Islas verdes y sagradas
Los mijikenda conforman una etnia minoritaria de origen bantú del sureste de Kenia asentada en la costa desde hace varios siglos. Cuándo y de dónde proceden ha estado en discusión en las últimas décadas, pues algunos de los indicios clásicos parece que fueron falseados en su momento por los suajili, la etnia mayoritaria en toda la costa keniata. En todo caso, en los aproximadamente 200 kilómetros entre ríos Sabaki-Galana y Umba, los mijikenda expandieron sus distintas etnias. Son nueve en total: cada una con sus particularidades, su propia cultura e incluso su propio dialecto del idioma sabaki. Lo que comparten las nueve es la figura del bosque sagrado o kaya. Las kayas son espacios cerrados del bosque que guardan una gran espiritualidad en su interior. Los mijikenda delimitaron treinta kayas, aunque once de ellas en concreto disfrutan de una protección especial como representantes de la cultura y religión de estos pueblos.
Los mijikenda se guían por la tradición oral y esta les dicta que su origen procede del mito Shungwaya. Según este, las nueve etnias llegaron de zona somalí, al norte del río Tana, alrededor del siglo XVI. Esta datación está corroborada por documentación portuguesa del siglo XVII y por los suajili, que ya habían levantado varias ciudades comerciales en la costa tiempo atrás. Sin embargo, algunos teorizan que el mito fue inventado por los propios suajili en el siglo XIX para remarcar bien las diferencias entre ambos grupos. Las dos primeras kayas, según parece, fueron las de Kinondo y Kwale en el siglo XVI. Desde el XVII hasta finales del XIX, los mijikenda se fueron separando en etnias y asimilando algunos grupos locales a la par que fundaban nuevas kayas. A finales del XIX, sin embargo, los mijikenda fueron abandonando sus poblados itinerantes y sedentarizándose. Muchos de ellos emigraron a ciudades suajili como Mombasa. Las kayas perdieron su uso ritual alrededor de 1940. Aún así, los mijikenda siguen considerando las kayas morada de sus ancestros y procuran conservarlas.
Existen treinta kayas, pero lo primero es aclarar lo que es exactamente. Una kaya consiste en una porción de bosque delimitada por una empalizada, con extensiones entre 30 y 300 hectáreas. En su interior hay un centro ceremonial donde los mijikenda rezaban, pero ante todo hay mucho simbolismo. Estas etnias creen que las kayas son fuentes de poder ritual y de identidad grupal, pues cada kaya era compartida por varios poblados. Es por ello que el bosque de la kaya está extremadamente protegido. No se puede talar ningún árbol y las plantas solo se pueden usar con fines medicinales. El acceso a cada kaya está controlado por el ngambi, un cuerpo gobernante formado por ancianos. Todo ello ha mantenido a las kayas como reservas naturales hasta el punto de que algunas de ellas son islas de vegetación entre campos de cultivo. Las que han sido más descuidadas han caído presa de la expansión económica y el desarrollo agrícola.
Dentro de las kayas, los mijikenda enterraban algunos fingo. Como mínimo, a la entrada y a la salida. Los fingo son talismanes protectores utilizados para atraer a los espíritus guardianes. Físicamente depende de cada etnia: puede ser una gran piedra tallada o una olla medicinal. Los mijikenda son habilidosos artesanos, como demuestran sus vigango. Se trata de populares esculturas verticales de madera tallada, de gran tamaño y generalmente pintadas. Se plantaban en la tierra y representaban a los espíritus de los gohu, los bendecidos. Los vigango estaban en los poblados y se dejaban instalados hasta su descomposición natural. También eran abandonados cuando el poblado se trasladaba de lugar. Su forma estilizada y su arte, rayando en lo abstracto, ha atraído a coleccionistas de arte desde los años 70. Se vendían en tiendas de arte de las ciudades, en más de una ocasión tras haber sido robadas.
Mombasa, la segunda ciudad en población de Kenia, es la entrada al territorio mijikenda. Todas las kayas están vetadas al turismo salvo una, la Kaya Kinondo. Esta se encuentra muy cerca de la playa Diani, uno de los puntos turísticos más fuertes de todo el país. Diani está a solo treinta kilómetros al sur de Mombasa. Su ciudad referencia es Ukunda, pero la mayor parte de los turistas llegan a Kaya Kinondo desde algún hotel de esta preciosa playa de aguas poco profundas, bancos de arena, palmeras y aficionados al kite-surf. Desde estos hoteles es habitual contratar un guía-conductor que nos introducirá en la simbología de las kayas. Otras actividades habituales en la playa Diani son la reserva natural de Shimba Hills, que tiene 700 elefantes, y el centro de conservación de monos colobos.
Fotos: Victor Ochieng / Ellen
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