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Ciudad Minera de Røros y la Circunferencia

Ciudad Minera de Røros y la Circunferencia

Trøndelag (Noruega)

Diámetro minero


Aunque poco conocido para el público no noruego, Johan Falkberget está considerado uno de los principales autores del siglo XX en esta lengua. Salvando las distancias y el contexto, sus intereses fueron parecidos a los de John Steinbeck en cuanto a su preocupación por hacer protagonista a la clase obrera y los desfavorecidos. Igual que Steinbeck, Falkberget hablaba desde su propia experiencia. Nació en 1879 en la región minera de Røros y, como muchos vecinos, trabajó en las minas de la denominada Circunferencia, región otorgada en 1646 para toda explotación natural por la corona danesa-noruega. Tras dejar la mina y residir en Oslo un tiempo, en 1922 regresó a su tierra como escritor y político socialista. No olvidó su pasado. La temática de sus obras maestras tienen como contexto esta región minera en la que clima y condiciones laborales se juntaron haciendo la vida aquí muy complicada. Hoy Røros ha dejado atrás la minería, pero ha conservado su arquitectura de madera del siglo XVII y patrimonio de la actividad extractiva que produjo 111.000 toneladas de cobre en 333 años.

Vista de la iglesia de Røros tras la montaña de escombros de Slegghaugan

La historia del cobre en Escandinavia es una de las más prolíficas de la minería europea, pero no gracias a Røros, sino a las minas suecas de Falun. Estas abrieron mucho antes, en la Edad Media, así que la apertura de Røros fue vista por Suecia como pura competencia. Teniendo en cuenta la lejanía a los centros de poder noruegos y la cercanía a la frontera sueca, la tentación era grande y Røros sufrió varios ataques durante sus primeras décadas. Las minas de cobre eran muy rentables y en 1644 Cristián IV de Dinamarca no dudó en impulsar las minas de una tranquila región ocupada por los sami. Tras una primera mina poco exitosa, el rey designó el área de la Circunferencia. No solo daba derechos sobre el terreno, sino sobre los granjeros, que se vieron obligados a trabajar para la compañía de cobre, aunque bajo condiciones remuneradas y con tiempo libre para sus labores agrícolas. La empresa también estuvo obligada a inversiones municipales como el hospital y colegio.

Dos fueron las principales invasiones suecas. La de 1679 obligó a una completa reconstrucción de la ciudad y la de 1718 fue famosa por la tragedia posterior que sufrió el ejército sueco al huir al norte. En 1740, las minas entraron en una edad dorada prolongada hasta 1814, cuando las guerras napoleónicas y la estrenada independencia noruega, que eliminó los derechos de la Circunferencia, cambiaron la situación. Con la competencia internacional, Røros se vio obligada a introducir tecnología como el ferrocarril, que sustituyó a la carretas tiradas por caballo, la electricidad y el método de refinado Bessemer. Este centralizó el horno de fundición, que al funcionar con carbón eliminó las altas necesidades de madera que durante décadas esquilmaron los bosques de la llanura de Røros. La especialización de la Revolución Industrial también tuvo reflejo sociológico. El esquema de agricultores-mineros del pasado finalizó y la apertura comercial atrajo comercios. Sentó las bases para la supervivencia tras el fin de la actividad minera en 1977 después de años de dura competencia exterior, especialmente de ciudades chilenas como Sewell. 

Casas de madera en Røros

La Circunferencia es, por tanto, una combinación de paisaje cultural y natural. Lo primero incluye tanto numerosas granjas como los principales campos mineros de Storwartz y Nordgruvefeltet, ambos con restos de todo el proceso de extracción: pozos, caminos, presas, etc. Storwartz incluye la mina más antigua de Røros, por lo que supone el centro geográfico de la Circunferencia. Fue la mina más grande, pero Olavsgruva es más famosa por el turismo. En cuanto a la ciudad planificada de Røros, conserva ochenta casas de madera en la tradición maderera de aire barroco. Las casas tienen un amplio terreno a su alrededor que refleja la ocupación mixta que tenían los agricultores-mineros. En el centro destaca la iglesia barroca, de piedra enlucida en blanco. El horno de fundición principal cayó en un incendio de 1953 y hoy se ha reconstruido como museo local. Sí sobrevive el original en Femundshytta, del siglo XIX.

La idiosincrasia de Røros tuvo que ver con su aislamiento, pero hoy el turismo es habitual. Lo más habitual es llegar desde Trondheim por carretera o tren. Está unas tres horas al norte, así que es posible venir en excursión de día. También hay un pequeño aeropuerto conectado con Oslo. Podemos visitar Røros por nuestra cuenta, empezando con las vistas que hay desde la montaña de escombros de Slegghaugan. También hay visitas organizadas que empiezan desde el museo de la ciudad, en la parte más industrial. Si vamos en coche y estamos físicamente preparados, es recomendable acercarse a la mina Olavsgruva. El mercado de invierno de Rørosmartnan es muy famoso, pero hay que tener claro que iremos en una época extremadamente fría de una región de por sí heladora.

Fotos: Kjell Morten Klevsand / Clora Torrence

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