El Camino japonés
Nara y Kioto son dos de las capitales históricas del Japón del pasado. Situadas una cerca de la otra, al sureste de ambas se extiende la península Kii y sus montañas homónimas. Acorde con la espiritualidad sintoísta y budista de los japoneses, las montañas Kii han sido adoradas desde el periodo Heian, iniciado en el 794. Las montañas Kii forman una rugosidad del terreno que no llega a alcanzar los 2.000 metros. Por su sacralidad han sido bastante bien conservadas en su forma natural. Entre los montes y sus tupidos bosques, los japoneses fueron levantando distintos grupos de templos, santuarios y sitios religiosos. Tres son las principales zonas: Yoshino, Kumano Sanzan y Koyasan. Entre ellas se extiende una red de ancestrales caminos de más de 300 kilómetros. Son las rutas de peregrinaje más importantes del país. Como en otras peregrinaciones, la espiritualidad se une al turismo y las rutas son seguidas a partes iguales por devotos y gente con ganas de disfrutar del entorno natural y el arte.
La adoración de la naturaleza es parte integral del sintoísmo: es lógico, teniendo en cuenta su creencia de que los dioses controlan las montañas que riegan los campos de arroz. Tras la creación de la capital de Nara, estas ideas se trasladaron de la ciudad al entorno rural de las montañas Kii. Con el ascenso de Kioto, en Kii se concreta una nueva corriente religiosa: el shugen-do. Es una rama sincrética de corte ascético en la que el despertar experiencial es conseguido a través de la relación entre las personas y la naturaleza. En los siglos IX y X es cuando empiezan las peregrinaciones a los montes como respuesta a la agitada política de la capital. Del XI al XII se multiplican los proyectos arquitectónicos por el apoyo económico de los samuráis, que buscan así ganarse el respeto de los dioses. El peregrinaje se populariza definitivamente cuando en el siglo XI se produce el primer peregrinaje real. Esto impulsa los visitantes y los lugares para dar servicio a estos: hostales, pequeños santuarios llamados oji, etc. Como Kii tiene lugares para todas las religiones japonesas, el número de devotos no ha dejado de crecer en todos estos siglos.
Al norte de las montañas Kii se encuentra la montaña Yoshino, una de las más sagradas en Japón desde el siglo X. Ya era adorada en el siglo VII por los sintoístas cuando los seguidores de la secta shugen-do instalaron aquí su base. La montaña es de por sí pintoresca gracias a los cerezos y su floración. Se distribuyen a miles en cuatro bosques independientes a distintas altitudes. Esto hace que la floración no coincida en fechas y haya más oportunidades de ver alguna zona en su momento cumbre si vamos en la época adecuada. Sobre este fondo se distribuyen varios santuarios, destacando Kimpusen-ji. Es el principal para el shugen-do y el segundo templo de madera más grande de Japón. Omine es un santuario situado un poco más al sur de la montaña. Representa la fusión de la arquitectura budista y sintoísta.
Kumano Sanzan abarca el sur de las montañas Kii. Hay multitud de templos de madera muy destacables en distintos puntos. Tres son los principales y los caminos que los unen conforman las rutas de peregrinaje más importantes: el kumano kodo, cada vez más frecuentado por turistas extranjeros. El primer tramo de camino son cuarenta kilómetros hasta el tempo Hongu Taisha. Además de que su madera no tratada le da un aspecto más integrado en la naturaleza, en Hongu Taisha se encuentra la puerta de entrada o torii más grande que existe. Tras hacer noche en el santuario hay que elegir camino. A Hayatama Taisha se llega por agua tras un recorrido en barca de otros cuarenta kilómetros. A Nachi Taisha se llega andando. La zona de Nachi destaca por su naturaleza, incluyendo un bosque sagrado y una preciosa cascada. Se puede seguir caminando y por la ruta Kohechi llegaremos a la tercera zona tras setenta kilómetros: Koyasan. Aquí es obligado visitar Kongobu-ji, un santuario fundado en el siglo IX. El edificio actual es moderno, pero los paneles en las puertas corredizas fueron pintados a mano en el siglo XVII por Kano Tanyu.
Más de quince millones de personas recorren los caminos de las montañas Kii cada año. La mayor parte no son muy duros, salvo excepciones como la ruta que une Kumano Sanzan con Koyasan. Aquí se puede llegar, no obstante, en tren desde Osaka y luego tomando un teleférico. A la montaña Yoshino también se puede uno acercar en tren desde Nara, que está a noventa minutos. Para hacer a pie el Kumano Kodo hay que trasladarse al oeste de la península. La primera parte del camino se denomina Nakahechi y se inicia en el oji de Takijiri. Muchas señalizaciones están solo en japonés, así que hay que planificar bien y no improvisar. Hay distintos festivales y ceremonias en cada santuario, por lo que es recomendable repasar el calendario de cada año. Muchos son en primavera, época ideal para ir por las temperaturas y para intentar cuadrar la visita con la floración de los cerezos de Yoshino.
Fotos: David Z. / Tawashi2006
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