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Lugares funerarios y de memoria de la Primera Guerra Mundial (Frente Occidental)

Lugares funerarios y de memoria de la Primera Guerra Mundial (Frente Occidental)

Valonia y Flandes (Bélgica) y Alta Francia, Isla de Francia y Gran Este (Francia)

Guerra inútil


Lo hemos visto tantas veces en el cine que podemos reproducir la escena mentalmente: una horda de soldados abandona su trinchera para entrar en la tierra de nadie, donde intenta avanzar esquivando balazos. La mayoría cae en el intento, pero unos pocos saltan la alambrada de púas para tomar la trinchera rival. Esta escena se repitió cientos de veces a lo largo del Frente Occidental de la I Guerra Mundial. El desequilibrio entre las bajas que supuso y los resultados conseguidos se convirtió en epítome de lo absurdo de la guerra: unos cuatro millones de muertos y un frente que apenas varió en cuatro años. Una infinita guerra de trincheras en un momento en que la potencia de fuego no había sido equiparada por la movilidad de tropas. La ingente cantidad de bajas en ambos bandos afectó a la franja que va desde el oeste de Bélgica hasta el noreste de Francia. Testigo de ello son las decenas de sitios funerarios y memoriales que hay en esta antigua línea que fue un infierno de 1914 a 1918. 

Osario de Verdun-Douaumont

Nada más iniciarse las hostilidades entre las potencias centrales y los aliados, los primeros tomaron Luxemburgo y Bélgica en su paso hacia Francia. Sin embargo, los éxitos iniciales pararon en seco cuando en septiembre los aliados vencieron en la batalla de Marne. Forzaron el repliegue de las tropas alemanas, que se apostaron para recuperar efectivos. Las siguientes semanas supusieron una carrera hacia el mar del Norte en el que las tropas intentaban ganar posiciones y estabilizar el frente con las famosas trincheras. Pocas semanas después del inicio de la guerra, el Frente Occidental cristalizó. Hubo movimientos internos para llegar a una solución acordada entre las partes implicadas, pero fracasaron y dieron inicio a una inacabable fase. El uso de las trincheras no era precisamente una novedad, pero la escala, relevancia y duración de estas en el Frente Occidental no tenía ni ha tenido comparación alguna. 

Inicialmente sencillas y crecientemente complejas, se calcula que se excavaron unos 400 kilómetros de trincheras. En ellas, los soldados hacían su vida, aunque durante breves lapsos de días para no elevar la carga psicológica que suponían: no eran lugares agradables y las enfermedades, heridas por la artillería enemiga, ratas y emboscadas eran la norma. Durante los cuatro años que duró la situación se incorporaron innovaciones, sobre todo en las tácticas acometidas para romper la línea y avanzar, pero tenían poco peso. Famosas batallas de 1916 como Verdún y Somme no supusieron más que una ingente cantidad de bajas para ambos ejércitos. Dos años después, la paz alemana con Rusia proporcionó los efectivos suficientes para lanzar la ofensiva de primavera, que fue repelida in extremis y dio paso a un contraataque que, sumado a los desequilibrios internos de Alemania, llevaron al armisticio definitivo en noviembre. Por el camino, una innovación fue punto de inflexión: los tanques, de los cuales los franceses manufacturaron y utilizaron centenares desde su éxito en la batalla de Cambrai.

Cementerio alemán de Maison Blanch

La escala sin precedentes del número de bajas llevó a los contendientes a gestionar distintos aspectos de la guerra de forma novedosa. Uno fue la recuperación, identificación, traslado e inhumación de decenas de miles de caídos, tarea que continuó durante los meses posteriores al armisticio. Un factor común de los países fue la apuesta por las tumbas individuales y no comunales, pero en las necrópolis se observan diferencias entre los países de la Commonwealth, Francia, Bélgica, EEUU y finalmente Alemania, que pudo reordenar sus cementerios tras la II Guerra Mundial. Distintos patrones de simetría, materiales modernos, participación de arquitectos en boga y vegetación fueron utilizados por las potencias. Francia, por ejemplo, optó por grandes necrópolis, mientras que Reino Unido utilizó más cementerios de menor tamaño. En la década siguiente fue el turno de la erección de memoriales y monumentos para honrar a los soldados y civiles caídos. Fueron y son lugares de ceremonias de recuerdo.

Como tales, las principales visitas a los sitios funerarios y memoriales del Frente Occidental son de corte educativo. Desde el punto de vista del puro turismo hay disponibles distintos itinerarios de senderismo y bicicleta que conectan distintos memoriales. Si nos atrevemos con toda su longitud son unos mil kilómetros. Algunos de los lugares más frecuentados son Chemin Des Dames, donde podemos ver cementerios de ambos bandos; el monumento y osario de Hartmannswillerkopf; el fuerte y osario de Verdun-Douaumont; la puerta Menin en Ypres, que marcaba el camino hacia el frente; el memorial Vimy, muy significativo para el ejército canadiense; el discreto cementerio Maison Blanche, el más extenso de todos los cementerios alemanes; el cementerio y capilla Notre-Dame-de-Lorette, el que más víctimas francesas alberga; el memorial Villers-Bretonneux, muy significativo para los australianos; y el memorial Thiepval dedicado a las víctimas de Somme. Varios de ellos se encuentran entre las ciudades francesas de Amiens y Lila.

Fotos:

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