Monte de emperadores
En el mundo hay multitud de montañas sagradas para distintos pueblos, pero es difícil tener tantas como China. Aquí, las montañas tienen un simbolismo especial por su conexión con el Cielo, otro concepto ligado a su cultura independientemente de la religión. Las más antiguas son las Cinco Montañas Sagradas o wuyue, surgidas antes de la unificación de Qin Shi Huang en el siglo III a.C. Ubicadas en los cuatro puntos cardinales más el centro, las wuyue han sido adoradas por el pueblo y visitadas por los emperadores, que realizaban ascensos ceremoniales para ganarse el favor del Cielo. Además, subir a las wuyue era una manera de afirmar que los cuatro puntos cardinales les pertenecían. Aunque la extensión china superó las wuyue, la costumbre se mantuvo hasta el siglo XX. Conectadas más estrechamente con el taoísmo, han cumplido además el precepto de conservación natural de esta filosofía. Taishan es la montaña del este, la más relevante e histórica.
Taishan es también importante por sus valores naturales, empezando por los geológicos. Aunque no alcanzan más de 1.532 metros, es el ejemplo más temprano de montaña de rocas metamórficas en el este de China. Se formó hace unos 2.000 millones de años, contando con otros ejemplos de rocas en su complejo geológico. A unos 400 kilómetros de Pekín y en medio de la llanura de Shandong, cuenta también con formaciones dramáticas y originales como el denominado Puente de los Inmortales, un arco de piedras en delicado equilibrio. Las laderas de Taishan están un 80% cubiertas por bosques. Destacan las plantas medicinales, que explican en parte la adoración por esta montaña, y los árboles. Entre estos hay varios con consideración especial por estar ligados a emperadores que los cuidaron o nombraron. Están los cipreses de la dinastía Han, con 2.100 años, una sófora de la era Tang con 1.300 o el Pino Que Da La Bienvenida con más de 500. La conservación es excelente y pese a la escasa extensión de Taishan hay decenas de especies de fauna registradas.
Taishan llamó la atención los habitantes de Shandong desde muy pronto por su prominencia. El culto está datado en la era Shang, aproximadamente hace 3.000 años. Cuando los emperadores empezaron a acudir idearon los sacrificios fengshan en dos de las cimas. Pedían por la paz y prosperidad del reino, pero cuando Taishan quedaba en zonas fronterizas también servían para que los señores feudales legitimaran su poder. Muy simbólica fue la visita de Qin Shi Huang para informar a los dioses del hito de la unificación china en 221 a.C. Poco a poco se fueron incorporando referencias a las filosofías y religiones chinas: confucionismo, taoísmo y budismo. No obstante, la principal referencia siguieron siendo los emperadores. Hasta 72 vinieron a realizar sacrificios. Entre visitas oficiales hubo tiempo para que poetas y monjes se deleitaran con Taishan. Hay multitud de deidades identificadas con el monte, generalmente asociadas al amanecer por su localización, y las referencias culturales son numerosas.
Si algo tiene en común el patrimonio físico de Taishan es su armoniosa integración en el contexto natural del monte, fundamental en las filosofías vitales chinas. El acervo cultural es muy extenso con 22 templos y 1.800 estelas e inscripciones que documentan visitas imperiales, sacrificios o simplemente loas a la montaña. El Templo del Dios Taishan o Dai Miao es el más grande, antiguo y relevante en Taishan. Situado a sus pies, su diseño imita los palacios imperiales como la Ciudad Prohibida. Entre los muchos edificios destaca el palacio de Bendiciones Celestiales. De comienzos del siglo XI, en su interior se conserva un fantástico y enorme fresco de entonces que muestra la visita del dios Tai a la montaña. Subiendo una espectacular escalera de más de 6.000 escalones intercalados por puertas, arcos y diversos pabellones ascenderemos Taishan hasta llegar a la puerta celestial del sur. Un poco más al este está el santuario del Amanecer Azul o Bixia, segundo en importancia, una original construcción que mezcla madera, ladrillo y piedra.
Jinan, capital de Shandong, está justo al norte de Taishan, aunque la puerta de entrada oficial es Tai’an. Ambas son fácilmente accesibles por tren. Desde Tai’an podemos llegar a los templos rápidamente en autobús o taxi. Tras visitar el templo de la base tocará subir los escalones, simbólica actividad que nos permitirá ir viendo distintos templos. Es largo, pero sencillo, aunque si lo preferimos un teleférico nos ahorrará el camino. Lo más cansado previsiblemente serán las aglomeraciones de visitantes y vendedores, pues Taishan es frecuentado entre locales. Es muy habitual hacer coincidir el ascenso con el atardecer o amanecer, con la posibilidad de hacer noche en algún hotel en la cima. Entre los numerosos puestos de comida son típicos los jianbing estilo shandong. Son crepes crujientes rellenos al gusto.
Fotos: Andrew Smith / Xiquinho Silva
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