Mallorca agrícola
Mallorca, antaño isla de la calma y hoy destino turístico internacional, es la sexta isla más grande del Mediterráneo. Su particular orografía está marcada por dos sierras costeras y la amplia y fértil llanura entre ambas: el pla. La sierra de Levante apenas alcanza altura, pero la de Tramuntana, al noroeste de la isla, tiene su techo en los 1.445 metros del Puig Major. No es poco estando justo al lado de la costa. Colonizada por fenicios, bajo los romanos Mallorca se especializó en el cultivo de vid y olivo. Tras la captura musulmana del 902, vivió un repunte agrícola gracias a las técnicas de irrigación traídas por esta cultura, acostumbrada a geografías áridas. Tras tres siglos de dominio, la Corona de Aragón recuperó Mallorca para el cristianismo, pero la agricultura siguió siendo la principal actividad hasta la llegada el pasado siglo del turismo masivo. Cada cultura ha ido dejando su rasgo en el sector primario. Cultivar el pla no tiene mayor misterio, pero la Serra de Tramuntana es otra historia: su orografía y el control de las abundantes lluvias llevaron a los habitantes a diseñar complejas e ingeniosas soluciones adaptadas a los cultivos mediterráneos típicos de Mallorca.
La Serra de Tramuntana se extiende unos ochenta kilómetros desde el cabo Formentor hasta la isla Dragonera. Su formación, en paralelo a la de los Alpes, elevó esta parte de la isla, que supera consistentemente los mil metros, pero siempre sin superar los 1.500. Es una sierra de caliza con varias secciones kársticas. Esto ha generado cuevas y simas como Sa Campana y, sobre todo, espectaculares cañones como Sa Fosca, un reto para los amantes del barranquismo. El nombre de la sierra procede del viento que azota las montañas desde los Pirineos. Hace que la sierra sea más fría que el resto de la isla y que retenga nubes que descargan aquí. Tampoco es inusual que nieve en las cumbres. Estas diferencias climáticas otorgan a Tramuntana una biodiversidad caracterizada por bosques mucho más ricos que el pla, con árboles como encinas y tejos. Tan distinta es la flora que hay 65 especies endémicas, casi todas las de Mallorca. En fauna destaca un sapillo endémico denominado ferreret.
Los musulmanes fueron los primeros en atreverse con la vertical e irregular Tramuntana. Sus conocimientos de irrigación consiguieron domar el agua. Lo hicieron a través de terraceos y los primeros molinos. La gestión del agua de lluvia siguió en esta era principios de compartición y acceso común. Estos cambian radicalmente con la llegada de los cristianos. Con el fin de poblar la región rápidamente, Aragón creó divisiones denominadas possessió que otorgó a distintos señores feudales. Los cultivos seguían siendo mayoritariamente pequeños, pero ahora los campesinos tenían que pagar su parte. El tipo de cultivo también cambió: de productos de fuerte irrigación se volvió a los orígenes romanos con los cereales, viñedos y olivos. Especialmente protagonista fue el olivo, pues su aceite fue central en la economía de Mallorca. En el siglo XIX, el paisaje de Tramuntana empezó a ponerse de moda como prototipo de la agricultura mediterránea. Varios nobles europeos compraron aquí terrenos.
Tramuntana ha quedado en cierto modo a salvo del desarrollismo de Mallorca gracias a la temprana sensibilidad. Se ha conservado buena parte de su arquitectura tradicional que complementa el mosaico de terrazas. La técnica fundamental es la de piedra en seco, sin argamasa. Sostiene los cultivos de las terrazas, pero además se utiliza en multitud de estructuras: molinos, cabañas, almacenes, muretes e incluso la infraestructura de la red de caminos tradicionales y los canales de irrigación. Entre estos, el más destacable es la Canaleta de Massanella. En cada possessió, esta arquitectura se refinaba algo más en las casas de los señores, presas, molinos, carboneras, etc. Una possessió venida a más incluso levantaba capillas y murallas. Pueblos como tal hay muchos y muy antiguos, por ejemplo Sóller y Buñola.
Más de diez millones de extranjeros visitan cada año las playas y la fiesta de Mallorca. Para ir a Tramuntana, lo ideal es alquilar un coche, aunque también es típico el tren de montaña que llega hasta Sóller. Tramuntana es muy extensa, pero podemos tomar como referencia el cuadrado formado por Valdemossa, Deyá, Sóller y Buñola. Aquí tendremos los principales pueblos y possessions como Raixa o Alfàbia. Como referencia religiosa está el santuario de Lluc, más al noreste. Una buena manera de visitar la región es con el senderismo: la ruta de piedra en seco cuenta con 85 kilómetros. También podemos ascender picos: el Puig Major es zona militar y está vetado, pero es típico el ascenso al pico Masanella. Para descansar podemos a bajar alguna cala: de piedra o arena, todas son preciosas. Los productos estrella siguen siendo el aceite de oliva y el vino de la tierra Serra de Tramuntana – Costa Nord.
Fotos: María Rosa Ferre / barnyz
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