La ira de la Hansa
Una saga escandinava, Gutasaga, cuenta la historia de uno de los sirvientes de Thor: Thjálfi. Este se asentó en la isla de Gotland, que está situada entre Suecia y Letonia y es la más grande del mar Báltico. Fue poblada por sus descendientes y, en un momento dado, un tercio de estos tuvieron que huir al sur, al Mediterráneo. Está claro que el origen de la historia es menos romántico, pero sí puede ser cierto que esta población exiliada fueran los godos, como defienden algunos historiadores. Los que se quedaron decidieron unirse progresivamente a Suecia y convertirse en importantes comerciantes. Esto queda claro cuando se contabiliza la cantidad ingente de monedas de origen musulmán encontradas en la isla. Su capital perteneció a una de las uniones comerciales medievales más prósperas: la liga hanseática. Hablamos de Visby, una ciudad en el este de la isla que se quedó anclada en estos tiempos medievales.
El origen de Visby es desconocido, pero se sabe de su existencia sobre el siglo IX, cuando ya es un puerto comercial establecido aquí gracias a la presencia de agua fresca y un puerto natural. Las relaciones comerciales empiezan a fluir con distintas ciudades germánicas, especialmente con Lübeck. En 1285, este comercio se multiplica al integrarse en la liga hanseática. Visby se convierte en un paso obligado en las rutas norte-sur por el Báltico y muta de ser una modesta villa a puerto internacional. En medio de su cénit, los problemas arrancan en el 1361 cuando Valdemar IV de Dinamarca ataca la ciudad. A pesar de la defensa de la liga hanseática, el danés se adjudica la ciudad. Los daneses son desplazados por los Hermanos de las Vituallas, una asociación de piratas, y a finales de ese siglo por caballeros de la Orden Teutónica. Estos venden la isla a una unión escandinava en 1409, lo que parece por fin traer la paz.
Nada más lejos de la realidad. Desencuentros entre las noblezas y realezas de los distintos componentes de la unión escandinava hacen que el sueco Eric de Pomerania se instale en Visby. Desde aquí planea su ataque a Dinamarca. Mientras tanto permite que la ciudad se vuelva un reducto de piratas que dañan el comercio del Báltico. En 1470, la ciudad no se ha limpiado de estos piratas y es expulsada de la liga hanseática. La puntilla final llega en 1525, cuando la antigua socia de Visby, Lübeck, ordena la quema de las iglesias de la ciudad. Estas doce iglesias de los siglos XII-XIII no se llegaron a restaurar nunca y le añaden hoy un carácter especial a Visby, conocida como la ciudad en ruinas. Entre todas destacan las de Santa Catalina y San Nicolás, recientemente restaurada para alojar conciertos. Una deprimida Visby ingresó en Suecia en 1645 y se recuperó parcialmente en los siglos XVIII-XIX. Afortunadamente, las leyes suecas propiciaron que se restauraran las antiguas casas de piedra y Visby haya conservado su carácter medieval.
La ciudad, de hecho, conserva sus murallas medievales de tres kilómetros y medio casi sin desperfectos. La construcción original es del XII, aunque sobre el 1300 se añadieron sus características torres. La parte norte conserva el terraplén y dique originales. En el interior hay un entramado laberíntico de calles, con tres avenidas principales confluyendo en el puerto. A ambos lados de las calles se multiplican las alrededor de 200 casas-almacén medievales. Destacan la vieja farmacia o la de Burmeister. Perdonada por los pirómanos de Lübeck, la catedral de Santa María es el principal templo de Visby. Es de los siglos XII-XIII y fue abierta originalmente en el 1225 para la población germánica. El estilo principal es un románico con añadidos locales que se propagaron por la isla. A comienzos del XII, el plano basilical inicial se fue ampliando hasta convertirse en una planta de salón, con el transepto midiendo lo mismo que la nave. Posteriormente solo se le añadió una capilla gótica.
En Visby viven hoy poco más de 20.000 habitantes, la mitad que en todo Gotland. Sin embargo, en los meses de verano la sensación es la de ser una isla repleta de gente. Son los propios suecos, que la visitan en masa. En el siglo XIX, la clase alta sueca puso de moda la isla y con el tiempo se popularizó en toda la población. Hoy, más de un millón de personas visitan la isla cada año. Aunque se puede llegar en avión, muchos lo hacen en crucero o en ferry. Por mar está a solo tres horas de Estocolmo y podemos llevar un coche para visitar el resto de la isla. El mejor momento para ir a Visby es sin duda en agosto, durante la Medeltidsveckan. Se trata de una feria medieval que dura una semana en la que los habitantes de Visby van vestidos con ropas medievales. Se realizan actos de todo tipo como justas, conciertos, teatro, etc.
Fotos: Helen Simonsson / Clemens v. Vogelsang
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