Pescado entre madera
El secado del pescado es uno de los métodos de preservación más simples y antiguos, más que el salazón, método económicamente viable tiempo después. Con el clima y especie adecuados, pescados secados simplemente al aire pueden durar años en buen estado, lo que permite su transporte hasta distintos mercados. El secreto está en un proceso de fermentación provocado por ciertas bacterias presentes en climas muy fríos como los del norte de Escandinavia. Estos pueblos se especializaron en este producto tras disponer del mercado europeo gracias a dos ingredientes: la liga hanseática que dominó el comercio medieval en los mares del Norte y Báltico y Bergen, ciudad que funcionó como puerto de la Hansa principalmente para el pescado seco. Este papel hizo de Bergen una colonia plenamente autónoma hasta el siglo XVIII. Los comerciantes fueron responsables del barrio de Bryggen. Pese a los numerosos incendios que ha sufrido, la arquitectura de madera de Bryggen es testigo del urbanismo civil de la Hansa más septentrional.
Bergen nace a comienzos del siglo XI en una zona de fiordos y bahías. Siete colinas le dan nombre, aunque lo de siete es un homenaje a Roma y en realidad son más. Es fundada oficialmente en 1070 por el rey noruego Olav Kyrre. Aunque los vikingos no tuvieran un estado al uso, Bergen asumió funciones de capital y su catedral coronaba a los reyes. El siglo XIV cambió las funciones de Bergen con un doble hecho: el traslado de los reyes a Oslo y el nombramiento como kontore por comerciantes alemanes de la Hansa. Los kontore eran puestos comerciales que la Hansa fundaba en territorios extranjeros como Inglaterra, Rusia o Bélgica. La garantía monopolística otorgada por los reyes y el nuevo mercado internacional impulsaron Bergen. Este ascenso implicó varios ataques, aunque siguió siendo capital económica noruega hasta el siglo XIX. La Hansa hacía tiempo que había cesado su actividad, pero Bergen había continuado ejerciendo el monopolio con el norte de Noruega. Hoy sigue enfocada al mar y el comercio.
Todas las ciudades en madera saben que antes o después arderán. En el caso de Bergen hay documentados multitud de incendios desde el siglo XII hasta 1955, cuando parte de Bryggen ardió. Sobrevivieron los 62 edificios que son testigo de una tradición arquitectónica perdida en Escandinavia. Tampoco estos edificios situados en el muelle Vågen son medievales, pues en 1702 tuvo lugar el mayor incendio en la historia local. Los habitantes siempre tuvieron la sensibilidad de reconstruir los edificios utilizando técnicas medievales. El diseño urbano de Bryggen es perfectamente apreciable. Se fundamenta en alargadas filas de estrechos edificios residenciales y comerciales con varias fachadas, denominados gård, que competían por su presencia en primera línea de puerto. Para maximizar este espacio solo se dejaban estrechos callejones entre ellos. Cada uno tiene dos o tres pisos de altura y las fachadas terminan en triangulares gabletes. Detrás de cada uno había pequeños almacenes de piedra llamados kjellere compartidos por varias familias. Destinados a los bienes más valiosos, alguno data del siglo XV.
Bryggen fue ocupado por los alemanes de la liga hanseática que hicieron de Bergen su kontor más septentrional y único conservado. Aquí trajeron su técnica de construcción con madera Blockhaus, que define el esqueleto de cada gård. Debajo hay una serie de soportales en galería que utilizan a su vez vigas y columnas de madera, mientras que la fachada tiene un revestimiento de paneles de madera. Cada una se pinta de un color aportando diversidad al ver el conjunto completo. Los tejados de ladrillos rojos son producto de la urgente restauración tras la II Guerra Mundial que nunca se revirtió a su estado original. Entre los gårdene más reputados están Bellgården, el más antiguo, Svensgården o Enhjørningsgården. En las últimas restauraciones se descubrieron cientos de inscripciones rúnicas medievales que fueron clave para demostrar el uso diario de estas en la Edad Media. Detrás de los gårdene está la iglesia de piedra de Santa María, del siglo XII.
Bergen es la segunda ciudad de Noruega y gracias a su aeropuerto entrada para los cruceros por los fiordos. Lo ideal es venir en verano por la dura climatología. Bryggen está hoy ocupada por comercios y restaurantes, pero tras callejearlo hay dos puntos de referencia obligados: el Museo Hanseático y Schøtstuene, que reproduce desde el siglo XIX el estilo de vida de los comerciantes de la Hansa, y el Museo Bryggen, que conserva todo lo encontrado por los arqueólogos tras el último gran incendio. También merece la pena acercarse a los restos del fuerte Bergenhus, que recuerdan la etapa medieval como capital, y podemos hacer algún recorrido en colinas como Fløyen. En verano hay multitud de eventos, especialmente musicales. El pescado seco sigue siendo un ingrediente tradicional en Noruega, especialmente el bacalao. A Bergen sigue llegando el pescado seco de las septentrionales islas Lofoten.
Fotos: Hans Permana / Carlos Perez
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