Recóndita Nueva Guinea
Aunque geográficamente pertenece a Oceanía, en el final del archipiélago malayo se encuentra la isla de Nueva Guinea, la segunda mayor del mundo tras Groenlandia. 1.600 kilómetros de lado a lado están ocupados por la conocida como Cordillera Central. Alcanza unos generosos 4.884 metros en el monte Jaya, en la zona controlada por Indonesia. En sus caras norte y sur, las montañas caen hacia el mar formando grandes extensiones de bosques que se funden con el mar mediante los manglares. Gracias a su clima y geografía, Nueva Guinea posee multitud de ecosistemas: desde zonas glaciares y tundra alpina hasta el coral marino. Aunque su flora tiene que ver más con la asiática, la fauna está emparentada con Australia, con quien estuvo unida hasta hace 12.000 años. Marsupiales, monotremas y mamíferos corrientes conviven en sus bosques. A pesar de suponer menos del 1% del planeta, Nueva Guinea tiene entre el 5% y el 10% de su biodiversidad. Esta joya natural tiene su mayor protección y mejor representación en el Parque Nacional Lorentz.
Para empezar, hablamos del mayor Parque Nacional del sudeste asiático. Además, sus diferencias de altitud y las características de Nueva Guinea lo convierten en un lugar único. Es también un lugar cambiante debido a su compleja geología por estar en un punto de unión de dos placas continentales. Arranca en la cordillera de Sudirman, encabezada por el mismo monte Jaya, y tras unos 150 kilómetros descendiendo hacia el sur llega al mar de Arafura. Entre medias, multitud de ríos, bosques y manglares. En sus más de dos millones de hectáreas, Lorentz tiene presentes todos los hábitats de Nueva Guinea. Alrededor del Jaya hay varios glaciares impropios para estas latitudes tropicales que, eso sí, están en contracción desde los años 70. Una vez pasados los bosques se llega al humedal de Asmat, que se extiende más allá de las fronteras este y oeste del Parque para sumar unos 30.000 kilómetros cuadrados de canales de agua dulce y salada: uno de los humedales más grandes del mundo.
Hasta un 90% de la flora es endémica de la isla. Entres ella vive una fauna igualmente endémica y valiosa. Cuatro cuevas en la zona más alta de Lorentz contienen fósiles que ayudan a entender la evolución de esta complejísima isla. Aquí destacan mamíferos y aves, aunque en reptiles la cosa no se queda corta y Lorentz cuenta con cocodrilos marinos y varanos de Papúa, un pariente cercano del dragón de Komodo. Entre los mamíferos se han registrado más de 120 especies diferentes, muchas endémicas y amenazadas para las que el Parque es una garantía de supervivencia. Entre los habitantes están dos de las tres especies de equidna, uno de los dos monotremas que existen. También marsupiales como el canguro arborícola, identificado no hace mucho. Es interesante, pues parece haber involucionado al volver a los árboles, como los canguros primitivos. En cuanto a las aves, hay más de 600 aves registradas con un fortísimo endemismo, pues muchas no son migratorias. En el laberinto de árboles destacan los cientos de especies de cacatúas y varias aves del paraíso, el ave más carismática de Nueva Guinea.
Con todo, Lorentz sigue sin estar plenamente explorado e investigado, ni natural ni etnográficamente. Las primeras exploraciones del Parque se realizaron a comienzos del siglo XX. Por entonces, este territorio era holandés y uno de ellos, el explorador Hendrikus Albertus Lorentz, fue el que recorrió la zona y hoy da nombre al Parque. El cambio climático es una de las mayores amenazas en un sitio donde la minería, habitual en los alrededores, y las talas están bastante controladas. Otra amenaza es la caza furtiva. Esta se vigila desde las oficinas centrales en Wamena, abiertas no hace mucho. Por falta de infraestructura y formación, no obstante, las principales garantes siguen siendo las comunidades locales. En Lorentz viven unas 10.000 personas de ocho grupos étnicos. Los más famosos son los asmat, que dan nombre al humedal.
Ir a Lorentz es retroceder en el tiempo, a como se hacían los viajes hace mucho tiempo. Más que turistas, seremos exploradores. Es un territorio sin ciudades como tal. Las propias oficinas de Wamena están al otro lado de las montañas. A este lado operan algunas agencias que montan expediciones que entran a Lorentz desde el valle de Baliem. También desde este lado es típico subir al monte Jaya. Requiere un permiso especial y es excepcionalmente técnico y complicado. En el lado sur, los poblados donde hay pista de aterrizaje son Timika y Agats. Este es el centro de la cultura asmat, lugar ideal para tomar canoas y remontar los ríos. De agosto a diciembre, las lluvias dan cierta tregua, aunque no terminan de descansar. En octubre, los asmat celebran su festival de artesanía de madera: este pueblo destaca por sus excepcionales tallas.
Fotos: Danumurthi Mahendra / Alfindra Primaldhi
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