Bolivia colonial
Entre 1898 y 1899 tuvo lugar la guerra civil boliviana. Se enfrentaron facciones conservadoras y liberales con ideas de estado muy diferentes. Ganaron los segundos y su renovado sistema organizativo federal. Su base era La Paz, que en décadas previas había crecido gracias a la minería de estaño, que estaba sustituyendo a la de plata. Esta había sido la esencia de Sucre, cuya cercanía a las minas de Potosí la había convertido en ciudad cabecera durante la era colonial y capital de Bolivia. La guerra planteó un cambio de capital a La Paz que se quedó permanentemente a medias. Hoy, la capital de facto es La Paz, donde se localizan los principales órganos de gobierno. Sin embargo, la capital constitucional no dejó nunca de ser Sucre. El traslado del poder político agudizó el declive de la que había sido primera ciudad colonial boliviana y sede de la Real Audiencia de Charcas. Esto ayudó a conservar el trazado y arquitectura coloniales de Sucre.
Este es el cuarto nombre adoptado por la ciudad, fundada como Ciudad de la Plata de la Nueva Toledo en 1538. Antes, esta zona era conocida como Charcas por la etnia homónima que ocupaba el sur de la actual Bolivia. Conquistada por los incas poco antes de la llegada de los europeos, este nombre se recuperó en la Real Audiencia. Este tribunal de alta apelación abarcó amplios territorios del cono sur sudamericano. Complementó los otros roles de Sucre: el económico minero, el religioso como sede arzbopispal y el educativo gracias a la Universidad jesuita fundada en 1623. El cuarto nombre sobrevive en el departamento de Sucre, Chuquisaca. Se otorgó tras la independencia, que en Sucre se inició antes que en ninguna otra colonia. Fue en 1809 con el denominado Grito de Chuquisaca. Finalmente, en 1839 adoptó el actual nombre por Antonio José de Sucre, uno de los principales líderes independentistas de Sudamérica. Esta nueva era nacional no empezó con mal pie para Sucre, pero el siglo XX la relegó a un completo segundo plano.
Otro factor limitante de Sucre es su geografía, pues se encuentra en una llanura en forma de cuenco rodeada por cerros volcánicos como Sica Sica y Churuquella. Estamos en el altiplano andino, a unos 2.700 metros de altitud, bajo un clima seco y cálido. El centro histórico presenta el clásico damero colonial de calles paralelas y perpendiculares. Justo al sur se encuentra Recoleta, barrio original de Sucre donde se asentó la ciudad indígena. Su trazado es más sinuoso por estar en las faldas del cerro Churuquella. El nombre del barrio procede del monasterio franciscano que lo encabeza. En el centro del damero renacentista está la plaza 25 de mayo, que recuerda la fecha de inicio del Grito de Chuquisaca. Entre sus calles empedradas se conservan fuentes, jardines, plazoletas y casas de paredes blancas y tejas que transmiten esencia colonial como pocas ciudades hispanoamericanas.
Sucre acumula multitud de monumentos de los siglos XVI a XIX, cénit local. De la primera etapa son relevantes iglesias como San Lázaro, la más antigua de la ciudad, San Francisco, Santo Domingo y la catedral metropolitana. Esta última es un caso diferente, pues su construcción se inició en el siglo XVI, pero se demoró 250 años. Condensa varios estilos de Sucre: barroco, neoclásico y neogótico. Destaca su torre adornada con estatuas en terracota de los apóstoles y evangelistas. En la arquitectura civil son numerosas las casas con patios típicos y monumentos concretos como el Hospital del siglo XVI y los edificios históricos de la Universidad Mayor Real. Un edificio que mezcla ámbito religioso y civil es la insigne Casa de la Libertad, monumento más simbólico de Sucre. Su nombre procede del evento más relevante en su historia, la firma de la constitución boliviana en su interior en 1825. Mucho antes de ser sede del poder legislativo había sido una capilla desde 1621 parte de la manzana jesuítica de Sucre.
La geografía de Sucre implica que su aeropuerto de referencia esté treinta kilómetros al sur. Es la mejor manera de llegar, aunque también hay turismo que llega desde Potosí, unas tres horas por carretera. Además de pasear el centro histórico merecen la pena el museo sacro de la catedral y el museo de historia de la Casa de la Libertad. Aunque añadamos algún otro como el original Museo geológico del Tesoro, con uno o dos días máximo será suficiente. Incluso dará tiempo a acercarse a alguno de los puntos turísticos más conocidos alrededor de la ciudad: la aldea tradicional de Tarabuco con su famoso mercado textil dominical y el Parque Cretácico con huellas de dinosaurios. La cocina de Sucre tiene en el ají y el cerdo sus principales ingredientes que se combinan en platos como la Fritanga. También son famosos varios bailes locales como la cueca y el bailecito.
Fotos: roman korzh / Antoine 49
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