Fe restauradora
El budismo cayó en desgracia en la India durante siglos, lo que ocultó templos excavados en la roca como las cuevas de Ajanta. Los vecinos cingaleses del sur, sin embargo, mantuvieron vigente esta religión. En vez de dejar a su suerte cuevas tan espectaculares como las de Dambulla, tomaron un camino totalmente opuesto. Dambulla es uno de los sitios que mejor representa la continua restauración de un sitio sagrado. No solo es el más antiguo y grande templo-cueva de Sri Lanka, sino que sus esculturas y pinturas han sido cuidadosamente renovadas desde tiempos ancestrales. Situadas en un cerro testigo de 160 metros de altura sobre una planicie, el escenario es ya de por sí atractivo. Una vez subamos a la roca podremos ver el trabajo de 22 siglos en cinco cuevas distintas. En ellas se agolpan multitud de estatuas de Buda rodeadas de pinturas murales. 22 siglos de actividad continua dan para mucho, por lo que podremos también asistir a un repaso de la evolución del arte cingalés en este amplio periodo.
Las numerosas cuevas de los alrededores, unas ochenta, fueron utilizadas como refugio durante mucho tiempo. También como lugares de enterramiento, como demuestra el sitio de Ibbankatuwa. En los siglos III y II a.C., recién llegado el budismo a la isla, se empezaron a utilizar como monasterios budistas. Valagamba, rey de Anuradhapura, fue el que digo un giro al rol de Dambulla al transformar las cuevas en santuarios profusamente decorados. Este rey fue exiliado de su capital tras un ataque llegado desde el sur de la India. Cuando logró repeler a los invasores se lo agradeció a Buda transformando Dambulla en un lugar de culto y arte. A partir de aquí, los distintos reyes mantuvieron la tradición y fueron añadiendo más y más estatuas y pinturas, además de renovar las anteriores. Uno de los más activos, por ejemplo, fue Nissanka Malla en el siglo XII. En su reinado se cubrieron setenta estatuas de Buda con una capa de oro.
No fue la única renovación. En el siglo XVIII llegó otra gran restauración bajo el reino de Kandy. La mayor parte de los 2.100 metros cuadrados de pinturas murales que podemos ver hoy son de esta época. En esta época es cuando se le otorga a la familia Jeevan Naide la responsabilidad de mantener en buen estado las pinturas. Aún hoy mantienen esta misión, aunque progresivamente han ido incorporando técnicas modernas. En los años 60, por ejemplo, se les aplicó una capa protectora a las pinturas para preservarlas más tiempo. Proteger las pinturas no pasa solo por restaurarlas. También se han añadido canaletas para evitar que la humedad penetre en las cuevas. En 1938 se añadieron una arcada y puertas con tejadillos a dos aguas para marcar la entrada a cada una de las cinco cuevas y de paso protegerlas del exterior. Desde los años 80, los esfuerzos se han centrado en las pinturas del siglo XVIII.
Las cinco cuevas son bastante amplias: hasta 23 metros de fondo, siete de altura y unos cincuenta de ancho. Entre todas suman 157 estatuas, la mayor parte de Buda. La Cueva del Rey Divino o Devaraja Lena es la más antigua, del siglo I a.C. Está presidida por un Buda tumbado de 14 metros de largo, escoltado por los dioses hinduistas de Ananda y Vishnu. La cueva de los Grandes Reyes o Maharaja Lena tiene numerosas estatuas de Buda y también la de los dos reyes principales para Dambulla: Valagamba y Nissanka Malla. También hay una pequeña estupa y una fuente que gotea agua del interior del cerro. Forrando la cueva hay multitud de pinturas del siglo XVIII. Algunas cuentan la vida de Buda y otras la historia de este pequeño país. Maha Alut Vihara, el gran monasterio nuevo, es un ejemplo de decoración más moderna. Es obra de Kirti Sri Rajasinha, uno de los reyes de Kandy.
Dambulla está unos setenta kilómetros al norte de Kandy, la segunda ciudad del país, y se puede llegar en bus. Como visitar las cuevas no lleva más de un par de horas, se suele combinar con Sigiriya, que está a unos veinte kilómetros. También es opcional acercarse al monasterio budista de Na Uyana Aranya a ver la vida diaria de los monjes. Está en las montañas Dummiya. Una vez en Dambulla, abajo veremos un templo moderno muy dorado y kitsch sin demasiado interés. Compraremos también las entradas antes de una buena subida flanqueada con puestos de artesanía e inofensivos monos. De vuelta de las cuevas podemos acercarnos al museo de la ciudad para completar la explicación con ayuda de algunas reproducciones. A Dambulla es bueno ir de enero a mayo para evitar las lluvias. Esta zona no es especialmente agobiante en cuanto al calor.
Fotos: LisArt / Terry Feuerborn
Comentarios recientes