Hogar otomano
El azafrán es una de las especias más valoradas y caras del mundo. La escasa producción mundial, de unas 300 toneladas anuales, procede de Irán en un 90%. El resto se reparte en un arco que va de España a la India. En Turquía, la región productora por excelencia está encabezada por una ciudad que adoptó el nombre de la especia: Safranbolu. A cien kilómetros del mar Negro, sobre un pronunciado barranco, además del azafrán la historia de Safranbolu es una historia de comercio. Ciudad de caravanas de una sección de la Ruta de la Seda, el ferrocarril la esquivó a comienzos del siglo XX, parando en seco el progreso de una hasta entonces rica ciudad de mercaderes, especialmente desde el siglo XVII. Más allá de sus monumentos, la homogeneidad del centro histórico y su arquitectura civil vernácula son el principal legado de aquella época. Toma forma con unas 800 casas particulares cuyo diseño y estilo influyó en el entonces imperio otomano.
El entorno de Safranbolu ha estado habitado desde hace unos 3.000 años: de ello da fe un templo romano que hay en las proximidades. El asentamiento actual, no obstante, tiene origen turco. Se supone que fue fundada sobre el siglo XI, en una de las oleadas de expansión de las tribus turcas centroasiáticas previas a la instauración del imperio otomano. Desde el inicio fue un puesto comercial y en el siglo XIII era ya una de las principales caravanas de Anatolia. Para ello, un elemento fundamental fue su mercado, que no dejó de crecer hasta el siglo XVII, cuando Safranbolu disfruta de su máximo apogeo. La ciudad entonces se empieza a expandir gracias a las riquezas locales. En los siglos XVIII-XIX hubo una nueva expansión inmobiliaria y se levantaron nuevos edificios públicos, fuentes y varias mezquitas. Cuando nada parecía detener a Safranbolu, se decidió que la línea férrea pasar por la vecina Karabük y no por ella. Esto tuvo un doble efecto: la ciudad perdió mucho impulso comercial y población, porque buena parte de los habitantes de Safranbolu emigraron a Karabük para trabajar en los hornos de acero.
Safranbolu está insertada en un complicado valle que cuenta con cuevas como la de Mencilis, una de las más largas de Turquía con ocho kilómetros. Entre sus calles empinadas, empedradas y estrechas hay más de mil edificios protegidos, una protección que arrancó en los años 30. Hay cuatro distritos: Çukur, Kirankôy, Baglar y una expansión urbanística reciente. El primero es la zona del mercado, que dominó durante mucho tiempo la ciudad y su punto de expansión. Significa literalmente agujero porque está en la parte más baja de la ciudad. Tiene forma triangular al estar condicionada por los dos ríos que confluyen. Lo principal es lógicamente el mercado, alrededor del cual se colocan los distintos artesanos: peleteros, herreros, zapateros, sastres, etc. En el siglo XVIII, la ciudad tuvo una primera expansión hacia el oeste con Kirankôy, una zona más cosmopolita y de corte europeo. También se empezó a levantar Baglar, barrio para los más pudientes con casas de verano y amplios terrenos con viñedos.
Todo este paisaje urbano insertado en el barranco se puede contemplar perfectamente si subimos a la antigua zona de gobierno, hoy museo Kent de la ciudad. El visir İzzet Mehmet Paşa, uno de los hijos predilectos de la ciudad, instaló aquí en el siglo XVIII un famoso reloj. Desde arriba se pueden distinguir los tres edificios más antiguos, levantados simultáneamente en 1322: la vieja mezquita, la madraza Suleyman Paşa y Cinci Hamam, los baños más antiguos de la ciudad, recientemente restaurados. Del siglo XVII destacan la achaparrada mezquita Köprülü Mehmet Paşa, con una importante biblioteca, y la del propio İzzet Mehmet Paşa. Esta forma un pequeño külliye, complejo de tiendas encabezado por una mezquita. Pero por encima del resto destacan las casas, muchas de ellas con entramados de madera más barro o ladrillo. En el interior, muchas tienen los techos labrados y pintados.
Safranbolu tiene hoy poco más de 30.000 habitantes. Está unas tres horas al norte de Ankara y lo mejor es ir en bus o coche. En el paseo por el centro es interesante entrar en las casas de Kaymakamlar Evi y Kileciler Evi, dos pequeños museos centrados en la forma de vida otomana. También se puede uno alojar en un antiguo caravasar reconvertido en hotel como es el Cinci Hanı. Está claro que una visita a Safranbolu implica pasear por su mercado y gremios donde uno puede comprarlo todo. Hay un dulce típico de aquí conocido como halva y además se pueden encontrar delicias turcas con azafrán. La producción de esta especia, de alta calidad aquí, se ha trasladado a la zona de Davutobası, a unos veinte kilómetros. El entorno de Safranbolu da para varias rutas de trekking, por ejemplo al acueducto de Incekaya.
Fotos: Selengkapnya / Uğur Başak
1 Comment
Hermoso artículo pronto lo visitaremos en busca de mis raíces. Tenemos una siembra familiar de azafrán aquí en Argentina. Un abrazo Paola Azafrán trevelin ruta17.