Objeto de deseo
Entre 1229 y 1244, Jerusalén hizo honor a su nombre antiguo, Urusalima: ciudad de paz. Fue un breve lapso de tiempo en el que las tres religiones que la tienen por santa supieron convivir en paz. Paradojas del ser humano, poner de acuerdo en sacralidad a cristianos, musulmanes y judíos no ha resultado del todo bien para esta ciudad. Es cierto que gracias a ello ha visto construir grandes obras, pero también se ha pagado caro: 23 asedios y 52 ataques constan en su Currículum. Hoy las cosas no son muy distintas. Jerusalén vive una carrera entre judíos y musulmanes palestinos en la que los primeros ganan cada año metros cuadrados. Es el panorama desde que en 1948 empezaran a ocupar la ciudad por su oeste pese a la oposición internacional. La división de Jerusalén se hace más patente aún en su centro histórico, dividido históricamente en cuatro partes destinadas a las tres principales religiones, más los cristianos armenios.
Situada sobre una llanura entre el mar Muerto y el Mediterráneo, la ciudad cuenta con al menos 5.000 años. Son 7.000 si contamos el distrito de Shuafat. El sitio arqueológico de Jebús es el germen de la ciudad. Según la tradición, el rey David derrotó a los jebuseos para fundar la capital del reinado de Israel. Su hijo Salomón levantó el Primer Templo sobre el monte Moriá o Explanada de las Mezquitas. Aquí se dice que se guardaba el Arca de la Alianza hasta que el babilonio Nabucodonosor II tomó la ciudad y dio inicio al primer éxodo judío. Del segundo templo, construido en el Reino de Judea y destruido por los romanos en el 70, se conservó el conocido por los cristianos como Muro de las Lamentaciones, lugar de rezo por excelencia para los judíos. Hasta aquí el simbolismo para esta religión, que no es menor para los cristianos, pues su profeta fue crucificado aquí. Algo parecido significa para los musulmanes, pues desde Jerusalén ascendió a los cielos el suyo, Mahoma. En el 610, de hecho, se convirtió en la primera ciudad hacia la que los musulmanes rezaron hasta que fue sustituida por La Meca.
Entender el cronograma de la dominación de Jerusalén no es fácil. Ha tenido no menos de quince dueños diferentes sin contar las distintas dinastías musulmanas. Capturada por estos en el 638, los primeros siglos fueron de relativo entendimiento entre las tres religiones, conscientes sus nuevos dueños de la simbología de la ciudad. Las cosas se empezaron a torcer cuando los cristianos europeos se obsesionaron con Jerusalén y llamaron a las Cruzadas. Tomaron la ciudad en 1099 y la vaciaron de judíos y musulmanes. En 1187 fue retomada por Saladino, que expulsó a los cruzados, pero no a los cristianos ortodoxos. Se inició una época de altibajos que se estabilizó durante unos siglos bajo dominio otomano. Jerusalén volvió a levantar sus murallas, las que hoy vemos, y reforzó su papel como ciudad religiosa que vivía de los peregrinos. Así fue hasta que la I Guerra Mundial deshizo el imperio otomano, lo que complicaría posteriormente las cosas sobremanera en esta parte del mundo.
En Jerusalén se puede uno perder en restos arqueológicos de más de 2.000 años que incluyen túneles, murallas o tumbas o centrarse en los monumentos más simbólicos. Ordenados cronológicamente, el más antiguo es el judío: el Muro de las Lamentaciones. Estrictamente, solo su parte inferior perteneció a la estructura del Segundo Templo. Fue parte del revestimiento con el que se cubrió la Explanada de las Mezquitas, sobre la que se levantó el templo. Para los cristianos, el símbolo principal es la iglesia del Santo Sepulcro, empezada a construir en el siglo IV. Es el final del auténtico Vía Crucis que tanto se replicó en Europa en el Medievo. Sobre la Explanada se asientas dos mezquitas clave. En el 692 se finalizó la octogonal Cúpula de la Roca. De influencias bizantinas con lavado de cara otomano, en su interior se esconde la Roca Fundacional, un venerado trozo de la caliza que forma el monte. El tercer sitio sagrado del Islam es la mezquita de al-Aqsa. Su estilo es musulmán, aunque la actual construcción data del siglo XI.
Jerusalén tiene unos 800.000 habitantes. Aunque muchos judíos la evitan por su conflictividad, el gobierno judío ha conseguido que sean ya dos tercios de la población. La visitan unos tres millones de personas anualmente, ya sea por peregrinación o por su atractivo cultural. El centro ocupa tan solo un kilómetro cuadrado que nos puede llevar días si queremos profundizar. La Explanada de las Mezquitas es accesible a todas las religiones, pero hay que ser escrupulosamente respetuoso, revisar los horarios y los posibles cambios de normativa sin apenas aviso previo. En Jerusalén no hay que perderse el museo de Israel y hacer algún tour por el subsuelo de la ciudad. El barrio musulmán del centro histórico tiene el zoco más interesante y en la parte moderna israelí está el mercado de comida de Mahane Yehuda.
Fotos: Yourway-to-israel / scottgunn
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