Las otras tortugas
Las tortugas gigantes no son hoy comunes, pero en su momento hubo muchas especies en distintas partes del mundo. Especialmente en diversas islas, en las cuales su gigantismo crecía sin mesura. Sin embargo, una mezcla de causas ha provocado que solo sobrevivan en dos lugares del mundo. Todas las especies existentes, menos una, están en las Galápagos. La tortuga gigante de Aldabra es la única del océano Índico. Pesan unos 400 kilogramos, tienen un larguísimo cuello y viven unos cien años. Unas 100.000 viven en plena libertad en Aldabra, un atolón deshabitado que apenas ha tenido actividad humana a lo largo de su historia. A pesar de ser uno de los atolones más grandes que existen, su geografía no ha favorecido los asentamientos. Aldabra es uno de los dos atolones de coral emergidos del mundo, junto a la isla Henderson de las Pitcairn. Esto supone, entre otras cosas, que su suelo de caliza no ha proporcionado fuentes de agua dulce. Los primeros marineros árabes que llegaron a Aldabra ya lo adelantaron al llamar a la isla Al-Hadra: el inhóspito atolón cocido por el sol.
Aldabra es un atolón de 34 kilómetros de ancho por 15 de alto. Una franja de tierra de unos dos kilómetros rodea la laguna interior, que presenta algunos islotes. Son más numerosos en marea baja, cuando dos tercios de la laguna son cubiertos por arena. Es entonces cuando también se distinguen mejor las cuatro islas principales que conforman Aldabra: Grand Terre, Malabar, Polymnie y Picard. Entre estas aparecen los canales que permiten la renovación del agua en la laguna, especialmente en marea alta. La base de la isla es el arrecife de coral, emergido en movimientos tectónicos hasta ocho metros de altitud hace unos 125.000 años. Esta caliza tiene extrañas formaciones y, al ser fácilmente erosionable, el mar consume los acantilados que ha formado, dejándolos con forma de champiñón. En algunas zonas, especialmente el sur, esta base ha sido cubierta por arena formando grandes dunas.
En Aldabra se han contado cientos de especies de flora y fauna, muchas endémicas. Las partes más altas están cubiertas de matorrales Pemphis, mientras que en el radio de acción de las tortugas hay mayor variedad. Es el terreno conocido como pasto de tortugas, que contiene 19 especies endémicas de Aldabra y 22 de las islas cercanas. Varias de estas especies han coevolucionado con las tortugas y depositan sus semillas desde la parte inferior de la planta para evitar la boca de las tortugas. Otras especies de fauna relevantes son el artrópodo terrestre más grande, el cangrejo cocotero, tres especies de murciélago endémicas y una profusa vida marina con otras tortugas, tiburones, etc. La avifauna es tan espectacular como en otras islas cercanas, con multitud de migratorias. Hay dos endémicas: un fodis y el rascón de Aldabra, único ave sin vuelo del Índico.
Las tortugas gigantes fueron en muchos casos llevadas a la extinción con la llegada del hombre a sus territorios. En tiempos modernos, los marineros descubrieron que las tortugas podían pasarse semanas sin agua, por lo que las cazaban para garantizarse carne fresca en largas travesías. Los primeros europeos en llegar a Aldabra fueron los portugueses en 1511, pero Aldabra no despertó mayor interés hasta el siglo XVIII. Las tortugas fueron precisamente el objetivo de estas cada vez más frecuentes visitas: marineros franceses empezaron a cazar ejemplares ante la escasez de tortugas en otras islas. Hacia finales del siglo XIX, las tortugas estaban al borde de la extinción cuando se prohibió su caza. A cambio, se iniciaron proyectos para explotar otros recursos. El británico Admiral Wharton ratificó la ausencia de fuentes de agua dulce, por lo que las estructuras que se construyeron en el oeste de Aldabra incluyeron varias cisternas. Al acabar la II Guerra Mundial, esta actividad cesó y la isla se protegió, aunque ha habido amenazas para utilizarla militarmente o como punto de comunicaciones.
A 1.100 kilómetros de Mahé, la principal isla de las Seychelles, Aldabra está tan lejos que está más cerca de la costa africana. A falta de pista de aterrizaje, la mayor parte de los pocos visitantes de Aldabra llegan por mar desde la vecina isla de Asunción. Esta isla ha sido alquilada recientemente a la India, que quizás la explote turísticamente. De momento, llegar a Asunción depende de los vuelos chárter. Aldabra solo permite su visita bajo estricta visita guiada, pues hay control sobre cuánta gente visita el atolón. Además, la zona es a temporadas objetivo de piratas, por lo que el barco suele llevar seguridad. Ya en Aldabra nos recibirán los científicos de la estación, únicos que pernoctan aquí. Ellos nos harán de guías al navegar la laguna o hacer buceo. De noviembre a marzo es la temporada de lluvias y, por tanto, a evitar.
Fotos: David Stanley / Ron Van Oers
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