Arqueología y Antiguo Testamento
Un tell es un montículo artificial formado por la acumulación de residuos urbanos, especialmente adobe desintegrado, a lo largo de siglos de actividad. Pueden llegar a medir treinta metros de altura a base de estratos y solapamientos con los que un arqueólogo puede desentrañar la historia de una ciudad. Por el contexto ambiental para su conservación y su prolongada historia, la zona del Levante mediterráneo es prolífica en tells. En ocasiones, los tells son la base y germen de ciudades modernas acumulando milenios de ocupación, como ocurre en la siria Alepo. Otras se abandonan sin más. Las ciudades que se convirtieron en tells tienen otro lazo con el pasado a través de los textos antiguos, pudiendo servir como contexto y guía. El tell de Beer Sheba, por ejemplo, es nombrado hasta 33 veces en el Antiguo Testamento. Junto a Megido y Hazor conforma el conjunto más valioso de los 200 tells israelíes. Las ciudades que fueron se abandonaron en el primer milenio a.C.
Antes que un texto religioso, el Antiguo Testamento es la plasmación de la historia oral de la región de Canaán durante la Edad de Hierro. Arranca en el siglo XVII a.C. y cuenta las tribulaciones de varios pueblos de Canaán hasta la unificación y posterior división en Israel y Judea. En el siglo VIII a.C., los asirios conquistaron Israel y acabaron con muchas ciudades, como le ocurrió a Beer Sheba. Esta pequeña ciudad de una hectárea, excavada por los arqueólogos desde los años 70, fue ocupada un par de veces antes de la llegada de los judaítas en el siglo IX a.C. Su urbanismo planificado dibuja un óvalo protegido con una muralla y manzanas concéntricas en torno a una plaza. Por debajo quedan las canalizaciones y desagües. Junto a las cisternas y almacenes muestran la preparación para tiempos de asedio, una constante en Canaán. Fuera de las murallas queda un pozo de 69 metros utilizado tras el fin de Beer Sheba.
Megido es un diez veces más grande que Beer Sheba. Asentada entre los valles Jezreel y Ara, la disponibilidad de agua la convierte en la más longeva. Estuvo habitada durante más de tres milenios y sobrevivió al ataque sirio, pues estos optaron por ocuparla y no arrasarla. Megido desaparece por fin en el siglo IV a.C. tras siglos como ciudad de referencia en el norte de Israel, especialmente como ciudad comercial especializada en la cría de caballos. Desde 1903, los arqueólogos han destapado unas treinta ciudades diferentes que dividen en cuatro periodos y arquitecturas de todo tipo. Destacan un inmenso templo del cuarto milenio a.C., los palacios de la época israelí y nuevamente el trabajo hidrológico para sostener una ciudad grande a partir de un arroyo. La última innovación fue un acueducto oculto de ochenta metros que llevaba el agua a un pozo intramuros. La principal mención bíblica hace referencia a una futura batalla entre el bien y el mal que sucedería en Megido, también conocida como Armagedón.
Hazor es todavía más grande con cien hectáreas. Como Megido, fue un poderoso cruce de caminos entre norte y sur, mar e interior. Se sitúa en el valle de Jule, muy propicio para la agricultura. Atrajo a mucha población desde su fundación a finales del tercer milenio a.C., cuando contaba ya con 20.000 personas. Este sitio arqueológico se convirtió en el más relevante del norte de Israel desde que Yigal Yadin tomó el mando en los años 50. Se sacó a la luz una de las principales ciudades de Canaán antes de los israelíes, que la ocuparon tras ser arrasada por los pueblos del mar. La primera etapa de Hazor se caracteriza por sus gruesas murallas, palacios y templos en estilo sirio. La Hazor israelí también se amuralló, incluyendo una gruesa puerta de acceso con seis cámaras. El sistema hidrológico suma trabajos de ambas etapas con una gran red de canales y cisternas. No en vano, esta zona fue campo habitual de batallas. La última fue contra los asirios, cuando Hazor se desocupó.
Los tres tells están separados entre sí bastantes kilómetros, pero comparten la conveniencia de llevar guía para interpretar los restos. Megido está a cuarenta minutos de Haifa y es seguramente el más visitado. En él merece la pena descender al túnel y ascender a la cima por las vistas. La universidad de Tel Aviv organiza excavaciones cada dos años en las que aceptan voluntarios. Beer Sheba está a hora y media de Tel Aviv y está en el pueblo homónimo, así que se puede llegar en autobús. Veremos mucho menos turismo y la visita es más corta. Hay una torre a la que subirse para tener toda la perspectiva. Hazor está en el extremo norte, a hora y cuarto de Haifa. La visita se complementa con el museo de la cercana Ayelet HaShahar. En temporada veremos arqueólogos trabajando aquí.
Fotos: Dany Sternfeld / gugganij
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Arrancamos poco a poco los secretos de nuestra madre tierra, tesoros escondidos, para saber de nuestros hermanos los hombres del pasado, ahí esta lo trascendente. Seguiremos siendo polvo ceniza nada.