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Monumentos de piedras de ciervo y sitios conexos de la Edad del Bronce

Monumentos de piedras de ciervo y sitios conexos de la Edad del Bronce

Hövsgöl y Arjangai (Mongolia)

Estelas de las élites


Trazar la prehistoria de Mongolia y su relación con el imperio mongol es complicado. Esta zona del planeta tomó forma al comienzo del Holoceno, cuando la estepa se convirtió en el bioma dominante y el pastoreo se hizo habitual. Sumado al nomadismo, que sigue vivo hoy día, es el rasgo que comparten multitud de sucesivas culturas entre las que no se tiene clara la relación. Al ser territorio de paso llegaban grupos de otras partes que formaron una amalgama étnica cristalizada en el imperio Xiongnu, precedente más claro del imperio mongol. Antes de Xiongnu, seguramente de algún modo relacionadas, hubo distintas culturas entre las que sobresale la cultura de piedras de ciervo. También nómada, esta cultura alcanzó una avanzada complejidad social en la que sobresalían distintos líderes. A ellos se les dedicaba su rasgo material cultural más destacado, que les da nombre. Se trata de esbeltas estelas megalíticas en las que labraban distintos diseños como imágenes de ciervos. Eran parte de sitios funerarios que completaban con túmulos de piedras llamados khirigsuur. 

Estela de ciervo en Jargalantyn Am

A mediados del segundo milenio a.C., el paisaje cultural de los valles centrales de Mongolia toma forma con los nómadas. Es parte de la Edad de Bronce que aquí protagonizan culturas como Afanásievo, Okunev, Chemurchek y otras. La que llamamos Piedras de Ciervo surge en torno al 1200 a.C. y se prolonga seis siglos hasta dar paso a otras culturas hermanadas como la de tumbas de losa, los saka y los escitas. Aunque la inmensa mayoría de las estelas con motivos de ciervos se encuentra en el centro de Mongolia, conocemos sitios megalíticos que comparten características desde aquí hasta las llanuras ucranianas. Estilísticamente parecen relacionadas con tradiciones previas como el ídolo de Kernosivsky, una estela sobre un kurgan, elemento parecido al khirigsuur. La falta de registro escrito, como en otros monumentos megalíticos, complica conocer la intencionalidad de los monumentos, aunque parece claro que el fin era homenajear a las élites de cada grupo. Los khirigsuur, que albergan restos de humanos y caballos, se complementaban con las estelas, lugares seguramente objeto de rituales.

Las esbeltas piedras de ciervo, unas 1.500 en total, se alzan hasta cuatro metros del suelo mirando al este. Su parte superior puede ser plana, redondeada o en pico, mientras que los motivos labrados se elaboraban con herramientas metálicas y eran suavizados con piedras. El arqueólogo soviético Volkov propuso en 1981 una división estilística: Mongolia, Sayan-Altai y Eurasia. Se cree que las primeras, más elaboradas, son la tradición más longeva de la que derivaron los otros dos estilos. Las estelas aparentan imitar la figura de un guerrero, siendo los motivos labrados su identidad: algunos rostros, joyas, armas, herramientas, escudos, carros con o sin caballos y motivos de animales. Entre estos destacan los ciervos que dan nombre a la cultura. Su continua presencia en las estelas nos sugiere que el ciervo tenía algún rol en el imaginario de esta cultura, pero desconocemos su simbolismo. Es posible también que se labraran en las estelas como recuerdo de los tatuajes que tuvieran sus miembros, pues esta cultura está hermanada con otras como la Pazyryk que sabemos se tatuaban habitualmente.

Estela antropomorfa de Uushigiin Övör

El 80% de las piedras de ciervo están en Mongolia, donde abundan las del estilo mongol y euroasiático. Suelen aparecer en núcleos más o menos numerosos y siempre asociados a un khirigsuur. Estos montones circulares de piedras en forma de túmulo suelen tener decenas e incluso cientos de montones más pequeños a su alrededor. Los más grandes, rodeados de una especie de murete de piedras, se encuentran en Urtyn Bulag. También destacan los de Khoid Tamir, complejo en el que también tenemos piedras de ciervo. Estas son protagonistas de los otros dos componentes principales: Jargalantyn Am y Uushigiin Övör. El primero está considerado el sitio arqueológico de la Edad de Bronce más extenso de Mongolia, mientras que el segundo es especialmente relevante por su estado de conservación. Las piedras de ciervo fueron reutilizadas de distintas formas por pueblos posteriores, pero Uushigiin Övör es en su mayor parte la excepción. Además contiene piedras de los dos estilos y una tenía un rostro, algo que explicó en buena parte el motivo de este arte megalítico.

Pese a estar a solo 400 kilómetros al oeste de la capital, una distancia modesta para Mongolia, y muy cerca del turístico valle de Orjón, las piedras de ciervo no están entre los monumentos más visitados. No obstante, si se busca bien se pueden encontrar itinerarios guiados que incluyan alguno de los sitios, siendo más frecuentados los de Jargalantyn Am y Uushigiin Övör. En ambos casos será una visita rápida a sitios sin apenas infraestructura, aunque en determinadas épocas del año será habitual ver grupos nómadas en las cercanías. Los grandes viajes por el centro de Mongolia suelen tener alojamientos en campamentos estacionales e incluir parte del recorrido en caballo, si queremos.

Fotos: Ts.Turbat / J.Gantulga

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