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Abadía y Altenmüscher de Lorsch

Abadía y Altenmüscher de Lorsch

Hesse (Alemania)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 27 04, 2018
  • Category:

Detalle carolingio


El Códice de Lorsch es un documento fundamental para entender la historia medieval alemana. Fue escrito en la segunda mitad del siglo XII. En él aparecen los regalos y posesiones de la abadía del mismo nombre. Por su antigüedad contiene las primeras menciones históricas de multitud de localidades en Alemania. Fue escrito en el momento álgido de una abadía que ya por entonces tenía una nutrida historia y cuya biblioteca fue una de las más importantes del medievo alemán. En el códice destaca una mayúscula inicial iluminada, adornada, a la que sigue el texto en minúscula carolingia. Un detalle que recuerda los orígenes de Lorsch: esta abadía es una de las escasas muestras de arquitectura del breve renacimiento carolingio. Arquitectónicamente se recuperaron en esta época motivos romanos que se mezclaron con motivos medievales del siglo VIII, lo que fundamentalmente consistió en una importación cultural consciente del estilo arquitectónico bizantino. Se equipara así con una capilla en Aquisgrán y el westwork de Corvey.

Torhall de Lorsch

Los fundadores de la abadía benedictina fueron el conde Lorsch y su mujer Williswinda. Llamada Lauresheim en sus comienzos, fue construida en el 764 sobre terrenos feudales. Un primo del conde era entonces arzobispo de Metz y fue designado como primer abad. Chrodegang, como se llamaba, consagró la abadía a San Pedro y se hizo con las reliquias de un mártir, San Nazario, para atraer peregrinos. Tan solo dos años después, el abad se vio sobrepasado por sus obligaciones en Metz y cedió el testigo a su hermano Gundeland, que empezó a regir sobre la vida de los catorce monjes. En el 774, la abadía fue finalmente consagrada en presencia del mismísimo Carlomagno. El siglo IX demostró que la estrategia de Chrodegang con el tema de las reliquias surtía efecto. La creencia de los milagros de San Nazario en la zona empezó a atraer peregrinos. Las ganancias se reinvirtieron en el brillante scriptorium que tantos manuscritos produciría con el tiempo. De esta época es el Codex Aureus de Lorsch, una joya con detalles de oro y cubierta de marfil, unos dípticos consulares de Anastasio y otras compilaciones del conocimiento y arte bizantino.

El poder de la abadía atrajo más poder y Lorsch se convirtió en una de las principales instituciones religiosas al norte de los Alpes. Se empezó a regir bajo leyes imperiales y al menos dos emperadores, Luis II y III, eligieron ser enterrados aquí. Los buenos tiempos en Lorsch no se detuvieron al cambiar de milenio y la abadía se expandió en el siglo XII. Tanto poder hizo que Lorsch se empezara a involucrar en guerras, hasta que finalmente el Papa Gregorio IX depuso al último abad benedictino en 1226. Acabó así el esplendor de Maguncia. Se entregó a la orden mostense, que lo mantuvieron hasta que en 1556 la zona cayó en manos luteranas. Estos alimentaron con los principales códices de Lorsch la Bibliotheca Palatina de Heidelberg, una de las principales colecciones de la época. El contenido de esta acabó finalmente en el Vaticano en medio de las guerras de religión. En la mayor de esta, la de los Treinta Años, una abadía de Lorsch ya vacía sufrió muchos daños. Los edificios que sobrevivieron fueron quemados unas décadas después por soldados franceses.

Iglesia románica de Lorsch

Solo un edificio ha sobrevivido estos 1.200 años. Es el conocido como hall de entrada, Torhall o Königshalle, cuya función o simbología concretas siguen sin estar claras. Se reconvirtió en fábrica de tabaco hasta la II Guerra Mundial y ahora, tras ser restaurado, es considerada una de las piezas más relevantes de la arquitectura carolingia pese a su minúsculo tamaño: once metros de ancho por siete de altura. Su triple arcada tiene inspiración en los arcos triunfales romanos, con columnas y pilastras clásicas. El estado de la escultura, decoración en mosaico y los frescos, con añadidos góticos, es muy bueno. Casi todo es original, salvo algún añadido posterior. Junto al Torhall sobreviven los restos de una iglesia románica y pequeños vestigios del monasterio, conocidos como Altenmüscher.

Lorsch es un pequeño pueblo de 10.000 habitantes situado diez kilómetros al este de Worms y sesenta al sur de Frankfurt. La visita se puede solventar en poco más de una hora incluso aunque entremos al Torhall, para lo cual hay que reservar una visita guiada en grupo. Hasta el Altenmüscher hay un paseo de quince minutos. Teniendo en cuenta lo pequeño que es el sitio, se está intentando alimentar con propuestas como Lauresheim, un museo al aire libre que representa una ciudad carolingia o un jardín de especias como el que pudieron tener los monjes. El pueblo de Lorsch merece un paseo posterior con su ayuntamiento del siglo XVIII y algunas casas entramadas.

Fotos: Armin Kübelbeck / Tilman2007

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