Minería por oleadas
Los Montes Metalíferos conforman la frontera natural entre las regiones históricas de la Sajonia alemana y la Bohemia checa. Denominados Erzgebirge en la primera y Krušnohoří en la segunda, se extienden unos 150 kilómetros. Con techo en los 1.244 metros del Klínovec, Erzgebirge/Krušnohoří no es una cordillera alta ni abrupta, pero geológicamente tiene una larguísima y compleja historia muy estudiada. Uno de sus productos más palpables son las numerosas y variadas vetas de hierro, cobre, estaño, plata, uranio y otros metales que dan nombre a la cordillera. El nombre fue utilizado por primera vez en 1589. Fue consecuencia de la fiebre minera, denominada Berggeschrey en Alemania, del siglo anterior. Era la segunda oleada, pues en el siglo XII vetas de plata en Freiberg habían supuesto un primer paso en Sajonia que continuó poco después en Bohemia con Krupka. Tan prolongada historia hizo de Erzgebirge/Krušnohoří una región pionera en técnicas mineras, gestión de aguas, procesamiento de minerales y también ciudades mineras planificadas.
La región de Erzgebirge/Krušnohoří fue seguramente minada en tiempos prehistóricos, pero cuando luego se descubrieron vetas en 1168 apenas estaba habitada por algún monasterio. Un sustrato poco propicio para la agricultura había prevenido asentamientos. A comienzos del siglo XV, esta oleada se había agotado por la falta de capacidad y tecnología para minar profundamente, aparte de factores políticos. Sin embargo, en 1470 se descubrieron nuevas vetas en Schneeberg que llevaron a Erzgebirge/Krušnohoří a una segunda oleada mucho más intensa de inmigración y fundación de ciudades, con unas cincuenta localidades nuevas. Algunas de las más grandes, como Freiberg, Marienberg, Schneeberg o Jáchymov, se convirtieron además en centros de investigación. Entre estos estuvo Georgius Agricola, considerado padre de la mineralogía moderna tras publicar De re metallica. Sin embargo, en el mismo siglo XVI llegó la competencia de minas americanas como Potosí, lo que sumado al agotamiento de algunas minas, fluctuaciones climáticas y la Contrarreforma bohemia llevaron a un nuevo declive.
La diversidad de los minerales extraídos en Erzgebirge/Krušnohoří sostuvo sus ciudades. Cobalto y arsenio explotaron en el siglo XVIII, cuando la Revolución Industrial multiplicó los desarrollos tecnológicos. Los productos extraídos cambiaron, incluyendo una etapa carbonera, pero a finales del siglo XIX hubo otro declive. Tras la I Guerra Mundial, el descubrimiento de la fisión nuclear propició la tercera oleada. El uranio había sido minado, pero las vetas de la checa Jáchymov ganaron atractivo. Los nazis la ocuparon, pero tras la II Guerra Mundial ambos lados de Erzgebirge/Krušnohoří quedaron bajo el control de la Unión Soviética. La minería de uranio se intensificó desde 1946 e hizo uso del trabajo forzado. Tras la caída de la Unión Soviética y el muro de Berlín, esta actividad ha cesado, como el resto de minas. No obstante, existen vetas de valiosos metales raros que posiblemente se sigan estudiando hasta que llegue el momento óptimo para su extracción. Hasta entonces, la manufactura de productos madereros ha tomado el testigo productivo.
El patrimonio minero de Erzgebirge/Krušnohoří cubre ocho siglos e incluye pozos mineros, infraestructuras hidráulicas y ciudades mineras. Entre las minas encontramos Dippoldiswalde y Gersdorf, pioneras en la minería de plata medieval, Svornost, la primera mina de uranio, Zinnwald, Altenberg, Krupka y un largo etcétera. De las ciudades, las principales en cada lado de Erzgebirge/Krušnohoří son Freiberg y Jáchymov. A finales del siglo XV, Annaberg se convirtió en la primera ciudad minera planificada racionalmente, a la que siguieron poco después Marienberg y Horní Blatná. De la Edad Moderna destacan otras como la barroca Schneeberg, en cuya zona se encuentra también el estanque Filzteich, uno de los primeros artificiales. Otro más original es el spa radioactivo de Jáchymov, canalizado desde las profundidades en el siglo XIX. Otros monumentos destacables son el castillo de Lauenstein, el centro de procesado de hierro de Erlahammer y la Torre Roja de la Muerte, un simbólico edificio asociado a la minería forzosa de uranio checo.
Todos los sitios de Erzgebirge/Krušnohoří se han transformado en centros interpretativos y museos. Podemos destinar los días que estemos interesados, porque las actividades son tan numerosas que realmente no hay fin. En el lado alemán, la ciudad ideal de entrada es Dresden, mientras que para alojarnos es buena idea pensar en Freiberg, hoy reconvertida en ciudad universitaria. Su centro medieval, con su catedral, merecen la pena. En el lado checo, Praga no está lejos y la entrada de la región es la turística Karlovy Vary. Desde esta hay apenas cuarto de hora hasta Jáchymov, aunque no destaca especialmente por su infraestructura turística. Desde cualquier punto podremos llegar a distintas minas y monumentos en coche o tren. Esta es una zona muy fría, pero si venimos en Navidad podremos asistir a las procesiones de mineros, una tradición que se ha conservado pese al fin de la actividad.
Fotos: Jan Albrecht / Eclipse.sx
Comentarios recientes