Turismo de manantial
En muchas ciudades de Occidente han proliferado los spas, locales que ofrecen una versión cercana y barata de las ciudades balneario que proliferaron en Europa desde el siglo XVIII. La idea general es la misma: utilizar agua a temperatura elevada, generalmente con algún tipo de mineral, con el fin de relajar al usuario o, más ambiciosamente, ayudarle en algún tratamiento. Esto último lleva años, siglos y milenios bajo estudio, sin que se puedan establecer grandes conclusiones. La balneoterapia no tiene evidencia científica, pero sus defensores arguyen que la aproximación tiene que atender a la individualidad de cada paciente. Sea como fuere, el atractivo de los spas ha crecido desde que se popularizaran entre las clases nobles. Fruto de ello fueron una serie de ciudades cuyo urbanismo se diseñó en torno a manantiales de aguas termales. Entre ellas estuvo la ciudad belga que dio nombre al concepto moderno de spa, aunque la tradición hunda sus raíces en el mundo grecorromano.
Más aún, la creencia en el poder curativo o purificador de las aguas antecede a la propia historia. Aunque la falta de registro complica su estudio, hay constancia de manantiales de aguas termales en la Edad de Bronce europea, en sitios tan famosos posteriormente como la británica Bath. Los romanos adoraban el agua y dejaron un rico legado relacionado con los aspectos sociales y rituales de los baños. No hay ciudad romana de cierto tamaño sin termas, así que es fácil de entender la atracción que suponía un lugar donde la naturaleza había hecho el trabajo. Algunas de las ciudades balneario por excelencia tienen origen romano: Baden bei Wien en Austria, Baden-Baden en Alemania, Montecatini Terme en Italia y por supuesto Bath. Aunque pudo ser nombrada en alguna crónica, el manantial de Spa empezó a atraer visitantes en el siglo XIV. Fue el reinicio de la buena fama de los balnearios tras siglos en un segundo plano, siendo señalados incluso como lugares insalubres.
En el siglo XVI, el estudio de las propiedades curativas del agua termal bebida inició la segunda oleada de las ciudades balneario. Aún restarían un par de siglos más hasta que en tiempos barrocos muchas tomaron forma. Cada una con sus matices, el esquema general empezaba por los pabellones para el baño y/o agua bebida. El ejercicio tranquilo era también parte del tratamiento, así que muchas incluyeron grandes columnatas para dar paseos, pero también jardines, en algunos casos por la ribera del río. Llegada la tarde, las clases pudientes que se podían permitir acudir a las ciudades balneario se entretenían en salas de asambleas, casinos, teatros, óperas, salas de baile, etc. Otras infraestructuras imprescindibles incluían lugares para pasar la noche y transporte para llegar. En lo primero abundaron villas de lujo y algunos hoteles de mayor factura, mientras que en el transporte muchas hicieron llegar el ferrocarril. Algunas como Bad Ems, Karlovy Vary y Montecatini Terme instalaron funiculares para llegar a ciertos puntos de recreación.
Centroeuropa fue el lugar de referencia para las ciudades balneario: Baden bei Wien con su enorme hotel Sauerhof, las alemanas Bad Kissingen, Baden-Baden y Bad Ems y el triángulo checo Františkovy Lázne, Karlovy Vary y Mariánské Lázne. De todas ellas, Karlovy Vary fue la más famosa, especialmente desde que el ferrocarril facilitara el acceso a su valle. Además de los edificios destinados al baño, en la ciudad destaca su teatro de finales del siglo XIX. En Francia, la referencia fue Vichy, con fuerte influjo arquitectónico del siglo XIX, mientras que en Italia, pese a su antigüedad, Montecatini Terme representa el último auge de los balnearios a comienzos del siglo XX. La edad dorada de las ciudades balneario finalizó con la I Guerra Mundial. Cuando algunas volvían a despuntar, la crisis y la siguiente gran guerra detuvieron su ascenso. Peor fue el posterior cambio de gustos hacia el turismo de playa y la ascensión de la medicina científica. Los balnearios se han reorientado a un turismo cultural y de bienestar.
Todas las ciudades balneario están enfocadas al turismo, aunque algunas son más famosas para el turismo internacional. Karlovy Vary, por ejemplo, es una visita muy habitual desde Praga, a unas dos horas. Mucha gente la visita durante el día dando un paseo y subiendo al mirador, pero si queremos algún tipo de tratamiento la oferta de alojamiento es también muy extensa. Las otras dos ciudades checas están muy cerca. Otra ciudad con fama es Baden Baden, al sur de Fráncfort y muy bien comunicada. Además de balnearios, aquí son muy famosos los casinos. Otro lugar turístico es Montecatini Terme, principalmente por su ubicación en la Toscana, a solo una hora de Florencia. Por último, la británica Bath tiene una relevancia turística más allá de sus balnearios gracias a sus ruinas romanas y su excelsa arquitectura georgiana con iconos como Royal Crescent.
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