Protegiendo la nueva capital
La ciudad de Agra, marcada en la agenda de todo viajero gracias al Taj Mahal, fue fundada a comienzos del siglo XVI, aunque en la zona había habido un asentamiento desde el primer milenio a.C. Fue Sikandar Lodi, gobernante del sultanato de Delhi, el que la fundó oficialmente y mudó aquí la capital de sus territorios entre 1504 y 1506. Los buenos tiempos de Agra empiezan así con este sultanato, pero se multiplican con los poderosos mogoles. Agra fue la capital para tres de sus emperadores: Akbar, Jahangir y Shah Jahan. Este último, responsable de Taj Mahal, devolvió el poder a Delhi. Durante este periodo, el subcontinente indio no fue ni mucho menos un lugar relajado. Las luchas de poder internas y externas eran constantes. Por tanto, a nueva capital, nueva fortificación. Es así como nace el Fuerte de Agra, una ciudad fortificada construida por el abuelo de Shah Jahan. Hablamos de Akbar, que aunque sea más desconocido que su nieto fue uno de los dirigentes mogoles más importantes que existieron.
Akbar fue el tercer mogol en dirigir el subcontinente indio en toda su extensión. Para el imperio mogol su reinado supuso la estabilización del territorio tras la derrota definitiva de los hindúes. Los mogoles eran musulmanes provenientes de Centroasia que habían planteado una lucha de religiones que nunca ha terminado de resolverse del todo, ni siquiera con la separación política que supuso la creación de Pakistán tras la II Guerra Mundial. Akbar, no ajeno a este problema, buscó la reconciliación de la zona tras conseguir mezclar las dos culturas de la zona: la mayoritaria hindú y la de los dirigentes musulmanes. Para ello llegó incluso a fundar una nueva religión mezclando las otras dos. Se conoció como Sulh-e-kul y su objetivo principal era la paz y reconciliación, pero no fue muy popular. Políticamente, Akbar fue consciente de la importancia estratégica de Agra y fijó la capital aquí. Acorde a esta distinción se dispuso a utilizar la base de un antiguo fuerte del siglo XI, según crónicas gaznávidas. Sobre este construyó su nuevo hogar, el Fuerte de Agra, cuyas obras concluyeron en 1565.
Los tiempos de Shah Jahan fueron tiempos de esplendor y el Fuerte de Agra lo notó. Jahan remodeló parte del fuerte para asemejarlo más a un palacio, algo a su altura. Desgraciadamente para él, su nombre se relaciona más con el Fuerte de Agra por otra razón: se dice que Jahan pasó sus últimos días preso aquí, en una torre con vistas a su obra maestra, el Taj Mahal. Su hijo le condenó a ello, aunque luego tuvo el detalle de enterrarle en su gran mausoleo. El fuerte no solo ha servido para que cada dirigente dejara su sello con bellos edificios, sino que ha sido activamente usado como defensa. Lo fue durante tiempos mogoles y también protagonizó una batalla en la rebelión india de 1857 contra la británica East India Company. Este importante incidente derivó en un cambio de gobierno en la zona, que pasó a ser controlada directamente por la Corona inglesa. Anterior a esta época son también los cuarteles británicos que acabaron con varios monumentos.
El fuerte dibuja un semicírculo en torno al río Yamuna, que llena de paso el foso que rodea el fuerte en todos sus lados. Las fortificaciones de más de dos kilómetros están compuestas de murallas de color rojo arenisca, similares al Fuerte Rojo de Delhi. Han soportado perfectamente el paso del tiempo y se mantienen en pie sin excepción. El diseño es una doble estructura concéntrica complementada en algunos puntos con bastiones. Tiene varias puertas, entre las que destaca la puerta de Delhi por su monumentalidad al conectar las dos principales ciudades del imperio. Dentro del complejo encontramos una amalgama de monumentos de todo tipo. De la época de Akbar solo queda un palacio, lo que nos da una idea de la querencia de todos sus herederos por ir dejando su marca personal en el Fuerte de Agra: varios palacios, dos mezquitas, edificios de recepción, torres, etc. Shah Jahan erigió dentro del fuerte de Agra el hall Diwan-i-Am y la mezquita perlada, dos de las principales estructuras.
El Fuerte de Agra es habitualmente visitado por los turistas en el mismo día que se visita el Taj Mahal, que se encuentra a unos escasos dos kilómetros. Conviene no escatimar demasiado con el tiempo que se le dedica por la cantidad de edificios que merece la pena visitar, su tamaño y la cantidad de gente que hay. Lo mejor es destinar toda una mañana o una tarde. Como en toda esta parte de la India, la mejor época para ir es a partir de octubre, cuando las lluvias y sobre todo las temperaturas dan una tregua: Agra pasa por ser una de las ciudades más calurosas de la India.
Foto: Sean Barnard / IFPRI -IMAGES
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