioteca.

Palacio de Weimar

En la primera mitad del siglo XVIII, la Ilustración alemana pecó de un excesivo racionalismo que hasta intentó hacer del arte una disciplina científica. Inevitablemente llegó la reacción con el movimiento Sturm und Drang. El nombre de esta corriente tiene relación con la compañía teatral de Abel Seyler, para la que trabajó Wieland antes de llegar a Weimar. Otra de sus ocupaciones, crítico literario, le emparenta con Herder, con quien también compartió un profundo cosmopolitismo no reñido con la defensa de la cultura germana. En Herder, esta lucha interna entre lo antiguo y lo nuevo, lo universal y lo nacional, estuvo a la altura de la pugna entre sentimientos e intelectualismo que rodeó a Weimar Clásica. La corriente llegó a su cénit en la década de 1890, tras más de quince años de amistad entre Goethe y Carlos Augusto, el duque hijo de Ana Amalia. Tras un viaje a Italia, Goethe inició a su vez una amistad con Schiller. Juntos terminaron de perfilar un clasicismo que tuvo gracias a la revista Die Horen gran resonancia.

El escenario fue Weimar, relevante localmente gracias a su histórico condado, pero siempre en segundo plano. En el siglo XVI, el contexto de la Reforma la hizo capital de los Wettin. En tiempos absolutistas, este protagonismo significó un fuerte impulso arquitectónico encabezado por el Palacio de Weimar. Su incendio de 1774 dio la oportunidad a Goethe de experimentar en una nueva disciplina. Carlos Augusto le pidió asesorar la reconstrucción, que dio un giro al neoclasicismo en los interiores. Goethe diseñó las alas este y norte, pero la más asociada a los clasicistas es la oeste. La razón son las Dichterzimmer o habitaciones de los poetas, homenaje del ducado a los cuatro principales protagonistas de la Weimar Clásica. El aire liberal y cultural de la ciudad tuvo su prolongación hasta la fundación de la Bauhaus. Acontecida en entreguerras, esta era fue también especial políticamente, pues de Weimar tomó el nombre la república alemana que abolió Hitler, quien vio en la ciudad un símbolo de la superioridad intelectual nacional.

Biblioteca de Anna Amalia en Weimar

Este simbolismo fue fundamental para el programa de restauración tras los daños en la II Guerra Mundial. Algunas como la iglesia gótica de San Pedro y San Pablo o Herder tuvieron que ser prácticamente reconstruidas. En otros casos, la prevención fue clave, como en la famosa biblioteca de Ana Amalia, simbólico edificio de Weimar Clásica. Parte del llamado Palacio Verde, fue reutilizado como biblioteca gracias a la duquesa. Las traducciones de Wieland fueron su primera gran colección, a la que siguieron volúmenes producidos por los propios autores, especialmente de Goethe, que trabajó aquí desde 1797. Muy cerca estaban las casas de Goethe y Schiller, otras dos referencias históricas barrocas. Otro símbolo en Weimar es el Wittumspalais, conjunto palaciego barroco. Fue residencia de Ana Amalia desde el fin de su regencia. En sus habitaciones tuvieron lugar numerosos encuentros entre los integrantes del clasicismo. Cuando optaban por el campo, el palacio Ettersburg y la mansión Tiefurt eran la referencia. Sus jardines son joyas del paisajismo clasicista a la altura del Park an der Ilm, creación personal de Goethe en Weimar, y el Belvedere.

Weimar es una turística ciudad muy visitada desde otras ciudades como Leipzig, con aeropuerto. Podemos llegar por carretera o en tren. La primera opción nos permitirá acercarnos a los puntos en las afueras, Ettersburg y Tiefurt, o el campo de concentración Buchenwald. El resto están diseminados por un centro histórico que se puede hacer perfectamente en un día a pie. Varios se han reconvertido en museos como el palacio, la biblioteca o la casa de Goethe. Otros los veremos dando un paseo, como el Park an der Ilm o el monumento a Goethe y Schiller en Theaterplatz. Es aconsejable contratar algún tour guiado para así aprender más del contexto histórico, pero también podemos visitar la Weimar Haus, una exposición permanente de la historia local. Para acabar el día hay que probar una de las salchichas más tradicionales en Alemania, la Thüringer Rostbratwurst.

Fotos: Maros M r a z / Steffen Schmitz

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