Antes y después de la ruptura
En 1534, un año después de ser excomulgado tras su divorcio, Enrique VIII de Inglaterra promulgó el Acta de Supremacía. Ratificada luego por Isabel I, supuso la ruptura definitiva de la Iglesia inglesa con el catolicismo, el nombramiento del rey como cabeza de la Iglesia anglicana, la disolución de las órdenes monásticas y el comienzo de una nueva etapa para los teólogos ingleses, que durante un tiempo estuvieron ajustando su discurso a medio camino entre catolicismo y protestantismo. La cabeza simbólica del anglicanismo es el arzobispo de Canterbury, ciudad clave del cristianismo británico. No tiene autoridad efectiva sobre el resto, pero sí ejerce cierta autoridad moral marcando el paso. El simbolismo de Canterbury no tiene igual en Inglaterra. Aquí se reintrodujo el cristianismo y fue el principal punto de peregrinaje gracias a la tumba de Thomas Becket, hecho ligado a una obra fundacional de la literatura inglesa, los cuentos de Canterbury. Arquitectónicamente, la relevancia reside en varias iglesias entre las que sobresale su catedral entre el románico y gótico.
Canterbury es, además, una de las ciudades inglesas más antiguas. Era un asentamiento celta de los cantiaci cuando llegan los romanos y la refundan como Durovernum Cantiacorum. Fue uno de los principales asentamientos de la isla, pero tras el fin del imperio fue prácticamente abandonada. En el 597, el Papa envió al monje Agustín para convertir al rey local, Ethelberto. El éxito convirtió a Canterbury en punta de lanza del cristianismo por su origen romano y la construcción de la abadía y catedral. Tras una convulsa época por los ataques daneses, el siguiente momento cumbre llega en 1170 con el asesinato de Thomas Becket. Este arzobispo se enfrentó al rey Enrique II sobre los derechos y privilegios de la Iglesia y fue asesinado por leales al rey, iniciando el mayor peregrinaje medieval en Inglaterra. Finalizó con la orden de disolución de Enrique VIII, que también inició el declive de los templos de Canterbury. La capilla de Becket fue demolida y sus joyas llevadas a la Torre de Londres. No obstante, el arzobispado se adaptó y alzó con el título de primus inter pares.
La abadía, cuyo scriptorium y escuela fueron fundamentales en la Edad Media inglesa, llevaba en pie desde el 598. Ethelberto otorgó los terrenos a Agustín, que levantó los primeros edificios en piedra. En el siglo X se adscribió a la orden benedictina y fue perdonada por daneses y normandos. Los segundos, de hecho, reconstruyeron los edificios en románico. En el siglo XIV se rehizo la puerta principal, Fyndon. Reconstruida a su vez tras la II Guerra Mundial, es el punto de referencia actual, cuyas ruinas fueron compradas por Alexander Beresford Hope en el siglo XIX para conservarlas y levantar un seminario ya desaparecido. Mejor suerte ha tenido San Martín, otra iglesia histórica. De hecho, estamos ante la primera iglesia británica, pues nació como capilla para Berta, la esposa de Ethelberto. De origen franco, el catolicismo de Berta fue clave en la conversión de su marido. La iglesia actual es una amalgama de muchas épocas, pero conserva elementos originales incluidas restos de los expolios realizados a edificios romanos.
La catedral de Christ Church proviene también del siglo VI, pero lo actual es una reconstrucción románica del siglo XI con ampliaciones góticas del XII. Construida en tiempos normandos tras un incendio, fue diseñada a imagen de una abadía en Caen, de donde provino la piedra caliza usada. Luego se amplió por el este con las capillas Trinity y Becket, donde se introdujeron fantásticas vidrieras. Este dispendio fue posible gracias a las ofrendas por el creciente peregrinaje. También góticos son el coro del siglo XIV y el claustro norte, principal componente de los antiguos edificios monásticos. En el siglo XVI, la catedral cesó su rol como abadía y finalizó el peregrinaje, por lo que las constantes reformas se detuvieron. El principal cambio ha sido la rebaja a la torre oeste en el siglo XIX, que ha dejado la Aguja del Ángel del siglo XV como referencia con sus 72 metros.
Canterbury es hoy una modesta ciudad de 50.000 habitantes a hora y media de Londres por carretera y tren. Es buena idea quedarse a dormir, pues la ciudad suele estar animada por el turismo y universidad. Las tres iglesias son visitables, siendo gratuita San Martín, algo más alejada del centro. En la catedral hay tours guiados y actuaciones del coro, mientras que en San Agustín son recomendables las audioguías. Para completar la visita son interesantes las ruinas del castillo, los jardines Westgate, el museo romano con mosaicos originales y la iglesia Santa Margarita, en cuyo interior hay un imprescindible museo dedicado a los Cuentos de Canterbury y la Inglaterra medieval. Canterbury está muy cerca de Shepherd Neame, la fábrica cervecera más antigua de Inglaterra.
Fotos: John Fielding / Miles Banbery
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