Entre Cracovia y Kiev
Cuando en el siglo XII se desintegró el Rus de Kiev, de él surgieron varios gobiernos estables como el Reino de Galitzia-Volynia. Entonces se separaron los caminos de Lvov, también conocida como Leópolis, y Kiev. Volverían a juntarse mucho después, en los intercambios posteriores a la II Guerra Mundial. Capital de Galitzia-Volynia, la localización de Lvov deja adivinar la complejidad de una zona ocupada principalmente por la etnia rutenia, nombre alternativo del Reino. Tras rendir pleitesía a los mongoles de la Horda de Oro, la zona pasó a manos polacas primero y austrias después, aunque la influencia polaca siempre fue clave, como se demostró en el periodo entreguerras. Durante todo este periodo, Lvov fue la referencia en Rutenia, capital regional cuando no lideraba su estado. Aunque hundes su raíces en el siglo V, renació de sus cenizas tras el paso de los mongoles, como tantas ciudades del este. Afortunadamente salió indemne de la otra gran ola destructiva, la II Guerra Mundial. Gracias a ello conserva un centro histórico que parte del siglo XIII y se embelleció desde el Renacimiento.
A solo setenta kilómetros de la frontera polaca, más cerca de Cracovia que de Kiev, Lvov se localiza en la ondulante meseta de Roztocze. Una de sus colinas sirvió como base para el primer castillo del siglo XIII. El otro elemento geográfico que determinó su localización, el río Poltva, fue cubierto y hoy yace bajo la avenida Libertad. Esta zona estuvo activamente ocupada desde el siglo IX, aunque la fundó oficialmente el rey Daniel, que le puso el nombre de su hijo Leo. Muy poco después, en 1261, la ciudad fue invadida por los tártaros, pero Leo reconstruyó la ciudad como capital y la llevó a su cénit tras aliarse con los mongoles. Llegaron los primeros flujos migratorios, tanto de Polonia como Armenia. Los primeros llegaron tras ser invadidos por Leo, ataque que tuvo su réplica en 1349 cuando los polacos se adjudicaron la ciudad y quemaron el castillo. Otro frente, esta vez lituano, fue la razón del rediseño urbano en el que la madera dejó paso a la piedra. Además, al darle privilegios de ciudad, Polonia aseguró la prosperidad de Lvov durante siglos.
Otro cambio fue la introducción del catolicismo, lo que no significó el fin de los ortodoxos, otro síntoma de heterogeneidad en Lvov. El progreso atrajo a suecos, húngaros, turcos y rusos, todos los cuales intentaron conquistarla. Especialmente relevante fue la detención del avance otomano. En 1772 aconteció la partición de Polonia del que surgió el Reino de Galitza y Lodomeria, ahora bajo dominio austriaco. Fue un periodo de crecimiento y aculturación centroeuropea, pero lo cierto es que Lvov mantuvo un carácter muy polaco salvo en el entramado urbano, universidad y gobierno. A las puertas del siglo XX, no fue suficiente y Lvov se convirtió en foco independentista polaco y, simultáneamente, renacimiento nacional y cultura ucraniano. Inevitablemente, ambos grupos lucharon por la ciudad. La victoria inicial fue polaca, pero tras la II Guerra Mundial el apoyo soviético cambió el signo. En esta contienda se barrió otra etnia fundamental en la historia local, la judía.
El paisaje urbano de Lvov refleja el carácter local, que lo mismo miró al este que al oeste. Arquitectónicamente dominan los estilos desde el renacentista, pues dos grandes incendios en el siglo XVI forzaron una renovación casi completa. Los dos principales barrios del centro son Pidzamche, en torno a las ruinas del castillo, y Seredmistia. En el primero sobreviven cinco iglesias medievales, aunque muy renovadas o reconstruidas posteriormente. Seredmistia conserva su trazado urbano medieval dividido por adscripción étnica, algo que no afectó a la homogeneidad, así como restos de murallas del XIV y estructuras defensivas como el arsenal. El centro está en la plaza del Mercado, con edificios de distintas épocas en torno al ayuntamiento, reconstruido en el XIX. Entre las iglesias destacan el complejo de Asunción, la reconstrucción de la iglesia armenia con sus frescos medievales y la catedral gótica con añadidos barrocos. Fuera del centro destaca sobre una colina la catedral de San Jorge, que mezcla estilo ucraniano con barroco italiano.
Lvov, hoy con más de 700.000 habitantes, es uno de los centros históricos por excelencia de Ucrania, por lo que su visita es habitual y su aeropuerto está bien conectado. Desde Polonia es también fácil llegar por tierra por la otrora disputada frontera. El centro se camina fácilmente, solo necesitaremos transporte para llegara a San Jorge. Además de los principales museos merece la pena el cementerio Lychakivsky Tsvyntar. Hay buenas vistas tanto desde la colina del castillo como de la torre del ayuntamiento. Como centro cultural nacional, Lvov tiene una apretada agenda con foco en el teatro de la ópera y ballet. Con una historia que enlaza con la llegada del café a Centroeuropa, esta bebida tiene profunda tradición en Lvov, como ocurre con la cerveza.
Fotos: Pxhere / Petar Milošević
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