Pirámides volcánicas
Un cuello volcánico es una torre de piedra resultado de la solidificación de un conducto formado en las faldas de un volcán. Muchas veces, esta solidificación tapona el magma hasta que la presión acumulada produce una fuerte explosión. Otras, el cuello resiste la fase eruptiva y, cuando el volcán se ha calmado, se genera una erosión seleccionada: el cuello en sí resiste más que las rocas que lo rodean. Con suficiente tiempo se forman pináculos muy verticales. Hay ejemplos de cuellos volcánicos en distintas partes del mundo: en las montañas Mandara de Camerún o varios ejemplos en Nueva Zelanda y EEUU. En otros cuellos, los distintos pueblos se han dedicado a levantar edificaciones por lo singular del terreno: tal es el caso de la iglesia Saint Michel d’Aiguilhe en Francia o el castillo Trosky en República Checa. A nivel natural, los Pitones de Santa Lucía son el exponente más espectacular. Su mayor diferencial reside precisamente en el plural utilizado: estos pitones están juntos, siendo casi copias idénticas el uno del otro.
Santa Lucía es una pequeña isla de las Antillas Menores. Tiene poco más de 600 kilómetros cuadrados y solo 175.000 habitantes. Fue colonizada en 1660 por los franceses tras un acuerdo pacífico con los indígenas originales, los caribes. Sin embargo, poco después se inició una cadena de hostilidades entre británicos y franceses. Tras catorce cambios de manos pasó a ser propiedad británica a comienzos del siglo XIX, aunque el influjo francés permaneció. Recientemente, en 1979 Santa Lucía consiguió su independencia. La isla tiene forma alargada, midiendo solo 43 kilómetros en su lado mayor. Sin embargo, Santa Lucía alcanza los 950 de máximo de altitud: es inusualmente montañosa para la región donde se sitúa, a pesar de que el origen volcánico sí lo comparte con otras Antillas Menores. El pico más alto es el monte Gimie, pero no es el más icónico. Esto queda reservado para los Pitones. Sus nombres Gros y Petit Piton hacen referencia a sus respectivas alturas: 771 y 743 metros.
Los Pitones están localizados en la costa oeste de la isla, cerca de las localidades de Choiseul y Soufrière. Al estar en la costa se forma entre ellos una bahía, de nombre Jalousie, pero tampoco son islas y están unidos por tierra con la cresta Piton Mitan. La caldera, de siete kilómetros de diámetro, es conocida como depresión Qualibou. El entorno de los Pitones está lleno de fumarolas y fuentes termales. La parte marina, por su parte, está cubierta por arrecife de coral en un 60% entre el que viven más de 150 especies de peces. La vegetación en tierra es la típica de bosque húmedo y tropical con 150 especies de flora, varias de ellas amenazadas. En tan reducido espacio no hay mucho hueco para la fauna terrestre, más allá de algunos roedores, reptiles y anfibios. Sí que hay más avifauna, con 27 especies de las cuales cinco son endémicas.
Toda la zona volcánica tiene en torno a 5-6 millones de años. La zona colapsó, bien estructuralmente o bien por un enorme corrimiento de tierras, hace unos 300.000 años, formando por la depresión Qualibou. La original forma de los Pitones ha sido reflejada en la cultura indígena y colonial. Esto se puede comprobar en el conocimiento y mitología oral de la isla y también en yacimientos arqueológicos y petroglifos, aunque están poco investigados. Algo parecido pasa a nivel geológico. Al contrario que otras zonas volcánicas, los Pitones solo han sido analizados en las últimas décadas. La zona se protegió por primera vez en 2002. La parte más complicada de gestionar fue el entorno marino por la habitual pesca en la zona, pero se llegó a un acuerdo con los habitantes de los alrededores.
Más de 200.000 personas visitan anualmente los Pitones, principal atracción de Santa Lucía e icono del país. La capital, Castries, aloja un tercio de la población y tiene el más pequeño de los dos aeropuertos, aunque cada vez es más habitual llegar aquí en un crucero. Además de los Pitones se puede visitar una caldera volcánica que tiene una carretera en su interior, un fuerte británico, los jardines botánicos y las numerosas playas. Las más famosas están en el norte, en la zona de resorts. Las piscinas de las fuentes termales son lo más visitado de los Pitones junto al mirador desde el que se pueden contemplar ambos. El ascenso al Pitón Gros es muy típico y se tardan unas tres horas y media. Para todo esto lo mejor es contratar un taxi concertado, aunque también podemos aproximarnos a los Pitones en barco, con la posibilidad de además hacer snorkel. Para reponer fuerzas, lo mejor es la gastronomía local, con guisos típicos de pescado, carne o verduras cocinados en una olla sobre carbón. De diciembre a mayo es la estación seca en Santa Lucía.
Fotos: James Thornett / Simon Phipps
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