Fachadas leídas
Por razones principalmente políticas, los españoles acometieron la tarea de convertir a los pueblos indígenas de Alta California desde 1769. Expulsados los jesuitas de Baja California poco antes, otorgaron la misión a los franciscanos, que enviaron a una de sus principales figuras en México, Junípero Serra, denominado el apóstol de California. Su éxito fue total iniciando 21 misiones y convirtiendo a miles de indígenas entre San Diego y San Francisco. Serra había aprendido bien el trabajo de su éxito anterior en las misiones de Sierra Gorda de Querétaro, una conflictiva zona que los españoles llevaban décadas intentando conquistar de forma efectiva. Los chichimecas, nombre genérico para varios grupos étnicos, habían plantado cara gracias a su reclusión en zonas montañosas y el recurso a la guerrilla. Uno de estos grupos, los pame, fue el objetivo de Junípero Serra y sus compañeros franciscanos. Durante una década de trabajo, Serra no solo estableció las misiones, sino que impulsó la construcción de unas iglesias en las que se mezcla el barroco colonial de entonces con el trabajo artesanal de los pame.
Sierra Gorda de Querétaro se encuentra unos 200 kilómetros al norte de Ciudad de México. Es una protegida región natural que alcanza los 3.000 metros que, por su composición, produce profundos cañones y numerosas simas. De gran diversidad ecológica, su cara este recibe mucha más lluvia y contrasta con el semidesierto del oeste. Esta compleja zona ha estado habitada desde hace mucho tiempo, llegando su primer pico de población entre los siglos VI y X, cuando a la agricultura se sumaron la minería y su papel como cruce comercial. Tras cambios climáticos y un pronunciado declive, en el siglo XI llegaron los pueblos nómadas chichimecas para añadir a la mezcla cultural. Los colonos españoles conquistaron rápidamente las regiones que flanquean Sierra Gorda, pero sus progresos en los siglos XVI y XVII fueron aquí infructuosos. Las misiones corrieron parecida suerte, con varios intentos que finalizaban en destrucción. En 1740, España tomó la decisión de acabar con la resistencia con el punto culminante en 1749 con la batalla de Media Luna. Los pames, situados en el norte y algo más pacíficos, fueron entonces objetivo franciscano.
Junípero Serra era un franciscano convencido que apostó por el sacrificio y humildad en su propuesta misionera. Su mímesis con los indígenas le llevó a pasar hambre junto a ellos y usar sus manos para levantar iglesias como Jalpan. Esta había sido autorizada en 1744, pero Serra le dio el impulso a su construcción, que se complementó hasta contar con cinco misiones sobre 1770: Jalpan, Concá, Tancoyol, Landa y Tilaco. La circunstancias políticas cambiaron pocos años después, incluyendo la independencia nacional, lo que conllevó el rápido declive de las misiones franciscanas, transformadas en pintorescos pueblos de montaña en torno a sus iglesias. Este declive se acompañó de saqueos y abandonos, de forma que a mediados del siglo XX su estado general no era el mejor pese a seguir en uso. El creciente interés en el barroco mestizo de México en los años 70 revirtió la situación y en los 90 se acometieron las restauraciones para devolver el estilo general a las cinco misiones. Su original estilo, no obstante, comparte similitudes con otras iglesias mexicanas como la planta y las fachadas labras y estucadas.
Las fachadas son clave en las misiones de Sierra Gorda, pues la congregación generalmente se reunía en el exterior del templo, de forma que esta se usaba activamente. Dividida usualmente en tres secciones horizontales y tres verticales, los motivos son franciscanos, pero con mucha profusión de detalles locales, un cierto aire naïf y colores pastel ocres. El resto de cada complejo, incluyendo el interior de la iglesia, es mucho más sencillo y se solventa con simples enlucidos. Todas cuentan con claustro, campanario y atrio. Pese a los puntos comunes, cada misión tuvo su arquitecto y personalidad. La más antigua y grande es Santiago de Jalpan. Su fachada tiene las vírgenes de Guadalupe y Pilar, oficiales en México y España. Destacan también la calidad de los trabajos escultóricos de Landa, la conservación de Tilaco, la complejidad de Tancoyol y la sencillez de Concá, la más pequeña.
Hay tren de Santiago de Querétaro a Jalpan, aunque es más práctico el viaje por carretera. Aun así y aunque sean solo 200 kilómetros, el viaje se demora más de tres horas por ser carretera de montaña, muy sinuosa. Hay excursiones que realizan el viaje de ida y vuelta en el día, pero es cansado. Es mejor idea alojarse en Jalpan, con más servicios, y complementar la visita a su misión con el museo histórico de Sierra Gorda, algún itinerario natural como el Cerro de la Media Luna o visitar las grutas de Los Herrera o el Sótano de las Golondrinas. Además de Jalpan se suele visitar la cercana misión de Landa, mientras que el resto son mucho menos frecuentadas.
Fotos: Tobiascontreras / AlejandroLinaresGarcia
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En México, aparte del patrimonio de culturas originarias hay también un gran patrimonio cuando los europeos llegan. Claro, gran parte es conducido por la religión católica que se manifiesta desde grandes catedrales en ciudades importantes como por pequeñas Iglesias conventuales que me mezclaron lo indígena con lo europeo de aquella época.