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Conjunto industrial del siglo XX de Ivrea

Conjunto industrial del siglo XX de Ivrea

Piamonte (Italia)

La nueva empresa


Un ataque al corazón detuvo en 1960 uno de los movimientos políticos italianos más prometedores: Movimento Comunità. Había muerto su líder, el empresario Adriano Olivetti, que había logrado hacerse con el poder dos años antes en su región, el Piamonte, con varias premisas que lo alejaban de los partidos clásicos. De hecho, Adriano rechazaba la propia concepción de partidos, aunque finalmente su movimiento cívico se convirtió en uno. Sus ideas se alejaban de las dos opciones dominantes entonces al fusionar aspectos socialistas y liberales. Como empresario, Adriano era un firme defensor de la propiedad privada, pero era su convicción que los beneficios empresariales tenían que revertir en la sociedad entera. Además de esos dos años, Olivetti pudo desarrollar sus ideas en Ivrea, en el complejo iniciado por su padre en 1908. El diseño urbano de esta ciudad industrial responde así a las inquietudes de la sociedad moderna, que a comienzos del siglo XX se desmarcó del paternalismo de los empresarios de la Revolución Industrial.

Vista aérea de la calle Jervis en Ivrea

Todo gracias a las máquinas de escribir, dispositivo mecánico intuitivamente ideado por muchos inventores, pero inviable hasta el último cuarto del siglo XIX. Camillo Olivetti, ingeniero eléctrico, fue el creador de la empresa que llevó su apellido. Socialista de corazón, Camillo incorporó a su hijo a la plantilla de su pequeña factoría de Ivrea, pero también lo envió a EEUU e Inglaterra para recoger nuevas ideas. A su vuelta, Adriano convenció a su padre de implementar en Ivrea las ideas tayloristas que propugnaban una división del trabajo para impulsar la productividad. En 1933, la estrategia era tan exitosa que Olivetti vendía la mitad de las máquinas de escribir de Italia. Adriano fue consecuente con sus ideas repartiendo los beneficios con sus trabajadores, tanto económicamente como invirtiendo en servicios y beneficios sociales. Pese a los vaivenes del fascismo y la II Guerra Mundial, Adriano mantuvo a flote su empresa e ideas, herederas de idealistas como Charles Owen, creador un siglo antes de New Lanark.

Esta ciudad escocesa seguramente inspiró a Adriano. Ivrea se había fundado en tiempos romanos y fue una importante ciudad militar protegiendo un paso montañoso de los Alpes. En el siglo XIX se industrializó, aunque nada comparado tras el complejo Olivetti, cuando sus empleados supusieron el 70% de la población local, unas 26.000 personas. Este desarrollo tuvo su cénit desde 1930 hasta 1960. Adriano no solo se interesó por la ideología, sino que hizo de la arquitectura otra forma de política social. Se interesó y promocionó traducciones de obras de Lewis Mumford, Erwin Gutkind, Le Corbusier o Arthur Hillmann que fueron la inspiración para el urbanismo de Ivrea. Esta se renovó completamente en la orilla opuesta al centro histórico. En los años 30, un equipo de urbanistas, ingenieros y los arquitectos Luigi Figini y Gino Pollini fueron los encargados de acometer sucesivas ampliaciones del complejo Olivetti. Tras la guerra, en los años 50 se levantaron nuevos edificios: el centro de investigación, servicios sociales, etc. Tras la muerte de Adriano destacó el complejo residencial Talponia, finalizado en 1975.

Edificio Talponia en Ivrea

Ivrea es, por tanto, un complejo industrial y residencial equiparable a los que se levantaron en el siglo XIX en lugares como Crespi d’Adda, pero adaptado a la nueva arquitectura y organización laboral del siglo XX. La calle Guglielmo Jervis vertebra el complejo compuesto por 27 edificios. En el este se encuentra el edificio original en ladrillo rojo, Mattoni Rossi, y según vamos al oeste iremos viendo las sucesivas ampliaciones en estilos modernista y funcional, con mucha más presencia de cemento y cristal, especialmente en el edificio de la cuarta ampliación o nueva ICO. Al noroeste, en Borgo Olivetti, quedan varias zonas residenciales como la sorprendente Talponia con diseño semicircular o las casas de los directivos y familias numerosas. Al llegar al extremo oeste estaremos en las oficinas actuales de Olivetti, levantadas en los años 80. Tras la crisis sufrida por la compañía en los años 90, hoy buena parte de los edificios están en desuso, lo que complica su conservación.

Ivrea se encuentra una hora al norte de Turín en tren o coche, de camino al valle alpino de Aosta. El complejo industrial tiene la consideración de museo al aire libre. Se trata de un recorrido de dos kilómetros en total por la calle Guglielmo Jervis y aledaños donde distintos carteles van cubriendo los distintos aspectos del complejo. Dentro del edificio de servicios sociales hay también un centro de visitantes que conviene visitar. También en la villa Casana está el archivo de Olivetti con una exposición, pero para ello hay que reservar con antelación. Merece la pena dar un paseo por la parte antigua de Ivrea donde veremos restos de un teatro romano, un castillo medieval y una catedral de portada neoclásica. En Ivrea se celebra cada febrero una famosa e histórica batalla de naranjas que recuerda a la Tomatina española.

Fotos: Maurizio Gjivovich / David Mellis

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