Desordenado encanto
Las ciudades coloniales fundadas por los españoles en América respondieron casi siempre al mismo patrón urbano: el damero. A partir de una plaza cuadrangular, cada ciudad se expandía en calles paralelas y perpendiculares. Solo por causas geográficas, como ocurre en la mexicana Guanajuato, el patrón era alterado para adaptarse al terreno. Otra excepción que no responde a causas geográficas es la cubana Camagüey, cuyo diseño recuerda más a los irregulares trazados medievales. Al estar ante una villa menor durante mucho tiempo no hay constatación clara de la causa del plano de Camagüey. Popularmente se cree que la intrincada madeja de calles ofrecía una mejor defensa, pero lo más probable es que la causa fuera parecida al de las ciudades medievales, la improvisación trazando calles en una villa de lento crecimiento. Hubo una intención de replicar la cuadrícula que se aprecia en su principal plaza, pero hoy Camagüey representa una colonia que creció con personalidad propia.
Camagüey nace como Santa María del Puerto del Príncipe en 1514 como uno de los siete primeros asentamientos coloniales en Cuba. El nombre anuncia que su localización inicial fue costera, al norte. Plagas de mosquitos obligaron a un primer traslado. Su actual situación se fijó en 1528 sobre una llanura entre dos ríos, una zona ideal en la que se desarrollaron la ganadería y el cultivo de caña de azúcar. El nombre actual llegaría más tarde, pero responde al cacicazgo indígena de esta zona, Camaguebax. Durante sus primeras décadas, Camagüey no pasó de ser una pequeña aldea colonial con varias encomiendas controladas por un puñado de colonos. Las estructuras eran de madera y paja, por lo que varios incendios acabaron con la ciudad, que se fue reconstruyendo, especialmente tras 1616. Poco después se conectó a otras ciudades coloniales y hubo un leve despegue gracias a la construcción de varios conventos. La relación de estos con la plaza es ortogonal. Se aprecia así un intento de tender una cuadrícula que no persistió.
El último cuarto del siglo de XVII es cuando Camagüey crece más rápidamente, lo que también implica ataques de piratas. La lenta ocupación de las parcelas iniciales y el crecimiento descontrolado posterior pudo ser la principal razón del complicado urbanismo de Camagüey. Aunque con vocación rural, Camagüey se convirtió en el centro histórico más extenso de la isla con 330 hectáreas y 382 manzanas generalmente irregulares cortadas por cientos de calles, callejones y plazas. Los callejones de Camagüey tienen todos los tamaños imaginables, desde los ochenta centímetros del callejón del Cura a algunos que rodean la villa como el callejón del Ganado. Compiten en popularidad con los tinajones, el otro elemento asociado a la identidad de Camagüey. Fueron una solución a la escasez de lluvias estacional que con el tiempo se convirtió en una seña local. Toda vivienda de Camagüey tenía su propio tinajón de arcilla. Popularizados en el siglo XVII a partir de tradiciones alfareras de los colonos españoles, hoy sobreviven unos 2.500 tinajones originales, especialmente del siglo XIX, que podemos ver por toda la ciudad.
La arquitectura tradicional de las viviendas de Camagüey muestra la austeridad de la vida rural durante su crecimiento. Materiales como el adobe y técnicas recuerdan el origen español, aunque hay matices en los planos irregulares, los coloridos de las casas y las pilastras truncadas. Estas flanquean muchas puertas de entrada a las viviendas situándose por encima de las cabezas. Se supone que fueron una solución constructiva para no entorpecer el paso por las estrechas aceras de Camagüey. Entre los estilos arquitectónicos civiles hay una gran variedad que va del neoclásico a un eclecticismo en el que se mezclan neocolonialismo, art decó, Art Nouveau y racionalismo. Un centro histórico tan extenso alberga un gran número de iglesias históricas que dan personalidad al perfil de la ciudad. Su arquitectura alcanzó el cénit en el siglo XVIII, cuando muchas fueron reconstruidas con fachadas simétricas, sin apenas adornos y generalmente con un campanario. Entre todas destacan las del Carmen, la Soledad y la catedral.
Camagüey es hoy la tercera ciudad cubana, por lo que está bien conectada por carretera, tren y avión. Esta última opción es la idónea, pues las distancias a La Habana o Santiago de Cuba son grandes. La ciudad nos llevará un día entero paseando por sus calles y plazas, la mejor manera de apreciarla además de subir a alguna torre como la de la catedral. Además es interesante acceder a alguna casa típica como las casas natales de Carlos J Finlay o Ignacio Agramonte. Las principales fiestas son en junio, San Juan, fiesta tradicional de corte carnavalesco con bailes y música en las calles. Algo que no puede faltar en esta fiesta, pero encontramos el resto del año, es el plato ajiaco camagüeyano, un guiso a base de verduras y frutas cubanas y varios tipos de carne.
Fotos: Reinhardt König / Peter Collins
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