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Acrópolis de Atenas

Acrópolis de Atenas

Ática (Grecia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 16 12, 2020
  • Category:

Corazón de Occidente


En los años 20 del siglo XIX, el cristianismo conquistó la mayor parte de Grecia al imperio otomano. Atenas, custodio de la cultura occidental, apenas contaba con 5.000 habitantes, ochenta veces menos que la Atenas de Pericles del siglo V a.C. No era cosa reciente, pues en tiempos bizantinos Tesalónica era mucho más relevante, como demuestran sus iglesias ortodoxas. El simbolismo de Atenas, sin embargo, prevaleció. Quizá fuera el origen germánico de su nuevo rey, Otón, y el movimiento romántico de allí. El caso es que Atenas fue nombrada capital y renació tras siglos de letargo. Una gran urbe se ha gestado desde entonces alrededor del símbolo de los símbolos, la Acrópolis. Plagada de monumentos clásicos como el Partenón, este recinto tan sagrado como real fue diseñado en tiempos de Pericles con la colaboración de Fidias. Más allá de las ruinas, en la Acrópolis resuenan aún dramaturgos, historiadores, poetas, galenos y filósofos tan imprescindibles como Sócrates, Platón y Aristóteles.

Vista de la Acrópolis de Atenas con el Partenón

Se estima que la colina rocosa sobre la que se asienta la Acrópolis y las colinas alrededor, como Filopapo, Areópago y Licabeto, han sido habitadas desde hace milenios. Como asentamiento estable, Atenas existe durante la era micénica. Tras la crisis griega posterior, en torno al año 900 a.C. el golfo del Pireo despuntó comercialmente. En el siglo VI a.C., tras una época de descontento, las reformas políticas de Solón encauzaron el manido nacimiento de la democracia, en la que tenían derecho a voto uno de cada diez habitantes. Tras repeler a los persas con ayuda de Esparta, el siglo V a.C. vio el auge ateniense y la unidad griega bajo la Liga de Delos. Atenas la utilizó para sus intereses, lo que provocó las Guerras del Peloponeso frente a Esparta. A mediados del siglo III a.C., la invasión de Filipo II inició el declive político. Atenas pervivió como símbolo de la cultura mediterránea, especialmente con emperadores romanos filohelenistas como Adriano. Luego entró en letargo hasta el siglo XIX.

En este tiempo, la constante de Atenas ha sido su Acrópolis. Este término es genérico en la Grecia clásica y hace referencia a la parte alta de la ciudad, pero su mención nos traslada a Atenas. Previo a Pericles sobreviven restos de la muralla ciclópea micénica y algunos templos del siglo VI a.C. En el siguiente siglo tomó la forma actual. Defensivamente se levantaron los muros largos que conectaron la Acrópolis con el puerto del Pireo para ayudar en los asedios. Mientras, monumentalmente se levantan la entrada del propileos, el pequeño templo de Atenea Niké, el doble templo del Erecteión dedicado a Atenea y Poseidón y el Partenón, acabado este sobre los restos del llamado prepartenón, arrasado por los persas. Este fue fue también iglesia antes de los otomanos, que vieron en la Acrópolis una fortificación natural y la utilizaron como barracones militares. El Partenón, desgraciadamente, era utilizado como almacén de pólvora cuando en 1687 los venecianos asediaron Atenas y lo alcanzaron haciéndolo saltar por los aires.

Erecteión de la Acrópolis de Atenas con las Cariátides

Pese a ello, la Acrópolis impresiona. La colina reforzada tiene un color blanquecino de la caliza local complementada con mármoles claros. La entrada es por el oeste. En las faldas, al sur, se encuentran el Odeón romano de Hérodes Ático y el teatro de Dionisio. Al norte, a los pies, quedaba el Ágora griega, con multitud de monumentos. Sobre la superficie nivelada de la Acrópolis destacan Erecteión y Partenón. En el primero lo hace el porche de las cariátides, seis columnas finamente esculpidas en forma de mujer. En cuanto al Partenón, simboliza la arquitectura griega como cumbre del dórico. En su día funcionó como tesoro de la liga de Delos o Atenas. Su perímetro de 70×31 metros está ocupado por 46 columnas exteriores y 23 interiores de más de diez metros. En el corazón dominaba una estatua de Fidias que no ha sobrevivido, al contrario que parte de los frisos, hoy en Londres.

El área metropolitana condensa hoy casi un tercio de la población griega. Alrededor de la Acrópolis hay otros monumentos como el Ágora, templo de Zeus Olímpico o Kerameikos, pero hay que tener claro que la ciudad es básicamente moderna. En este sentido hay que disfrutar barrios como Plaka o Anafiotika. La Acrópolis se disfruta primero como vista desde Filipapos o simplemente rodeándola. La entrada se hace normalmente por el propileo. Es altamente recomendable llegar a primera hora por dos razones: el intenso calor veraniego y evitar las hordas de grupos de cruceros. Ineludible es la visita al fantástico y moderno museo de la Acrópolis, construido exprofeso para traer de vuelta los frisos. A falta de estos destacan cinco de las cariátides, pues las de la Acrópolis son copias. Una última forma de disfrutar la Acrópolis es el festival de Atenas celebrado en el Odeón de Herodes Ático.

Fotos: Alexander Popkov / Jebulon

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