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Ciudad de Luxemburgo: barrios antiguos y fortificaciones

Ciudad de Luxemburgo: barrios antiguos y fortificaciones

Luxemburgo (Luxemburgo)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 29 09, 2019
  • Category:

Objeto de deseo


Luxemburgo da nombre a una ciudad, distrito, cantón y estado en el centro de Europa. Desde el siglo X, este pequeño país se las ha arreglado no solo para erigirse en independiente pese a hacer frontera con Bélgica, Francia y Alemania, sino convertirse en una de las capitales de la Unión Europea. No son hechos inconexos, pues Luxemburgo ha sido permanentemente invadida por sus vecinos y tras la II Guerra Mundial quiso mediar para que la paz revirtiera en su propia tranquilidad. Lo que ahora son Francia y Alemania lo fueron en tiempos el Reino de Francia y los territorios Habsburgo. Luxemburgo quedó entre medias, ascendido a gran ducado y deseado por todos. La defensa de sus propios intereses, o el que en cada momento lo controlaba, se fundamentó en sus fortificaciones, que se refinaron conforme las disputas se sucedían. Durante siglos evolucionaron hasta convertir a Luxemburgo en una incomparable ciudad-fortaleza. En 1867, tras la enésima crisis por su control, el tratado de Londres reafirmó la neutralidad del país. Para confirmarlo se desmantelaron buena parte de estas fortificaciones.

Vista hacia Chemin de la Corniche de Luxemburgo con la abadía Neumünster en primer plano

Huelga decir que el tratado de Londres no fue el fin de las invasiones, por lo que la decisión de retirar las murallas solo facilitó la tarea a los siguientes beligerantes. La historia de Luxemburgo nace con Sigfrido, conde de las Ardenas, al que otorgaron estos rocosos territorios cercanos a la antigua ciudad romana de Tréveris, anterior dueña a través de su abadía. En tiempos romanos, Luxemburgo había sido un cruce de vías defendido con una torre. Fue Sigfrido el que le dio el nombre de pequeño castillo, Luxemburgo, a su nuevo hogar. La ciudad entendió rápidamente su posición y empezó a construir murallas que fue expandiendo por líneas. Esto no evitó que pasara a manos de Borgoña gracias a Felipe III el Bueno y de ahí a posesión Habsburga. La ciudad mejoraba su defensa y cambiaba constantemente de dueños por vía diplomática. Los españoles fueron los primeros en horadar kilómetros de túneles defensivos y construir barracones en el XVII. Francia asedió exitosamente la ciudad en 1684 y encargó al prestigioso arquitecto Vauban una nueva ampliación defensiva.

Sin saberlo, Vauban estaba trabajando para otros, porque se obligó a Francia a ceder el gran ducado solo trece años después. Los Habsburgo decidieron sacar a subasta el estado mientras el ingeniero de Beauffe seguía depurando las fortificaciones mediante la apertura de fuertes, casamatas y túneles. Las defensas eran tan férreas que fue admirada por los franceses, lo que no les impidió volver a conquistarla vía asedio a comienzos del XIX. Otra vez fueron obligados a devolver el territorio y los prusianos restauraron las murallas, especialmente el fuerte Thüngen, y abrieron el Wedell, concebido para defender la llegada del ferrocarril. Tras las tensiones resueltas por el tratado de Londres y el desmantelamiento de las murallas, los ataques llegaron de Alemania en ambas Guerras Mundiales. De nada le sirvió al ya totalmente independiente y disminuido Luxemburgo su deseo de ser neutral. Así, al acabar las guerras se unió a la OTAN y se involucró activamente en organismos internacionales.

Restos de las fortificaciones del Bock en Luxemburgo, con varias casamatas horadadas

16 años llevó desmantelar el trabajo de nueve siglos: 180 hectáreas de oscuras fortificaciones que se transformaron en una ciudad luminosa y moderna. Sin embargo, quedaron trazas de lo que fue. En el promontorio rocoso del Bock, donde Sigfrido instaló su castillo, hay restos arqueológicos de este castillo y, sobre todo, 1.100 metros cuadrados de galerías defensivas subterráneas. Poco queda de las murallas salvo el tramo de Wenceslao del siglo XIV y puertas medievales como Altpforte, Helleport y Les Trois Tours. Sobrevive también la ciudadela de Saint-Esprit, obra de Vauban, como lo son todos menos uno de los barracones defensivos en Rham reconvertidos a distintas funciones. Por último está la esclusa de Grund, un sistema defensivo hidrológico que represaba agua dispuesta a inundar los valles de los ríos Pétrusse y Alzette, que confluyen aquí. Por lo demás destacan el gran palacio ducal del XVII, la iglesia de San Miguel, la abadía Neumünster, la catedral gótica tardía y las antiguas viviendas de Chemin de la Corniche.

Luxemburgo tiene un único aeropuerto internacional, aunque por su posición es fácilmente accesible desde sus vecinos por tren o carretera. De las defensas, lo más visitado son las casamatas del Bock, aunque también merece la pena la ciudadela Saint-Esprit, en parte por las vistas. El palacio ducal solo abre unas semanas en verano. Hay muchos museos, galerías y teatros para visitar en la ciudad. Por el pequeño país podremos ir a pueblos como Echternach con su basílica y Vianden con su castillo. La gastronomía tiene clarísima influencia alemana. Su plato más famoso el cerdo con judías, el Judd mat Gaardebounen. En bebida compiten cerveza y el vino blanco del valle del Mosela. La fiesta popular más famosa y antigua, con siete siglos, es el Schueberfouer. Arranca cada 24 de agosto.

Fotos: Benh LIEU SONG / Roland Struwe

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