Las otras montañas austriacas
Casi un tercio de Austria está cubierto por los Alpes, pero esta cadena montañosa no es la única del país. En el norte se sitúan las estribaciones finales de la vieja Selva Bohemia, una cadena montañosa granítica mucho más baja. El río Danubio fluye siempre por la cara sur de esta cadena, internándose ocasionalmente entre sus montes. El más famoso y pintoresco de estos cerrados valles que forma el Danubio se conoce como Wachau. El Danubio gira hacia el norte a la altura de la ciudad de Melk y, tras cuarenta kilómetros, afronta la llanura panónica tras dejar Krems. Entre medias quedan pueblos, castillos, ruinas y abadías que son el legado de una vasta y prolongada cultura que ha tenido en el vino cultivado en terrazas una de sus principales señas de identidad. No siempre, pues las condiciones climáticas han ido cambiando. En la Edad Moderna, estos productores de vino dejaron su sello en la arquitectura vernácula de sus granjas. Son buena parte de los más de 5.000 edificios históricos localizados en Wachau.
El valle tiene presencia humana desde hace más de 26.000 años. Se sabe porque los habitantes del Paleolítico dejaron tras de sí dos joyas arqueológicas: las venus de Galgenberg y, sobre todo, la famosa de Willendorf. Krems y Melk ya tenían asentamientos en los primeros milenios a.C., antes de que los romanos situaran aquí su limes, como en buena parte del Danubio. Es sobre el siglo VIII cuando aparecen las primeras terrazas vitivinícolas y la zona progresa. Wachau parece provenir del antiguo nombre del pueblo Spitz, mientras que Krems se funda en el siglo X, convirtiéndose en la ciudad más antigua de Austria. Sobre el siglo XI-XII surgen muchas poblaciones que conservan su diseño urbano medieval. La zona fue controlada por los margraves de Babenberg, uno de los cuales apresó en el castillo de Kuenringerburg a Ricardo Corazón de León por despreciar la bandera austria. La zona permaneció católica con el apoyo de las abadías principales, lo cual atrajo a muchas otras congregaciones. Estas retomaron con fuerza el cultivo vinícola sobre el siglo XVIII. El laicismo de los gobernantes bávaros ahuyentó a muchas de ellas. Finalmente, Wachau declinó hasta que llegó el turismo.
El Danubio está flanqueado por el bosque Dunkelsteiner en el margen derecho y el de Waldviertel en el izquierdo, por el cual transcurre también el tren. El valle tiene un particular clima de días calurosos y noches frías, sin excesivas lluvias, lo que marca su producción agrícola. Además del vino, son famosos los frutales, especialmente el albaricoque. Las ciudades de Wachau no son grandes. Melk cuenta con apenas 5.000 habitantes que viven entre casas barrocas a los pies de su enorme abadía benedictina. La abadía se fundó en el siglo XI y en la Edad Media destacó por su prolífico scriptorium, culpable de la excelente biblioteca actual. La abadía de Melk fue totalmente reformada en el siglo XVIII de la mano de Jakob Prandtauer, siendo la más importante en su estilo en Austria. La inmensa fachada en blanco y amarillo de 362 metros de ancho esconde en su interior siete patios y una iglesia con valiosos frescos.
Al otro extremo, Krems es una ciudad de larga historia y unos 25.000 habitantes. Centra la atención la puerta Steiner, que da acceso a un centro bien conservado cuyo templo más importante es la iglesia gótica de Piarist. La puerta Steiner es original del siglo XV, aunque fue redecorada en barroco. Hay en Wachau otros pueblos de aire medieval con calles adoquinadas como Spitz, Weißenkirchen, Emmersdorf o Dürnstein. Este último es imprescindible por su estampa con el Danubio. Además de pueblos son relevantes la abadía de Göttweig y las ruinas de Aggstein. Sobre una colina, Göttweig es benedictina y del siglo XI, como Melk. Un incendio en el XVIII hizo que se reconstruyera imitando a la española de El Escorial, destacando su fresco sobre la escalera imperial. Aggstein mira al Danubio desde una pronunciada colina. Su historia comienza en el siglo XII y está cargada de incidentes, leyendas, dueños y reconstrucciones.
Krems es la puerta de entrada a Wachau si llegamos desde Viena, a unos 75 kilómetros. Podemos llegar en tren, pero el coche nos dará más libertad. Si optamos por este hay que saber que no hay puentes en el tramo del Danubio entre Krems y Melk. Para moverse entre ambas ciudades hay muchas opciones: los barcos son muy típicos y van haciendo paradas, pero si queremos algo de ejercicio hay rutas habilitadas para las bicicletas. Lo ideal es ir de una forma y volver de otra. La denominación vinícola de Wachau es una identidad del valle, por lo que probar sus vinos es algo obligado. Lo más típico es hacerlo en una taberna familiar de un viticultor: las Heurigen. Es muy recomendable venir en primavera o verano: algunos sitios cierran en invierno.
Fotos: Bwag / CucombreLibre
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