Petroglifos tras el hielo
Durante la Edad de Hielo, el norte de Escandinavia permaneció vetado a las poblaciones humanas. El contexto era demasiado exigente. Entre el 11000 y 8000 a.C., las condiciones mejoraron y grupos de cazadores-recolectores empezaron a ascender por la costa oeste noruega. Se les agrupa como cultura Komsa por la montaña en la que se encontraron sus primeros rastros, aunque en realidad fueron una derivación de la meridional cultura Fosna. Los Komsa eran principalmente cazadores de focas, lo que les aleja de la cultura que les sucedió: la de Alta. Esta se asienta en torno al quinto milenio a.C. y parece tener que ver más con los samis, histórica etnia muy presente al norte del Círculo Polar. Alta, que hace referencia a una montaña y un fiordo, destaca por los más de 6.000 petroglifos que adornan muchas de sus rocas, situadas en un espacio muy poco extenso. Como si de lienzos se tratasen, los habitantes de Alta reflejaron en ellas su estilo de vida, dificultades e inquietudes. Suponen, sin duda, el sitio de arte rupestre más relevante al norte del Círculo Polar.
Aunque la piedra Pippi, el primer petroglifo descubierto, fue encontrada en los años 50, hubo que esperar a que los hallazgos se ampliaran en los años 60 y sobre todo los 70. Como suele ocurrir en el arte rupestre, los primeros descubrimientos fueron casuales. En 1973 se encontraron los del área de Hjemmeluft: son más de 3.000 y constituyen la mitad de todos los de Alta. En esa misma década llegaron los de Kåfjord, Transfarelv, Storsteinen y Amtmannsnes. Su descubrimiento y datación llamaron la atención de los arqueólogos, que han ido desentrañando sus misterios a la vez que los documentaban. Desde los años 80 se han descubierto otras zonas como Langnesholmen o Komsa, pero la principal zona sigue estando en torno a Alta. Como en el caso de Tanum, en Suecia, fueron pintados en rojo para su mejor comprensión. En el estudio de Alta fue vital entender lo que sucede en esta región: tras liberarse de la gruesa capa de hielo, toda la zona está literalmente rebotando y elevándose a una velocidad inusual a escala geológica. Es visible en tan solo una generación.
Los habitantes de Alta seguramente no fueran conscientes del rebote posglacial, pero se aprovecharon de ello. Acudían a las rocas pulidas recién emergidas en la orilla. Eran lienzos ideales, suavizados durante milenios por la acción erosiva del agua. En total utilizaron más de cien paneles de roca. Teniendo como referencia este rebote posglacial se ha estimado que los primeros petroglifos son del 4200 a.C. y que se prolongaron durante toda la Edad de Piedra y los primeros metales. Los primeros muestran una conexión estilística con el noroeste de Rusia, con lo que ambas culturas pudieron relacionarse. La técnica implicaba el uso de cinceles de cuarcita, cuyos restos se han encontrado, ayudados con un martillo de un material más duro. El sitio de Transfarelvdalen, compuesto por solo seis paneles, es la excepción, pues los motivos aquí están pintados y no grabados. Los motivos más habituales son los animales, especialmente los renos, escenas de caza y pesca, de la vida mundana, rituales y símbolos geométricos ininteligibles.
Las interpretaciones de los petroglifos de Alta son conjeturales. Van desde el simple ánimo artístico a la implicación en rituales con imágenes propiciatorias de caza y abundancia, el registro de eventos, la identidad y comunicación entre tribus e incluso todo un sistema religioso con el oso como deidad clave. Teniendo en cuenta que hablamos de un periodo de cinco milenios es muy posible que los motivos evolucionaran. Una dificultad añadida es que los restos de la dieta de Alta no suele coincidir con los animales representados. Lo que sí nos describen los 6.000 petroglifos es la cultura asentada en Alta: caza grupal, uso temprano de arcos y flechas, pesca rudimentaria, evolución tecnológica en la navegación hasta la construcción de barcos para treinta pasajeros, jerarquía social y complejas relaciones entre tribus. Sobre el año 200 se dejan de producir petroglifos.
El aeropuerto de Alta es el más activo de esta región y está bien conectado con el resto de Noruega. Hjemmeluft es la única zona adaptada para visitantes, pero siendo la más nutrida será suficiente. Se puede llegar a ella en bus o incluso andando. Visita obligada aquí es el museo de Alta Verdensarvsenter for bergkunst, con artefactos supuestamente utilizados para grabar petroglifos. Se complementa con aspectos de la cultura sami o explicaciones de las habituales auroras boreales. El arte de Alta se ha digitalizado y es accesible vía web. Para ver los petroglifos es indispensable ir en verano, pues al no estar en cuevas en invierno los cubre la nieve. El entorno de Alta merece la pena por sus fiordos y los pequeños pueblos de la Laponia más rural.
Fotos: Andreas Haldorsen / JenniKate Wallace
1 Comment
Nesesito las dimensiones del lugar porfa