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Christiansfeld, una colonia de la iglesia morava

Christiansfeld, una colonia de la iglesia morava

Dinamarca Meridional (Dinamarca)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 11 10, 2019
  • Category:

Utopías misioneras


La iglesia protestante morava debe su nombre a sus orígenes en esta región checa en 1457, esto es, bastante antes de Lutero. La figura clave fue la de Jan Hus, una de las influencias del alemán, pues también pidió el fin de las indulgencias, misas en idiomas vernáculos, casamiento de sacerdotes, etc. A Hus le tocó pagar por ser pionero y fue quemado por hereje, pero su impronta aumentó y sus seguidores, los husitas, provocaron las primeras guerras de religión dos siglos antes de las que asolaron Europa. Tras estas se empezaron a crear exitosas congregaciones de aspiraciones más modestas como la morava, nacida como Unión de Brethren. Con Chequia repleta de husitas, el contraataque católico no se hizo esperar y los Habsburgo iniciaron un movimiento de arriba abajo forzando un retorno del catolicismo a pesar de la resistencia. A mediados del XVII, esta política había tenido éxito, pero algunos grupúsculos resistieron en la clandestinidad. La iglesia morava pudo recuperarse en el siglo XVIII con una ideología ilustrada renovada y ansias por establecer misiones. Estas le llevaron tan lejos como Australia y tan cerca como Christiansfeld, en Dinamarca.

Iglesia congregacional morava en Christiansfeld

La primera decisión de los moravos fue mudarse y reunificarse en el sureste de Sajonia, Alemania, gracias a la permisividad de su gobernante. Allí fundaron la ciudad de Herrnhut y, tras ciertas discusiones internas, sentaron las nuevas bases en 1727. Entonces eran 300, hoy 750.000. Surgen las primeras figuras relevantes de la congregación y se inician las primeras treinta misiones que les convirtieron en una de las primeras instituciones protestantes en expandirse concienzudamente. Tenían la particularidad de enviar laicos y no sacerdotes, por lo que las misiones eran tan religiosas como ideológicas. Estas comunidades estaban interesadas en crear entornos de una alta espiritualidad y valores puros. La forma de vida era totalmente comunal, las decisiones se tomaban de común acuerdo y, aunque la propiedad privada existiera, las diferencias sociales eran virtualmente borradas. Se puede decir que eran sociedades semiutópicas igualitarias, algo sin apenas precedente. Las misiones moravas tuvieron dos versiones según el contexto: operaron en países coloniales o bien procuraron entornos según sus principios insertándose en otros países europeos.

Christiansfeld, nombrada así en honor al rey danés Cristián VII, nació en 1773. Fue diseñada sobre suelo agrícola con la ciudad matriz de Herrnhaag como modelo. En solo diez años, la ciudad había alcanzado 300 habitantes y tenía todos los servicios básicos para ser autónoma. El crecimiento no se detuvo y añadió un colegio, paso clave para perpetuar la ideología. Las guerras napoleónicas frenaron la expansión, que se retomó más lentamente hasta que los cambios de fronteras situaron a la ciudad en Alemania a mediados del XIX. Entonces el declive fue más agudo y hubo que esperar al retorno danés en 1920. Los viejos preceptos moravos regresaron, aunque se tuvieron que adaptar a los nuevos tiempos de democracia y laicidad. La II Guerra Mundial no vino mal, pues Christiansfeld logró la independencia de Herrnhaag. El paso de las décadas vio una expansión no protagonizada por los moravos, cuya comunidad no obstante goza de buena salud y ha abierto un nuevo colegio.

Cementerio de Christiansfeld

Todo en la funcional ciudad de Christiansfeld gira en torno a la plaza de la iglesia y los edificios comunales en torno a ella. Dos calles paralelas funcionan como eje oeste-este: Lindegade y Nørregade. En ellas hay viviendas, tiendas, talleres y un hotel original. A espalda de las viviendas y en la plaza de la iglesia hay jardines que son cuidados de forma comunal. En Nørregade estaba la vivienda comunal de solteras y viudas y en Lindegade la de los hombres. Al este hay dos calles perpendiculares que extienden la ciudad. Una lleva al cementerio Gudsageren. Es uno de los puntos más famosos porque la uniformidad morava alcanza aquí una estética sorprendente. Esta uniformidad de Christiansfeld se ve en sus edificios, marcados por el ladrillo amarillo y el techo rojo. El interior de estos es terriblemente austero, con paredes blancas y simples detalles en las lámparas de techo.

Christiansfeld tiene apenas 3.000 habitantes y está a medio camino entre los aeropuertos de Billund, sede del famoso parque de Legoland, y Sønderborg, aunque mucha gente llegará en ruta. La ciudad recibe bastante turismo, pero sobre todo de locales y en verano. Hay tours en inglés que son bastante recomendables, pues la ciudad se disfruta desde su historia y no tanto su arquitectura. Se puede complementar el viaje con una visita a una zona morava más natural: el Christinero. La gastronomía morava es relevante en dulces. Destacan las galletas de jengibre y sobre todo la tarta de miel, cuya secreta receta es original de 1783.

Fotos: Villy Fink Isaksen / Ajepbah

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