Sacro Imperio medieval
Enrique II está entre los gobernantes del Sacro Imperio Germánico más polifacéticos, aunque no pudo cumplir su cometido de tener descendencia y agotó la línea dinástica otoniana. Como rey de Alemania e Italia contuvo ataques polacos y bohemios e incluso aplacó una insurrección del antipapa Gregorio VI. Esto le valió el favor del papado y título de emperador. Más aún, a su muerte fue el único monarca germano nombrado santo. Su carrera religiosa había nacido cuando en su exilio vivió bajo el auspicio del obispo de Hildesheim. Una vez nombrado rey de Alemania, Enrique luchó y consiguió dotar a Bamberg de su propio obispado en el año 1007. Fue el inicio del cénit de esta ciudad, que rápidamente vio levantar una catedral renovada a lo largo de su esplendorosa Edad Media. Aunque las intenciones de Enrique de construir una segunda Roma pecaron de excesivas, estamos ante uno de los mejores ejemplos de urbanismo y arquitectura medievales de Centroeuropa, con gran influencia en el norte de Alemania y Hungría.
Una de las razones que Enrique II esgrimió para obtener el obispado fue la nutrida presencia de eslavos pendientes de conversión. Esta mezcla étnica ha sido siempre una referencia para Bamberg, con conexiones culturales históricas con Polonia y Pomerania. Antes de la diócesis, estaba dentro de la órbita de Wurzburgo, que equilibraba su poder local con los nobles de Babenberg, origen etimológico de Bamberg. La diócesis vino acompañada de numerosas obras y prerrogativas otorgadas por Enrique. Fue la capital de facto del Sacro Imperio Germánico durante su imperio y aquí se reunió con el Papa, que consagró varias iglesias. Alrededor de Bamberg se fundaron varios monasterios con el de Michelsberg a la cabeza, convertido referencia para el obispo local. Encaramado sobre la cima de una colina con vistas a Bamberg, este antiguo monasterio benedictino, hoy iglesia auxiliar de la catedral, tiene corazón románico y añadidos posteriores en época renacentista y barroca.
El poder de los obispos aumentó al convertirse en príncipes-obispos en el siglo XIII, figura que mantendrían hasta la incorporación a Baviera de 1802. Ligando política y religión, el territorio controlado por Bamberg aumentó para reducirse drásticamente tras la Reforma y perder el tren de la industrialización. Esto, unido a que salió indemne de la II Guerra Mundial, ha permitido que se conserve su centro histórico de particular urbanismo. En este están implicados tanto el entorno geográfico como el simbolismo religioso. Lo primero viene marcado por las colinas de las montañas Steigerwald y el río Regnitz, que poco después desemboca en el Meno. El Regnitz se abre en Bamberg en dos brazos que delimitan la extensa isla de Inselstadt y otras de menor tamaño, incluida la que aloja el ayuntamiento. En cuanto a lo simbólico, el plano medieval está basado en una gran cruz con los cuatro puntos cardinales señalados por cuatro iglesias y el crucero sobre la catedral. Salvo Gangolf, que está en el barrio Theuerstadt, todas están en el margen oeste del río, en el centro medieval de Bergstadt.
Bamberg ha conservado un esquema urbano en el que campo y ciudad van íntimamente ligados. Arquitectónicamente, la ciudad influyó durante la Edad Media. Entre los edificios más destacados están las distintas residencias de los príncipes-obispos de Bamberg, incluido el enorme castillo Altenburg del siglo XII sobre otra colina, y el icónico ayuntamiento del siglo XVIII sobre una pequeña isla a medio camino del primer puente municipal, el Obere Brücke. No obstante, el principal edificio es la catedral iniciada por Enrique. Su tumba y la de su mujer, labradas a comienzos del siglo XVI por Tilman Riemenschneider, son de por sí una referencia en el interior. Arquitectónicamente, la catedral tiene trazas románicas y góticas debido al largo periodo de construcción y las reconstrucciones. Sus características cuatro torres mezclan los estilos y añadieron agujas en el siglo XVIII para elevar su altura hasta los 81 metros. Esta mezcla se repite en los dos coros del interior: el este es puramente románico y el oeste gótico.
Pese a contar con 80.000 habitantes, Bamberg está bien conectada con grandes ciudades alemanas como Múnich tanto por carretera como por tren. Hay unos dos kilómetros desde la estación en Theuerstadt hasta la zona más monumental. Además de ver las iglesias y la vista del ayuntamiento, en las residencias de los príncipes-obispos podemos visitar el museo histórico y una galería con arte medieval y barroco. Son también típicas las excursiones subterráneas por antiguas galerías que se utilizaron como canteras y refugios aéreos. A finales de agosto se celebra el Sandkerwa, una de las fiestas más multitudinarias y folclóricas de Baviera junto al Oktoberfest. En su semana de duración, los litros de cerveza vuelan. Este producto es el más famoso de la ciudad gracias a la Rauchbier, cerveza con ligero sabor ahumado de larga tradición.
Fotos: Kyle Hasegawa / Berthold Werner
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