El alma de Buganda
El norte del lago Victoria, en África, está ocupado por Uganda, un país como muchos en África: independencia reciente, corrupción a raudales y una historia que parte de una amalgama de etnias distintas que conviven con sus gobiernos con tensiones. En el caso de Uganda, además de la división administrativa se ha tolerado desde el gobierno una segunda división cultural, basada en cinco reinos bantúes tradicionales. De ellos, el más grande étnicamente es el de Buganda, que aun así no suma ni el 20% de la población. La etnia ganda son seis millones de personas con un pasado común que nace en el siglo XIV de la mano de Kato Kintu. Se escindieron del vecino reino de Bunyoro y progresaron, sobre todo en el siglo XIX. Fue entonces cuando crearon el recinto conocido como las tumbas Buganda en la colina de Kasubi.
Sucedió a finales del siglo XIX, concretamente en 1882. Los bugandeses, liderados por Muteesa I, dominaban el territorio gracias al comercio. Habían tenido ya intercambios culturales con los musulmanes e incluso su primer contacto occidental con el explorador John Hanning Speke, conocido por ser el primer europeo en conocer el lago Victoria. Speke se quedó asombrado al ver una ciudad de 40.000 habitantes en medio de África. Muteesa I decidió abrir un recinto real en la colina Kasubi, que hoy podemos encontrar en medio de la actual capital de Uganda, Kampala. Sin embargo, con su muerte en 1884, el rol del recinto pasó a ser funerario y ritual. Fue enterrado allí y así lo fueron los siguientes tres reyes o kabakas, incluso cuando Buganda pasó a ser colonia británica. Kasubi representa la espiritualidad del pueblo bugandés. El kabaka gobernante es complementado por el rey espiritual o mujaguzo, al que se asocian los tambores reales que resuenan al nacer un príncipe o morir un rey. En realidad, la muerte no es tal para los bugandeses: se dice que la persona se pierde en el bosque. La entrada a la choza principal en Kasubi simboliza esa entrada al bosque.
Esta choza principal, llamada Muzibu Azaala Mpanga, es un hito en la construcción basada en materiales orgánicos: madera, paja, juncos, cañas y adobe. No obstante, en 1922 se le añadieron materiales de construcción más avanzados para evitar su colapso. Alrededor de esta choza hay un patio principal llamado Olugya. A este patio da también un edificio que guarda los tambores reales y otros edificios anexos con tumbas de la familia real. Completa la zona un área dedicada a cultivos tradicionales. De todos modos, lo más relevante de Kasubi es sin duda el simbolismo que el pueblo de Buganda otorga a la zona, pues para ellos es el alma de su etnia. Aquí se realizan habitualmente rituales religiosos, desde ceremonias familiares hasta las más regias.
Por todo este simbolismo, el incendio del 2010 fue muy doloroso para el pueblo bugandés. Era el 16 de marzo y todo el Muzibu Azaala Mpanga ardió y se fue abajo, aunque al menos las tumbas se salvaron al estar varios metros bajo tierra. Las causas del incendio son aún hoy desconocidas, pero las tensiones étnicas pueden estar detrás. La destrucción del edificio llegó tras una serie de disputas políticas entre el gobierno central de Uganda y el reino de Buganda, que solo en el año 1993 vio cómo se restauraba legalmente su monarquía. Al día siguiente del incendio, el presidente visitó la zona y la tensión explotó con una revuelta popular que acabó con dos muertos. El presidente Museveni prometió ayudar a la reconstrucción del templo, reconstrucción que se inicia en el año 2014 tras un cuidadoso plan arquitectónico que intenta mezclar la tradición con las nuevas técnicas de construcción. Con todo ello se procura asegurar la supervivencia de Muzibu Azaala Mpanga y devolver así la dignidad que los bugandeses creen que les ha sido arrebatada.
Este suceso hace sin duda menos atractiva la visita a Kasubi, que no obstante está abierta al turismo. Estando en la capital, lo único que hay que hacer es encontrar algún tipo de transporte de los muchos que hay en Kampala, como boda bodas, matatu o taxis, y acercarse a la colina. Allí se paga una entrada por acceder a las chozas que sobrevivieron al fuego y ver el estado de la reconstrucción. Es aconsejable hacerlo con uno de los guías que circulan por la zona para que te cuenten la historia del reino de Buganda. La capital de Uganda tiene la misma temperatura todo el año, pero las lluvias se concentran en primavera y otoño.
Foto: not not phil / Harald Hillemanns
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