Corazón francés
Clodoveo I es una figura europea no muy nombrada fuera de Francia, pero enormemente influyente. A caballo entre los siglos V y VI, fue el primero en hacerse llamar rey tras conquistar las últimas plazas romanas, unificar las tribus francas y fundar la dinastía merovingia. Otro hecho fue clave para el continente: convencido por su mujer Clotilde, Clodoveo se bautizó católico abandonando el arrianismo. Sentó las bases para la expansión del papado en el norte de Europa; en el caso de Francia, hasta hoy. El encargado de bautizarlo fue San Remigio de Reims, obispo de esta ciudad del norte francés. Da nombre a la abadía que sustituyó a la iglesia donde Clodoveo fue bautizado. Este acontecimiento instauró la tradicional coronación de los reyes franceses en Reims, prolongada hasta la última de Carlos X en 1825. Se realizó durante siglos en su flamante catedral gótica. Antes y después del acto, los reyes pasaban por el palacio arzobispal de Tau. Estos tres edificios forman el corazón histórico de la ciudad. Representan además tres estilos clave: románico, gótico y barroco.
Reims nace con la tribu gala de los remis poco antes de que los romanos conquistaran la zona en el 51 a.C. La cordialidad de los remis con los romanos les valió el favor de estos y la ciudad lo notó, llegando a contar con 50.000 habitantes. El fin del Imperio trajo tiempos convulsos con varios saqueos hasta la historia de Clodoveo, adornada por la Santa Ampolla para su unción que trajo la paloma. Reims fue luego gobernada por arzobispos y tuvo el favor real. Más aún desde que en el XII la coronación se instauró definitivamente en la catedral, con posterior banquete en Tau regado por vinos de la Champaña que rodea la ciudad. A pesar de un breve periodo inglés, Reims se convirtió en la esencia de lo francés y católico. El peor momento llegó en el siglo XX con las dos Guerras Mundiales. En la Primera, la imagen de la catedral en llamas fue una de las más usadas en la propaganda contra la Alemania invasora. Entonces arrancó una prolongada restauración solo interrumpida por la Segunda.
Como en tantos casos, la catedral de Reims no es ni mucho menos la primera: existió una desde el siglo V. Fue en 1210 cuando un incendio la dañó tanto que se reconstruyó desde cero. Se aprovechó el momento para ganar espacio pensando en las coronaciones y apostar por el estilo de moda: el gótico. La construcción se dilató hasta el siglo XIV, pero siempre bajo el diseño inicial, lo que garantizó unidad estilística. El aspecto exterior es similar al de Notre Dame de París, con dos gruesas torres de 81 metros. Estaba planificado que midieran 120, más que Amiens y Chartres. En la parte trasera destaca un original campanario que parte del techo del coro. Las tres portadas contienen un programa escultórico completísimo. El bautizo de Clodoveo ocupa un lugar especial. Es famoso el simbólico ángel de la sonrisa por su destrucción en la I Guerra Mundial y posterior recomposición. En el espacioso interior lleno de luz destacan las vidrieras y el curioso laberinto en el suelo que conecta a los maestros arquitectos del templo.
La abadía de Saint-Remi nace en el siglo VI con las reliquias del santo, por las que recibe multitud de donaciones. El templo se quedó pequeño y en el siglo XI se planificó su ampliación. A pesar de añadidos posteriores, el estilo dominante aquí es el románico. En su interior hay enterrados varios reyes franceses y sus vidrieras del XII son originales. El actual palacio arzobispal o de Tau, cuyo nombre viene de su forma en T, procede del siglo XII, aunque poco queda de entonces. Sus estilos dominantes son el gótico y el barroco firmado por Robert de Cotte. En el interior está el hall en el que durante siglos se celebraron los banquetes tras la coronación. Tau era también el lugar en el que el futuro rey se vestía antes de acudir al evento en la catedral.
Reims cuenta con unos 180.000 habitantes y es una perfecta excursión de un día desde París: en tren son apenas 45 minutos. Si queremos visitar la zona completa de Champaña necesitaremos hacer noche y llevar coche. En Reims, no obstante, podemos visitar alguna bodega. Aunque las guerras cambiaron el paisaje de la ciudad, el centro merece un paseo por la comercial Rue de Vesle. Sobrevive también un monumento de la época romana, la puerta de Marte. El palacio de Tau funciona como museo catedralicio: aquí están restos de la Ampolla, dañada en la Revolución Francesa, y una prestigiosa colección de tapices. Además del champán, en Reims son típicos el jamón, la mostaza y una galletita rosa que se acostumbra a mojar en champán.
Fotos: Ștefan Jurcă 2.0 / Jean Lemoine
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